El relativismo jurídico
Desde hace un tiempo, la opinión pública general considera que la justicia no funciona y se aplican las leyes de forma subjetiva y a veces de forma contraria según la ideología del juez.
Parece que el Derecho no hace más que reproducir los dictados de las Naciones Unidas, que se considera la nueva autoridad moral del mundo globalizado. Se aplican las leyes sin analizar el problema y sin tener en cuenta las características psicológicas de las personas, especialmente su alteridad sexual. Esto trae como consecuencia la desprotección de la persona como hombre y como mujer ya que no se respetan sus características específicas, sus inquietudes, prioridades y necesidades vitales.
Se ha perdido la verdad sobre el hombre y la familia, cuyo concepto queda en mano del criterio subjetivo de cada uno, aceptando incluso la poligamia. Los datos de la biología y las investigaciones de eminentes científicos debían tenerse en cuenta antes de tomar una decisión normativa.
Al relativismo moral se une el positivismo jurídico radical que aunque perjudica el desarrollo integral de la persona se considera justo por el mero hecho de haber sido aprobado por el parlamento.
El Estado deja de ser el garante del bien común y se doblega a la voluntad de los grupos de presión radicales y contrarios a la cultura de la vida. El Estado no puede imponer una ideología global ni un pensamiento único. El Derecho no puede ignorar las verdades antropológicas y científicas elementales sobre la alteridad sexual. La confusión se instala en la opinión mayoritaria que considera a la ley como incapaz de interpretar los comportamientos y acontecimientos.
Ante esta situación, los ciudadanos se ven obligados a defenderse frente a la propia ley que no busca el bien común general y confunde la verdad objetiva con la verdad individual u subjetiva de grupos de presión radicales.
Se ve necesario devolver al Derecho y a la sociedad los fundamentos antropológicos, empezando por la alteridad sexual y reconociendo las diferencias biológicas y psicológicas del hombre y de la mujer. Hace falta abandonar el relativismo jurídico, que junto al relativismo moral impregna la legislación de los últimos años.
Arturo Ramo.
Diálogo nacional
Es esencial y fundamental para todos los nicaragüenses, sin distingo de colores políticos, vivir en paz, libertad y progreso.
El congreso de Estados Unidos (EE. UU.) es del conocimiento que el presidente Daniel Ortega ha tomado acciones represivas contra la oposición en Nicaragua y contra los derechos humanos, por suspenderle la representación legal del PLI al licenciado Eduardo Montealegre y las curules a 28 diputados que fueron electos en la Asamblea Nacional durante las elecciones del 2011, como no dar elecciones libres, honestas y transparentes con observación nacional e internacional, cambiar a todo el personal del Consejo Supremo Electoral (CSE) por uno independiente del régimen. En consecuencia, a las acciones violatorias a la democracia por Ortega se introdujo ante el Congreso de EE. UU. el proyecto de ley “Nica Act” con el objetivo de aprobar sanciones económicas contra el gobierno del presidente Ortega. La ley plantea defender la democracia en Nicaragua. EE. UU. debe de condicionar o aplicar su influencia ante los organismos financieros internacionales cuando el Gobierno de Nicaragua pretenda un préstamo en esos organismos.
El presidente Ortega es el único responsable por la crisis política, social y económica que se está llevando a cabo en Nicaragua por sus ansias de poder desmedido que lo caracterizan, y que ahora está en la palestra de la ley en referencia. Ortega después que ganó las elecciones en el año 2006, no quiso ordenar su despacho en la Casa Presidencial, edificio que se construyó exclusivamente para el desempeño y atribuciones del presidente de la República, sino que se fue a ordenar su despacho presidencial a la Secretaría del partido FSLN, fundiendo y confundiendo Estado-partido, siendo el comienzo de una dictadura absolutista, más ahora que para los comicios electorales del 6 de noviembre doña Rosario Murillo se ha convertido en la compañera de fórmula presidencial en la Vicepresidencia, conformando una dinastía familiar Ortega-Murillo y con ello, un futuro socioeconómico incierto.
La ley “Nica Act” golpearía más a los pobres y los sumergiría en la miseria. El presidente Ortega debe de convocar a un diálogo nacional antes de las elecciones venideras del 6 de noviembre haciendo partícipe a todos los líderes de la sociedad civil, política, económica y religiosa con el objetivo de hacerle frente a “Nica Act”.
Los candidatos de oposición que corren para la silla presidencial en los comicios electoreros del 6 de noviembre se han unido al izquierdismo populista en donde lo negro lo ven blanco y lo blanco lo ven negro, confirmando con ello que es una tremenda farsa electorera.
Si el doctor y expresidente Arnoldo Alemán se quiere convertir en un héroe de la política, ¿por qué no le traspasa la representación legal del PLC al comandante Maximino Rodríguez, y haría de este un futuro presidente de Nicaragua? La representación legal del PLC en manos del doctor Alemán es como una brasa candente a la que ningún político honesto se quiere arrimar.
Armando Lau Gutiérrez.
El maestro Jaime partió
De negros crespones no puede oscurecerse el cielo de la medicina nacional ante la partida del maestro Jaime Rodríguez Zeledón. Hombres como él llenan el cielo de fulgores que brillan desde siempre.
Haber tenido su amistad me honra. Mi memoria recoge jirones de vivencias juntos. Siendo estudiante, sus clases sobre neuro-infecciones quedaron grabadas para siempre en mi intelecto y han sido herramienta valiosa para mi práctica. Su verbo entusiasta denunciaba sin ambages su pasión por lo que enseñaba; una mezcla académico-militar que encantaba y lo dejaba a uno “pegado” al tema, ese estilo suyo que transmitía importancia y encanto a su enseñanza, poseía a los que a la vez que escuchábamos veíamos al maestro que amaba lo que hacía y sabía.
El maestro Jaime Rodríguez Zeledón, proveniente de Chontales, llegó a León, cuna de la medicina nacional, en busca del “vellocino de oro” que había soñado para su vida, en medio de los fertilizantes ríos, los filones de oro y la refrescante sombra de Amerrisque. Tenía que ser León, la Epidauro de Nicaragua, con su facultad de Medicina que vivía su época ilustre, la que podía colmar sus anhelos. Llegó a León honrado por una beca como el mejor estudiante, “vino, estudió y venció” y coronó su carrera de médico con honores. Decidió especializarse en Pediatría, en Brasil.
Vivió y enseñó la Pediatría en una dimensión que trascendía la especialidad. Adalid en la enseñanza, que las especialidades deben ser integrales e integradoras.
Aún más, su cultura general, su amor por la música clásica, dejan la lección: el médico tiene que cultivar su intelecto y su alma en la ciencia y el arte y como doctor, debe enseñar.
En mi reciente llegada a León, con la finalidad de enseñar, supe que retirado en su natal San Pedro de Lóvago y después de un episodio vascular cerebral que sobrevive, es traído al asilo San Vicente de León, decisión ponderada por su familia que viviendo todos en Estados Unidos, la consideraron apropiada. Ángeles lo rodearon y le dieron amor y cuidados siempre, yo conocí a Brenda. La doctora Ligia Espinoza, formada por él, ungió su cabeza con el perfume de su amor y agradecimiento, le visitó ininterrumpidamente, brindándole cuidados y la melodía de su voz amable.
En la Semana Santa pasada que le visité, cuando levantó su cabeza y abrió sus siempre inteligentes ojos para verme, me reveló su ardid: no había tal Alzheimer en su estrategia de hombre inteligente y genial, se había refugiado así para aislarse de la corrupción, de la mediocridad, de la falta de ética y moral, que nos embarga como sociedad y como gremio. No obstante, su corazón noble y de maestro, sabía distinguir y en cuidados intensivos acercándose el final, se le oyó musitar: “¡Doctora Ligia Espinoza!” exclamación de despedida y agradecimiento.
¡Maestro de generaciones, camine hacia la eternidad!
Dr. Enrique J. Jiménez Quezada.
