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Freddy Blandón

El hombre es un animal político

En la historia de la filosofía política han existido —nos ilustra el maestro Alejandro Serrano en sus Escritos filosóficos y políticos—, dos tendencias predominantes: la de los griegos, que consideran a la política como arte del bien común y la de Maquiavelo, que la considera el arte del poder.

Para los griegos la política se concibe como una creación de la razón para alcanzar el bien y la felicidad como fin universal de toda la sociedad, lo cual plantea la necesaria coherencia entre los medios y los fines, pues no puede alcanzarse un fin noble usando medios innobles; corriente de pensamiento que como entenderemos está en franca oposición a la idea o apotegma de Maquiavelo de que “el fin justifica los medios” y por el cual se intenta separar la relación entre ética y política, y transformarla en una disciplina autónoma con fin específico, el poder, y un instrumento concreto para realizarlo.

Traigo a colación estas referencias de los griegos y de Maquiavelo, para que nos ayuden a entender para qué nos sirve a los nicaragüenses la política. Para comprender cómo la podemos utilizar para contribuir a la estabilidad social, económica y política del país. Pero, sobre todo, cómo la utilizamos para dejar de ser una “sociedad disociada”, y nos sirva para hacer un replanteamiento estructural de la cultura política de nuestro país.

Lo anterior se impone ante el justificado escepticismo entre nosotros de haber sido testigos de recurrentes “crisis de la política, de lo político y de los políticos”. Pero sobre todo por el nexo casi permanente que hacemos entre política, confabulación, confrontación y corrupción y por la “pérdida de credibilidad en los políticos y de la devaluación que afecta a los partidos políticos”.

Esa realidad se debe, según lo explican, al hecho de que la voluntad general está fragmentada por el individualismo y la búsqueda de soluciones parciales; en el egoísmo, en lo que atañe a lo propio, y en la indiferencia, en lo que concierne a todo lo demás.

Y es por esa “ausencia de participación política” que se considera, nos hemos visto como sociedad inmersos en un “ejercicio de pactos o de confrontaciones” y nos enfrentemos a una “conducta carente de interés nacional y visión estratégica con respecto al presente y el futuro”.

Lo que se plantea ante esa situación es asumir la necesaria existencia de la política en la vida individual y colectiva, partiendo de que el hombre es un animal político… solo los dioses o las bestias pueden prescindir de la política como afirmaba Aristóteles; y, por consiguiente, reconocer como una verdad invariable, el “carácter esencial y constitutivo de la política a la vida individual”.

De donde resulta la conclusión, que ninguna sociedad, incluida la nuestra, puede vivir sin la política, la cual debemos convertir en el espacio social y público por excelencia en el que todos debemos participar para la construcción integral de la comunidad y sus aparatos políticos, sociales e institucionales.

Debemos convertir a la política en un “proceso concertador” que le vaya dando forma a la sociedad, al derecho, a las instituciones, mediante los acuerdos que hacen posible la “unidad en la diversidad”, conciliando como ya se ha propuesto, las diferencias y garantizando los derechos individuales y sociales, en forma tal que todos conservemos parte de nuestras pretensiones, a la vez que cedamos también parte de ellas.

Este planteamiento nos debe hacer reflexionar y llevarnos a ponderar la importancia y la oportunidad que se presenta a nuestro sistema político a partir del reciente acuerdo entre el Gobierno y la OEA, por el cual se convino “establecer una mesa de conversación e intercambio constructivo” sobre los temas relacionados con el proceso político electoral de nuestro país.

Dicha iniciativa debe validar que no podemos como nicaragüenses cometer el error de paralizarnos y postrarnos ante el “muro de las lamentaciones”, y por ello respaldar toda iniciativa que promueva el diálogo y desestimule de raíz la confrontación.

Pero sobre todo persuadir al Gobierno de su oportunidad para contribuir a construir un país “más próspero y democrático”; a convencer a los partidos políticos que están llamados a hacer una oposición lo “hagan propositiva, activa y deliberativamente” y su agenda no sea únicamente de protesta y denuncia, que tomen “la palabra y la acción y contribuyan con sus propias iniciativas y programas a la mejor conducción del país”.

De esa forma ellos y nosotros estaremos abriendo posibilidades a Nicaragua y contribuyendo a “dignificar la política y recuperar su verdadero sentido”.

El autor es máster en Derecho Público.

Opinión animal político debate filosofía archivo
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