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Jesús, vida

Deseo de paz

oncluir y comenzar el año orando por “la paz” es un desafío, un camino y un compromiso.

Concluir y comenzar el año orando por “la paz” es un desafío, un camino y un compromiso.

No hay deseo más ardiente que podamos tener los hombres del mundo: la paz es el don más grande que todos quisiéramos tener. La paz es la riqueza más soñada que todos quisiéramos gozar. Es el anhelo y la aspiración más profundos de toda persona humana. Sin embargo, esta hambre de todos es lo que menos saciamos.
¡Qué difícil nos hacemos y nos hacen el camino hacia la paz!

Las guerras, a pequeña o gran escala, están ahí, llenando las páginas negras de nuestra historia, de nuestros pueblos, de nuestras familias… Mientras millones de personas mueren diariamente de hambre huyendo de las guerras, nosotros seguimos gastando el dinero del pan en bombas, el dinero de la cultura y del trabajo en sembrar miedo, odio y rencor.

Aún en este siglo, muchos no han aprendido que la vida está por encima de la muerte. Que el respeto al otro y a sus derechos está por encima de la agresividad y el sometimiento partidario. Que el amor está por encima del odio y la violencia, como decía Martin Luther King: “El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo en amigo”. Que la solidaridad está por encima de toda economía agresiva y de toda ansiedad loca de enriquecimiento egoísta.

Que la amabilidad está por encima de los ultrajes, de los insultos, de las ofensas y de los agravios. Que la convivencia pacífica está por encima de nuestros conflictos y diferencias.

Que el pan está por encima de las balas y de las bombas, y que el diálogo sincero y respetuoso está por encima del fanatismo, aunque este se llame religioso.

Que el cielo de la paz está por encima del infierno de la guerra. Como decía el papa Francisco en esta fiesta de Navidad: “Va siendo hora de cambiar la armas por la paz”.

Y es que la mejor manera de empezar el año es: Cantándole a la paz. Pidiéndole a Dios que nos conceda el don de su paz. Dando y construyendo paz allí donde nos encontremos cada uno.

Como decía la activista norteamericana a favor de los derechos humanos Eleonor Roosevelt: “No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar por conseguirla”. La paz es el pan que todos necesitamos comer; el sueño que todos queremos que sea una realidad.

En este día deseo: paz para el mundo entero y, de una manera especial, para todos aquellos países que viven en guerra o en situaciones de miseria, de hambre, de violaciones, de injusticias… porque todo ello no es otra cosa sino bombas de tiempo que en cualquier momento pueden explotar.

Paz para nuestras familias, tan bombardeadas de violencias, infidelidades, separaciones y agresiones psicológicas, físicas y verbales.

Paz para la vida de cada uno de nosotros, tan convulsionada por tantos problemas sociales, económicos, políticos, laborales, de inseguridad y de estrés. Como decía el papa Juan Pablo II: “El corazón de la paz es la paz de los corazones”.

Todos hambreamos y necesitamos la paz. La vida sin paz no es vida. Todos queremos sentirnos en paz y vivir en paz. Este es nuestro sueño y el más sincero deseo.

Pero es importante que todos debamos darnos cuenta de que es hora de que nos dejemos de palabras y empecemos a hacernos verdaderos artífices e instrumentos de paz.

Hoy, Día Mundial de la Paz, quisiera terminar estas palabras orando con San Francisco de Asís:

“Hazme un instrumento de tu paz: Donde haya odio lleve yo tu amor, donde haya injuria tu perdón Señor, donde haya duda fe en ti.
Maestro, ayúdame a nunca buscar/ ser consolado como consolar,/ ser entendido como entender/ ser amado como yo amar.
Hazme un instrumento de tu paz:/ Que lleve tu esperanza por doquier,/ donde haya oscuridad lleve tu luz,/ donde haya pena tu gozo señor.
Hazme un instrumento de tu paz:/ Es perdonando que nos das perdón,/ es dando a todos como tu nos das,/ muriendo es que volvemos a nacer”.

Religión y Fe Iglesia Católica archivo

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