La esposa y la madre del líder opositor y principal preso político de Venezuela, Leopoldo López, junto con la esposa de otro emblemático prisionero de conciencia de ese país, el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma, se encadenaron el domingo pasado en una valla al final de la Vía de la Conciliación, en Ciudad del Vaticano, para llamar la atención del papa Francisco y pedirle que interceda en favor de la inmediata libertad de los presos políticos venezolanos.
Las señoras Liliam Tintori y Antonieta Mendoza, esposa y madre respectivamente de Leopoldo López, y Mitzy Capriles, esposa de Antonio Ledezma, organizaron esta singular forma de protesta en demanda de la libertad de sus familiares y más de cien opositores democráticos que el Gobierno de Venezuela mantiene en las cárceles como rehenes, 14 de los cuales están en huelga de hambre.
Las damas venezolanas encadenadas en la Plaza de San Pedro expresaron que la libertad de los presos políticos es lo menos que se puede esperar del diálogo del Gobierno con la oposición, el cual es auspiciado por el Vaticano, Unasur y tres expresidentes iberoamericanos. “Hemos enviado muchas cartas a su santidad… tenemos fe en el papa y en el Vaticano, y tenemos fe en que esa mesa de diálogo tiene que dar resultados y lo primero que tiene que pasar es la liberación plena de los presos políticos”, dijo Liliam Tintori al explicar el motivo de su encadenamiento en el corazón de la Iglesia católica mundial.
Por su parte, la señora Capriles de Ledezma expresó que con esta protesta han querido “lanzar un mensaje al gobierno venezolano para que respete la presencia del Vaticano en la mesa de diálogo”, y agregó: “Invocamos ante el escenario de San Pedro y del Vaticano: Justicia y que se respeten y cumplan los preceptos del diálogo”. “Santidad —exclamó la señora Capriles—, estamos aquí, aquí está Venezuela pidiéndole, rogándole que interceda por los venezolanos, que nos regresen la libertad, que nos regresen la paz que nos merecemos”.
A su vez la madre de Leopoldo López dijo que estaban ante el Vaticano realizando ese acto de protesta, en representación de “las madres de todos los que han sido apresados solo por querer un país mejor, por disentir de un régimen y expresar su palabra de fe en la democracia”.
En alusión a que el pasado 24 de octubre —antes de que comenzara el diálogo entre el Gobierno y la oposición— el papa Francisco recibió al presidente venezolano Nicolás Maduro y lo bendijo, la señora Tintori de López opinó que el santo padre recibe a cualquiera, pero tiene que “recibir también a las víctimas. Queremos que nos escuche, que nos dé audiencia a los familiares de los presos, de los torturados y víctimas de un sistema de represión y que escuche nuestra verdad y nuestra razón”.
Ciertamente, Francisco tiene la obligación religiosa y moral de recibir a las mujeres venezolanas encadenadas, que son católicas verdaderas y no fingidas como algunos gobernantes dictatoriales. El papa tiene que pedir la libertad de los presos políticos venezolanos, esta debería de ser —inclusive— una condición del Vaticano para seguir apadrinando el diálogo político en Venezuela.