En su edición de ayer LA PRENSA informó que el gobierno de Daniel Ortega y su bancada se negaron a recibir una carta en la que diferentes organismos de la sociedad civil que se especializan en el tema de Educación les solicitaban que estudiaran la Propuesta de Agenda Educativa.
La carta ni siquiera pasó de la portería del amurallado complejo de El Carmen, que es residencia del jefe de familia, oficina del secretario general del Frente Sandinista y despacho del presidente inconstitucional. Roles que son trino en uno, en el señor Daniel Ortega Saavedra.
La Propuesta de Agenda Educativa, según se ha explicado, contempla metas para el mejoramiento de la calidad escolar y el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y de la Educación para Todos (EPT) que fueron asumidas el año pasado por Nicaragua y el resto de países del mundo.
Entre los aspectos que retoma la Agenda están la calidad de la educación, la situación de la infraestructura escolar y la formación docente. El documento lo han venido elaborando en los últimos 10 meses el Foro Educación y Desarrollo Humano, Fe y Alegría, el Instituto de Educación de la Universidad Centroamericana (Ideuca) y el Foro Eduquemos.
Un documento elaborado por organismos de reconocida trayectoria y especialización en el tema, sería de gran utilidad para cualquier gobierno interesado en fortalecer el pilar central del desarrollo de cualquier sociedad, como es la educación. Sin embargo, el régimen Ortega-Murillo ha decidido aislarse y elaborar su propio plan, sin consultar a nadie, actuando, como lo hacen en todos los otros ámbitos, como dueño de la verdad.
Sin duda este acto de soberbia tendrá como resultado un plan mucho menos efectivo y eficaz que el que resultaría si el gobierno tomara en cuenta a los especialistas en la materia que trabajan desde la sociedad civil.
Y no es que este gobierno haya demostrado que por sí solo ha podido enfrentar la colosal tarea de mejorar la calidad de la educación en el país. Hay que recordar que este régimen lleva 10 años en el poder. O sea que este fin de año estarán recibiendo su diploma de bachiller jóvenes que se encontraban en segundo o tercer grado, pero los resultados en lo que se refiere a calidad de la educación siguen siendo mediocres, a pesar de las llamadas “Batalla por el Sexto Grado” o “Batalla por el Tercer Año” que han sido anunciadas con bombos y platillos en años pasados pero de cuyos resultados no hay información.
Esta soberbia de los poderosos causa graves daños a nuestros jóvenes y al futuro de nuestra sociedad. Está condenando a la mediocridad a generaciones, pero que no crea la pareja presidencial que esta soberbia que resulta del poder absoluto no les afecta a ellos.
La soberbia de los poderosos los aísla tanto de la realidad que ya no pueden estar seguros de nada de lo que les informan sus ministros y secretarios; ni siquiera de la hora del día, como magistralmente lo describió Gabriel García Márquez en El Otoño del Patriarca: “Cuando el dictador preguntaba ¿qué hora es?”, sus serviles subalternos le contestaban “¡la hora que usted diga, mi general!”.