En fechas recientes desde mi labor de docente he observado un mayor interés de los estudiantes universitarios por profundizar sobre el tema de Estado Social de Derecho, a través de preguntas sobre cómo mejorar la situación del país y lograr un mayor cumplimiento de las leyes, quizás porque este tema se debate más en las redes sociales a raíz del proceso electoral, evidenciando un profundo desconocimiento del mismo desde la juventud hasta egresados e incluso profesionales.
Cuando se conversa sobre este tema se nota un profundo problema arraigado en el elemento cultural nicaragüense, el cual se impulsa en los diversos comentarios, a través de las redes cuando se comenta sobre los hechos políticos, al mismo tiempo comprobé una marcada avidez por no quedarse con el conocimiento simple de los derechos individuales y políticos comprendidos en nuestra Carta Magna, sino que ir mas allá de la cultura política a la cual todos nos debemos sentir obligados.
Los derechos no son solo de doble vida: Estado —ciudadano o ciudadano— Estado. El avance del derecho nos ha obligado desde mediados del siglo pasado a comprender que el Estado de Derecho va mas allá de lo jurídico y que se ha ampliado al rango social en el cual estamos involucrados todos porque es la única manera de exigir el respeto de las leyes, es respetándonos nosotros mismos.
En los países europeos a mediados del siglo XX los creadores de este concepto no concebían que exigir derechos al Estado no podía divorciarse del respeto que debemos guardar entre los mismos ciudadanos porque el cumplimiento de las leyes no solo corresponde a un sector, sino a todos.
De este nuevo concepto es que surgieron los principios de seguridad social, vivienda y educación digna, respeto al medioambiente, respeto a los mayores y a las diferencias de credos, sexo, raza o ideas, pero sobre todo a la dignidad humana.
Para exigir que esos derechos establecidos en la Constitución se cumplan, como el derecho a la vida, la integridad personal, la libertad, seguridad personal, la educación y la salud gratuita, sistemática y de libre opción, derecho a la propiedad, la resistencia a la opresión, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, para que podamos gozar de los espacios públicos y el medioambiente y así se lo exijamos a nuestros gobernantes, debemos cumplir nuestra parte.
Empujados por esta necesidad de promover más y resaltar este concepto un grupo de profesionales del derecho nos hemos dado a la tarea de impulsar la necesidad de crear una cátedra universitaria sobre el tema para que los nuevos profesionales no egresen neófitos sobre la importancia del mismo y no caigan en la ignorancia clásica de un ejecutivo adicto a las nuevas tecnologías, pero carentes de los mas elementales principios de la educación ciudadana y constitucional.
Los derechos se exigen, pero también se respetan y para esto basta observar a nuestro alrededor como se violentan los elementales principios de la convivencia social en nuestros centros de estudios, comunidad, reuniones sociales, calles o avenidas, centros comerciales, rutas de transporte, etc., incumpliendo el principio clásico que el respeto al derecho ajeno es la paz.
Como ciudadanos estamos en la obligación de exigir el cumplimiento de las normas elementales constitucionales a las autoridades, pero también a cumplir los deberes que la misma ley suprema establece para todos y para lo cual basta señalar ejemplos simples desde nuestra participación social, búsqueda de información pública, respetar las señales de tránsito hasta depositar la basura en su lugar.
Desde Confucio, Buda, como los antiguos socráticos, el concepto que el derecho de una persona termina donde comienza el de otro se mantiene inalterable y es parte fundamental de un verdadero Estado Social de Derecho que debemos promover y cumplir primero para exigir el cumplimiento de los demás.
El autor es docente de derecho y ciencias políticas.