En fecha reciente, la UNAN-Managua suprimió el examen de admisión en 24 de las 92 carreras que ofrece ese centro de estudios superiores, a fin de favorecer el ingreso de los bachilleres en opciones profesionales que la Universidad considera valiosas, por sus incidencias en el desarrollo de las ciencias y la educación nacional, como son: Economía Agrícola; Física con mención en Geofísica; Gerencia Ambiental y de los Recursos Humanos; Historia con orientación en Arqueología; Ingeniería Estadística; Ingeniería Geológica; Química Ambiental; Topografía; Construcción; Física; Matemáticas; Geografía; Pedagogía en Educación Especial; Pedagogía en Educación Musical; Ciencias de la Educación con mención en Educación Física y Deportes; Informática Educativa; Cultura y Artes; Ciencias de la Educación con mención en Francés; Traducción e interpretación de Lenguas Extranjeras; Orientación Vocacional y Tecnológica.
Nos llama la atención la falta de interés de nuestros bachilleres por esas opciones profesionales que ofrecen buenas perspectivas de trabajo, a la par que apuntan a la satisfacción de necesidades sociales y al desarrollo económico de Nicaragua. En cambio, las preferencias de los bachilleres se vuelcan hacia carreras tradicionales relacionadas con el derecho y la administración, actualmente saturadas de profesionales y con bajas perspectivas de trabajo. La única explicación que encuentro a estas decisiones ilógicas, es el pobre conocimiento del bachiller sobre las carreras que sirven las universidades y sobre las perspectivas futuras de trabajo que estas carreras ofrecen. Sin este conocimiento, mal puede el bachiller elegir inteligentemente la carrera que le brinde las mayores posibilidades de rendimiento en el trabajo y de realización profesional.
El paso del estudiante de un nivel de secundaria a una etapa superior, con una sorprendente variedad de universidades, que le ofrecen más de cien carreras profesionales, es un paso desconcertante y difícil, más aun si consideramos que la demanda de profesionales está sujeta a cambios constantes, como consecuencia del avance acelerado de las ciencias y las tecnologías, la creciente automatización, el aumento de la población, la migración del campo a la ciudad, la interdependencia de Nicaragua con otros países y los programas sociales y económicos del Gobierno Central.
El bachiller nicaragüense vive en el pasado, carece de información actualizada, fidedigna y clara sobre las profesiones y las tendencias del mundo ocupacional. Se siente desorientado frente a la multitud de carreras que se le ofrece. Toma su decisión profesional con base en el prestigio histórico de la profesión, las posibilidades de lucro, la facilidad con que cree que aprobará las asignaturas del plan de estudio, o bien sigue la profesión de su papá o mamá, o simplemente elige al azar o toma la profesión que eligió su compañero o compañera de promoción.
Hoy más que nunca el bachiller nicaragüense requiere orientación profesional, información precisa, clara, objetiva, sobre las carreras que ofrecen las universidades del país, sus características, habilidades que requieren, campos de trabajo, perspectivas de empleo, posibilidades de especialización, clase de vida con la que se va a comprometer, información necesaria que le permita una decisión profesional inteligente, sobre la carreras que le ofrezca mayores posibilidades de éxito y satisfacción profesional.
El autor es psicólogo.