El analista político y experto electoral, José Antonio Peraza, asegura que el Consejo Supremo Electoral (CSE) está restando más de un millón de votantes al padrón de electores, con el propósito de disminuir porcentualmente la abstención que habrá en la farsa electoral del próximo 6 de noviembre.
Peraza se refirió de esa manera al anuncio sin explicación del presidente del CSE, de que el padrón de votantes para la farsa de noviembre próximo será de 3.8 millones de ciudadanos, siendo que en las elecciones nacionales anteriores, celebradas en noviembre de 2011, el registro electoral fue de 4.3 millones de ciudadanos.
En uno de sus acostumbrados malabarismos con las cifras electorales, el presidente del CSE habló de cuatro padrones: el “bruto”, el activo, el pasivo y el real, lo que da como resultado una significativa disminución aritmética de votantes que dejará oculta la verdadera magnitud de la abstención que ocurra en noviembre.
Habitualmente se dice que el Consejo Supremo Electoral (CSE) es fraudulento porque no cuenta ni distribuye correctamente los votos de los ciudadanos, que lo hace mañosamente a conveniencia de Daniel Ortega, el gran patrón del Estado. Pero el fraude está en todo el proceso electoral, comenzando con el padrón de los electores.
En el libro El régimen de Ortega, en el que siete profesionales e intelectuales democráticos nicaragüenses (incluyendo al mencionado experto electoral Peraza) demuestran desde diferentes disciplinas que el gobierno de Ortega es una dictadura, se cita como epígrafe la frase célebre del fenecido comandante sandinista Tomás Borge, de que harán lo que sea con tal de no volver a entregar el poder. Borge dijo eso en una declaración al canal chavista de televisión Telesur, el 26 de julio de 2009 y Radio Corporación lo reproduce a menudo en audio para que la gente sepa a qué atenerse con el orteguismo.
En hacer lo que sea y pagar cualquier precio para mantenerse en el poder, se incluye en primer lugar el fraude electoral, que comienza con la manipulación del padrón de electores para distribuir los votos según la conveniencia orteguista —como hizo el CSE en las elecciones de 2006, 2008 y 2011—, y en el caso actual también para disminuir el impacto de la abstención.
El registro y escrutinio de los ciudadanos que tienen derecho de votar, o sea el padrón electoral, es el instrumento básico, primordial e indispensable para garantizar la limpieza de las elecciones. De allí que el padrón se deba manejar con toda responsabilidad, honestidad y buena fe, tanto en lo que se refiere a la inclusión de los nuevos votantes como a la depuración de los nombres de los fallecidos, cambios de domicilio, etc.
Pero en el actual sistema electoral de Nicaragua que ha impuesto el régimen orteguista, lo primero que se manipula y falsifica es el padrón de electores. A partir de esto se monta el gran aparato fraudulento que falsifica la voluntad de los ciudadanos del país y ha asombrado por el descaro a los observadores extranjeros. Sin embargo es una gran arrogancia, o idiotez, creer que con esas burdas manipulaciones van a engañar a los nicaragüenses y a la comunidad internacional.
