El bullicio de los niños en las clases siempre se escucha. La alegría de estudiar y participar atentamente en clase es la constante en la escuelita Pablo Hurtado de la comunidad El Mamey, jurisdicción del municipio de San Juan de Oriente, en donde recientemente un tornado destruyó el techo de dos aulas, quedando los niños a la intemperie.
Esta situación tiene muy preocupados a los docentes, padres de familia y al sacerdote Cristian Quintana, quien está asumiendo de forma interina esta comunidad.
“Esta escuelita ayuda a los niños de esta comunidad y pues como usted sabe, han tenido un percance, los desastres naturales no puede el hombre impedirlos. El tornado se llevó todo el techo y dañó el sistema eléctrico. De tal manera que hemos pedido ayuda y apelamos al corazón de todas aquellas personas que puedan apoyarnos, porque este colegio no tiene de dónde sacar”, comentó Quintana.
En la capilla
Para que los alumnos no se atrasen, reciben clases dentro de la capilla de la comunidad.
El sacerdote refirió que la mayoría de los niños viene de familias de escasos recursos económicos y solo dan un aporte para poder sostener su educación. Los maestros solo reciben un apoyo económico.
“Todavía no tenemos un presupuesto exacto para saber cuánto se necesita para la reparación total. Es urgente reparar estas aulas, porque con las lluvias se pueden seguir dañando más. Es importante darnos cuenta de esta problemática, son niños que necesitan estar cómodos recibiendo sus clases y si no lo reparamos a tiempo, la naturaleza hará más estragos”, alertó.
Esta escuelita se fundó hace cinco años ante la necesidad de brindar educación a los niños de esta comunidad. En este centro se imparten clases bajo la modalidad de educación inicial y primaria regular.
94 alumnos y siete docentes integran la escuelita Pablo Hurtado de la comunidad El Mamey, San Juan de Oriente. De las siete aulas con las que cuenta, dos están dañadas.
Sin agua
La escuela Bayardo Cordero, de La Trinidad, municipio de Diriamba, Carazo, está deteriorada. Además no hay agua potable.
Las paredes de tabla y yeso que cubren el segundo pabellón de este colegio público lucen sucias y con grandes orificios. Ahí hay tres aulas de clases, pero una de ellas es utilizada como bodega, donde se guardan pupitres en mal estado.
Las pizarras acrílicas se han dañado y el piso de ladrillo, por la misma falta de mantenimiento, ya perdió su color. El techo está corroído y tiene varias perforaciones.
A pesar de que en el centro hay varios tomaderos de agua, ninguno funciona, pues desde hace seis meses no reciben ese servicio.
Estudiantes y profesores piden a las autoridades del Ministerio de Educación (Mined) y al Gobierno central que manden a reparar la escuela.
