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Javier Álvarez Argüello

Nicaragua primero

Siempre me he preguntado por qué es tan diferente el desarrollo de Nicaragua y Costa Rica. Pienso que un factor determinante son las características de los líderes políticos de ambos pueblos. Al igual que Nicaragua, nuestro vecino del sur se debatía en interminables conflictos armados. En la década de los cuarenta, en medio de una escaramuza violenta, se reunieron un presidente conservador, un líder comunista y un obispo católico. Apartaron el egocentrismo y sus intereses personales y llegaron a un acuerdo. Fue la base política del pacto social que generó reformas trascendentales en Costa Rica desde mediados del siglo XX y hoy cosechan sus positivos resultados. Mientras tanto, Nicaragua compra tanques y armas rusas.

Lo que pasó en Costa Rica es sencillo, en un momento apremiante sus líderes decidieron poner a su país en primer lugar. Sin embargo, hasta dónde esa actitud patriótica también fue el resultado de la exigencia y la presión de sus pueblos. Este ejemplo podría sernos muy útil a los nicaragüenses para exigir y reclamarle a nuestros políticos una regla básica: “Demuestren que Nicaragua es primero”.

Hasta el día de hoy, el presidente Ortega ha demostrado que su interés principal no es el pueblo, sino mantenerse en el poder. Lo anterior es evidente por muchas razones, entre otras por romper el sistema democrático sin importarle las consecuencias internacionales; politizar a las Fuerzas Armadas para defender su proyecto personal; inculcar en sus seguidores la creencia que solo se puede resolver los problemas económicos suprimiendo la democracia; por amenazar a los sectores económicos y políticos que si deja la presidencia convertirá Nicaragua ingobernable; por rechazar programas de ayuda al pueblo nicaragüense por su propio interés político, etc.

Veamos ahora la oposición. Ante la negativa de Ortega a implementar un Estado de derecho integral, muchos políticos, empresarios y religiosos pretenden acomodarse diciendo “es mejor lo posible que lo deseable”. Esta actitud es síntoma de una cultura de tolerancia al caudillismo o intereses personales de mantener o mejorar su situación. Por otro lado, la mayoría de los dirigentes de todos los signos políticos carecen a lo interno de prácticas democráticas y se ven más como autócratas egocéntricos, gracias a la falta de un sólido sistema jurídico partidario en el país. Además, proyectan una indiferencia y falta de sensibilidad social muy difícil de ser aceptada por las mayorías desposeídas.

En manos de estos políticos, seguiremos siendo los más pobres de América Latina pues pareciera que carecen de la entereza necesaria para rectificar y poner a Nicaragua primero. A pesar de todo, debemos mantener la esperanza que esta oportunidad de diálogo entre Ortega y Almagro nos encauce por fin en el camino al desarrollo y la paz social. Sin embargo, después de tantas señales negativas el pueblo desconfía, por tanto, previo a discutir asuntos técnicos o procedimientos electorales, todos los líderes políticos deberían mandar un mensaje de tranquilidad a Nicaragua suscribiendo un acuerdo básico de principios democráticos. Por ejemplo:

• No involucrar a las Fuerzas Armadas en política partidaria y retirar de inmediato todo afiche político de las delegaciones policiales.

• Aceptar la alternabilidad pacífica en el poder político.

• Fortalecer y democratizar la organización y funcionamiento de los partidos políticos, así como la formación de organizaciones gremiales, no gubernamentales, etc.

• Renuncia expresa a la violencia y agresión contra las manifestaciones públicas, tanto en rechazo como de apoyo a las diferentes opciones políticas.

• Respeto absoluto a las leyes.

• Compromiso y lucha constante por la reducción de la pobreza extrema.

• Tendencia solidaria en la redistribución de la riqueza y el desarrollo social.

• Desarrollo sostenible en base a la productividad, educación y un acuerdo nacional multipartita.

• Recurrir al diálogo político permanente para solucionar conflictos, renunciando a la imposición gubernamental o al boicot opositor, independientemente de la opción política que gobierne.

• Promover una cultura basada en legalidad, honestidad y respeto a las minorías que podamos heredar a las futuras generaciones.

Dentro de este marco político cada partido competirá electoralmente con base a la mejor oferta para nuestro país. Ortega debe despojarse de su individualismo y enfocar todo su poder en beneficio del país, pues aún desde la oposición puede incidir más que nadie y sin necesidad de asonadas en la implementación de políticas de desarrollo social y podremos decir por fin Nicaragua primero.

El autor es administrador de empresas.

Opinión Costa Rica estado de derecho Nicaragua primero archivo

COMENTARIOS

  1. Raymundo Solano E
    Hace 7 años

    Bonitas ideas, que no pasan de ser otra cosa más que pensamientos con deseos. Nuestra realidad es la de una familia en el poder que muy astutamente ha sabido hacerse de todas las estructuras de poder, y no van a ceder ni un ápice, de forma voluntaria. Han sabido comprar conciencias y voluntades y seamos justos han hecho muchas cosas más que los otros políticos oportunistas del pasado reciente.

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