EL MAGO Y EL TREN
Y vuelve el tren. Ya no es el puerto de aguas profundas de Monkey Point, ni es la refinería más grande de Centroamérica, ni es el satélite, ni la hidroeléctrica de Tumarín, ni el gigantesco proyecto de riego con las aguas de Cocibolca, ni el gran Canal Interoceánico, “la obra de ingeniería más grande de todos los tiempos en el mundo”… Ahora es… ta ta ta tan… ¡El ferrocarril! Ahí está el mago sacando de su sombrero de chistera otro conejo, confiado en que el público es lo suficientemente estúpido como para no descubrir el truco tantas veces repetido.
ZANAHORIA
Daniel Ortega ha usado los proyectos fantasiosos para entusiasmar Nicaragua como el jinete usa la zanahoria para hacer correr a su caballo. ¿Conocen esta historia? El cuento es que un ingenioso jinete amarró una zanahoria a la punta de una vara que colgó delante de la cabeza el animal. El caballo hambriento quiere comerse la zanahoria y corre tras ella sin darse cuenta que al avanzar, avanza la zanahoria, y correrá hasta quedar exhausto tras ese bocado que nunca podrá comer.
PROMETEDORES
A ver, la idea del ferrocarril en Nicaragua me parece fantástica. Creo que una inversión así resolvería en buena medida los problemas actuales de transporte y los que enfrentará el país en el futuro. Pero es que igual pienso del Canal. Ya quisiera yo que Nicaragua tuviese un canal, ecológicamente amigable y financieramente rentable, que nos sacara de la pobreza. El problema no es el ferrocarril ni el canal, ni ningún otro de los proyectos anunciados. El problema es que este gobierno, que ya tiene diez años, ha prometido mil proyectos y cumplido ninguno en una descarada política de “prometer me harás, cumplir jamás” que ofende la inteligencia de todos los nicaragüenses.
BENEFICIO DE LA DUDA
Hay persona que ni siquiera merecen el beneficio de la duda. Uno de estos es un amigo de mi juventud en Ocotal que prometía todo para conseguir novia. Y siempre había alguna incauta que caía, que le creía los cuentos y cuando aquella le reclamaba por las promesas hechas, el amigo reaccionaba molesto: “Ideay, estas mujeres son frescas, uno les promete y todavía quieren que les cumpla!”
EL TRUCO
Daniel Ortega no está prometiendo el cielo y la tierra para que votemos por él en las elecciones de noviembre próximo. ¿Para qué? La votación poco le importa. Él escogió a los otros candidatos, él cuenta los votos y él pone las reglas que quiera en el momento que se le antoje. Puede ganar con el cien por ciento de los votos si quiere. El truco de Ortega es convencernos de que las cosas están bien así como están, sin elecciones, que está bien que viole las leyes, y que ignoremos que estamos entre la docena de países más corruptos del mundo, según el Índice Global de Competitividad de los países elaborado por el Foro Económico Mundial. Lo importante para él es que sigamos corriendo tras los espejismos que dibuja en el aire como corre el caballo tras la zanahoria. “Ay, ya me veo montada en ese tren”, comentaba con candidez en una red social una jovencita. Siempre hay quien cae en el viejo truco.
MUERTAS
Y así, estas elecciones podrían pasar a la historia como las más tranquilas que país alguno ha tenido nunca en el mundo. Todos los partidos participantes están de acuerdo en todo. La boleta electoral les parece perfecta. Si el presidente, candidato y jefe del tribunal electoral dice que no habrá observadores, todos están convencidos de lo mismo. Nadie disputa plazas, nadie descalifica a sus contrincantes, ni siquiera los cuestionan. Hasta se prestan candidatos y fiscales unos a otros en una camaradería electoral nunca antes vista. Muy tranquilas estas elecciones. Tan tranquilas que parecen muertas.
VACAS FLACAS
Y basta tener un poco de sentido común para saber que el mago de la chistera gastada está sacando cuentas de la lechera para convencer a su público. Si no cumplió ninguno de los mil proyectos que prometió en los 10 años que gobernó con bonanza económica, menos que lo hará ahora cuando el mundo ha cambiado, cuando su pandilla de amigotes está en franco descalabro, cuando le faltarán los 500 millones de dólares que le esquilmaba anualmente a los venezolanos, cuando Estados Unidos condiciona los préstamos a que siga las reglas de la democracia que tanto le disgusta. Si no hizo nada en la época de las vacas gordas, ¿quién será tan tonto para creerle que lo hará en la temporada de vacas flacas? ¿Quién?
