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Hugo Torres Jiménez

Divide y vencerás

Esta frase tan conocida es atribuida a distintos personajes de la historia; unos dicen que es de Sun Tzu (544 a 496 a.C.) y su Arte de la Guerra, otros que del emperador romano Julio César (100 a 44 a.C.), o de Filipo el Grande de Macedonia (389 a 336 a.C.), padre de Alejandro el Magno, etc.

En política es una máxima que se aplica para debilitar a tus oponentes que aspiran a derrocarte del poder, sobre todo si este es producto de la usurpación a través del fraude y la represión; máxima que el déspota debe aplicar de forma permanente, usando todos los medios a su alcance.

Aplastar al oponente que goza de mayor credibilidad y prestigio entre los sectores mayoritarios y más conscientes del pueblo, por su firmeza y consecuencia en la lucha por la libertad y por establecer un régimen que sea la antítesis del que pretende derrocar, se convierte en un imperativo de primer orden para el dictador o tirano. Para tratar de alcanzar este objetivo hará uso de todo su arsenal, desde la represión selectiva o abierta, hasta el uso de armas o recursos lícitos o ilícitos, empleando a sus súbditos, aliados y serviles, prometiéndoles favores o cobrándoles favores, chantajeándolos o amenazándolos, etc.

En el marco del desarrollo de esta campaña siempre habrá algún despistado, resentido o ingenuo, que se sume a la misma, buscando él y su organización política o gremial, conseguir algunos réditos o el favor del dictador; son los que no tienen ánimo de luchar y exponerse a las consecuencias por hacerlo y los que en aras de un pragmatismo a ultranza, desisten de hacerlo y buscan cómo acomodarse en el alero o la sombra del poder, usando la cuota de demagogia antipoder que este les permita, para guardar las apariencias, pero doblando la cerviz y haciendo genuflexión ante él. De todo hay en la viña del Señor.

Ortega, quien tiene en la conspiración su forma permanente por excelencia de hacer política, conoce y aplica esta máxima, sin perder de vista su objetivo principal: golpear y destruir a su principal enemigo, hasta reducirlo a su mínima expresión, de tal forma que deje de ser un peligro para su ambición de perpetuación en el poder; de él, su esposa y sus hijos, per saecula saeculorum (por los siglos de los siglos).

Ortega sabe que el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y el Frente Amplio por la Democracia (FAD) son esos formidables adversarios y por eso ha desatado contra el primero una feroz cacería política a través de sus voceros oficiales y oficiosos, y de sus socios y aspirantes a “aliados” en el afán de tratar de desacreditarlo, crear dudas, meter cizaña, alimentar resentimientos, etc. poniendo en práctica una vez más la máxima: Divide y Vencerás, para frustrar el esfuerzo de fortalecimiento de esta verdadera alianza opositora.

Más de tonto o ingenuo sería el que, sin ser parte del régimen o aspirante a serlo, y peor aún aquel que diciéndose opositor al mismo, caiga en su perverso juego. La historia está de nuestro lado; del lado de la libertad, la democracia y el imperio irrestricto de los derechos humanos. El atraso y la barbarie no podrán vencer a la civilización. Nicaragua volverá a ser República, para engrandecerla y fortalecerla.

El autor es general retirado. Diputado al Parlacén por el MRS.

Opinión Frente Amplio por la Democracia MRS archivo
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