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Carlos Tünnermann Bernheim

El calvario de los migrantes

Los casi dos mil migrantes, amontonados en nuestra frontera con Costa Rica, están sufriendo un verdadero calvario como consecuencia de la política adoptada por el Gobierno de impedirles su tránsito por Nicaragua.

Los migrantes proceden de Haití y de varios países africanos, entre ellos la República Popular del Congo, gobernada por una férrea dictadura, Senegal y Togo. Todos manifiestan su intención de dirigirse hacia los Estados Unidos (EE. UU.). El sueño que acarician no es quedarse en ninguno de los países centroamericanos ni en México.

Los haitianos tienen la esperanza de ser aceptados en los EE. UU. por razones humanitarias, debido a que Haití está en escombros por el terremoto que, hace pocos años, destruyó la capital y del que aún no se han recuperado, así como la enorme devastación provocada por el reciente huracán Matthew en la parte sur del país. Además, un buen número de ellos tienen familiares o amigos que los pueden acoger en las nutridas comunidades de origen haitiano de Nueva York o La Florida. Los que proceden de países africanos, como el Congo, quizás sueñan con merecer asilo político.

En todo caso, su determinación es llegar hasta la frontera sur de los EE. UU., después de una larga travesía por Brasil, Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica. En estos países la mayoría, antes que se cerraran las fronteras, recibió salvoconductos o permisos de tránsito.

Al llegar a la frontera sur de Nicaragua, cuyo gobierno se autoproclama “cristiano, socialista y solidario”, se toparon con cordones de policías y antimotines que les impidieron seguir adelante, supuestamente “por razones de seguridad”.

Si bien cada Estado tiene el derecho de definir su propia política migratoria, existen convenios internacionales suscritos por Nicaragua que protegen los derechos humanos de los migrantes, y son precisamente esos derechos humanos los que están siendo violados por la política represiva que el gobierno de Ortega ha desatado en contra de ellos cuando logran cruzar clandestinamente nuestra frontera sur.

En su desesperación por seguir su camino hacia el norte, grupos de estos migrantes han caído en manos de “coyotes” carentes de conciencia que les cobran sumas exageradas con la promesa de conducirlos hasta la frontera con Honduras. Pero, tras despojarlos del poco dinero que traen, los abandonan a su suerte en cualquier lugar de nuestro territorio incluso sin alimentos.

Ahí quedan desamparados hombres, mujeres embarazadas y niños. Diez cadáveres de migrantes aparecieron flotando en nuestro lago Cocibolca. Es entonces que despiertan en las comunidades nicaragüenses cercanas sentimientos de solidaridad y caridad cristiana, firmemente arraigados en la tradición hospitalaria que caracteriza al pueblo nicaragüense. Pero, para el Gobierno ofrecer ayuda a estos migrantes es ilegal y habitantes de comunidades como La Conquista y El Tamarindo han sido objeto de violenta represión por socorrer con alimentos y bebidas a estos desafortunados migrantes. Incluso, la profesora Nilamar Alemán fue encarcelada por más de cuarenta días por brindar techo y comida a una pobre migrante con su niña enferma y acompañarla en su viaje hacia la frontera norte.

Esta política, que contradice el tan publicitado eslogan del gobierno orteguista, desnuda que el tal lema es puramente eso: un eslogan publicitario. Con mucha razón, la profesora Alemán los llamó fariseos.

Los países con presencia de estos migrantes han estado tratando en encontrar una solución regional al problema. Quien más debería promover esa solución debería ser el comandante Ortega en su calidad de actual presidente del SICA. Ya debería de haber convocado una reunión de los presidentes de Centroamérica para buscar, por medio de un “corredor humanitario” previamente convenido con México, una salida al problema. Pero no lo ha hecho y más bien ha endurecido su política represiva en contra de los migrantes y de quienes, movidos por la compasión, han brindado alguna ayuda a estos seres humanos. En

Nicaragua, para vergüenza nuestra, el Gobierno “los persigue como animales” cuando pisan nuestro territorio y los “golpean como perros”, según el testimonio de las comunidades donde han sido capturados y devueltos a Costa Rica.

El autor es jurista y escritor.

Opinión calvario Costa Rica EEUU Nicaragua archivo

COMENTARIOS

  1. Y como ingresaran a USA?
    Hace 8 años

    El problema en Nicaragua me es bien claro. Lo que aun no me es tan claro es como estas personas piensan ingresar a los Estados Unidos. Asumo que ninguno de ellos tiene visa alguna para poder entrar legalmente a los Estados Unidos, no? Aun si pudieran llegar a la frontera entre Mexico y Estados Unidos, entonces que pasa?

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