Hoy 10 de enero, sagrado para los nicaragüenses en honor a un gran hombre de prensa, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal (PJChC), por cuyo crimen inició la insurrección que terminó con los Somoza, un grupo de poder ilegal intentará legitimarse en una plaza esotérica, donde han escondido su imagen a la sombra de un busto gigante de Hugo Chávez y grandes lápidas que representan el cercano cementerio de los tratados económico políticos conocidos como Alba y Petrocaribe, usados para el saqueo inmisericorde a los venezolanos y sus recursos naturales.
Si las auditorías internacionales y sanciones funcionaran al ritmo que se comprueban los crímenes y los delitos oficiales que observamos a diario por internet, este 10 de enero deberíamos asistir a una rendición de cuentas donde los venezolanos sean resarcidos por los graves abusos a sus recursos naturales y los nicaragüenses a que nos anuncien verdaderos comicios en vez de las mal llamadas elecciones presidenciales que de acuerdo con los reportes de observadores oficiales alcanzaron un 70 por ciento de abstención .
El caso Nicaragua, “Nica Act” debe servir de estudio para evitar que nos convirtamos en una segunda Venezuela y evolucionemos hacia mecanismos ejecutivos de prevención de guerras y descomposición social, como sería la presencia obligatoria de órganos internacionales hasta lograr transiciones pacíficas de poder.
Haber alterado la Constitución, repartido los poderes del Estado mediante un pacto que tiene tomadas las instituciones, la firma de un acuerdo canalero vergonzoso con personeros chinos, más los continuos y documentados fraudes electorales, son pruebas vivas de delitos oficiales que causan daños a millones de seres humanos atrapados entre la inoperancia y la impunidad de lo que llamamos autoridades internacionales.
El espíritu de PJChC, vivo en todos los periodistas y nicaragüenses honestos, estará presente en esta obra de teatro, que marcará el principio del fin y la urgencia de transformar la impunidad oficial en formas más directas de prevención internacional, tales como separación de cargos, repetición obligatoria de elecciones y otras formas prácticas de solución in situ, a esta encrucijada en que nos ha enfrascado este seudo gobierno de turno.
La burocracia de la Unión Europea, Naciones Unidas, OEA, SICA, necesita sacudirse la acomodada politización y actualizarse al ritmo de las tecnologías y los innovadores. Dejar de ser débiles elefantes blancos, con urgencia actualizar sus reglamentos y desarrollar penalidades directas a los mandatarios y grupos económicos de poder aliados a sus delitos. Suspenderlos de sus funciones en cuanto comiencen a robar en el juego de la política limpia.
Ojalá que las nuevas tendencias en Estados Unidos, comprendan que la solución no está en los muros sino en los controles internos de las esferas oficiales y la renovación de estas formas obsoletas y autocráticas de poder. Que no es un problema de razas sino de razones que deben ser transformadas para evitar la corrupción de nuestros jóvenes por los malos ejemplos de narconegocios y narcogobiernos escudados en su inmunidad y el poder de armas con las que terminan reprimiendo a su propia gente.
Los ciudadanos no queremos violencia, se usa como último recurso cuando los órganos diseñados para protegernos de los delitos como la Policía y el Ejército, responden a un partido político y no al Estado, cuya soberanía reside en nosotros, el pueblo, los ciudadanos.
En Nicaragua, Ortega y sus aliados deben enfrentar estas consecuencias de tantos abusos, y hacer un alto a sus ansias de poder. Permitir elecciones libres para quitarnos el peligro de perder fondos para el desarrollo de todos los nicaragüenses.
En el nombre de Jesús de Nazaret y con la valiente dignidad y coraje de Pedro Joaquín, enfrentaremos unidos esta encrucijada de la historia este 2017, hasta lograr una Constitución fuerte respetada por todos. Forjaremos la unidad y altruismo que nos permitan nuevas elecciones presidenciales libres y transparentes.
“Nicaragua volverá a ser república”. PJCh.
La autora es periodista.