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Jesús, vida

Necesitamos gente con personalidad

Hay personas que cautivan por su personalidad y misión como Juan el Bautista. Él supo estar siempre en su sitio, abierto a lo nuevo.

Hay personas que cautivan por su personalidad y misión como Juan el Bautista. Él supo estar siempre en su sitio, abierto a lo nuevo. Sabía muy bien a quién esperaba: al mismísimo “Hijo de Dios” (Jn. 1,34).

Juan el Bautista se conocía muy bien a sí mismo, así como conocía también muy bien cuál era su misión. Por eso, cuando un grupo de sacerdotes, enviados por los fariseos, le preguntaron: “¿Quién eres tú?” (Jn. 1,19), Juan les respondió: “Yo no soy el Mesías” (Jn. 1,20). “Yo no soy Elías ni uno de los profetas” (Jn. 1,21). “Yo soy solo una voz que grita en el desierto: “Enderezad el camino al Señor” (Jn. 1,23).

Y cuando el mismo Juan vio a Jesús que llegaba al Jordán, él dijo: “Este existe antes que yo” (Jn. 1,30). “Este es más fuerte que yo” (Mt. 3,11). “Yo bautizo con agua” (Jn. 1,26). “Él goza del Espíritu” (Jn. 1,32) y va a bautizar en el Espíritu Santo y fuego” (Mt. 3,16). “Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1,29). “Yo ni siquiera soy digno de desatarle la correa de sus sandalias” (Mt. 3,11).

Juan el Bautista era un hombre de una gran personalidad, un gran líder: sabía estar en su sitio, se conocía a sí mismo muy bien, y tenía una conciencia muy clara de cuál era su misión.

Juan el Bautista, sabía dar paso a lo nuevo, retirarse en el momento oportuno para dar paso al que venía detrás de él, Jesús (Jn. 1,27). Por eso, cuando vio a Jesús, le dijo a la gente: “Ese es el Cordero de Dios” (Jn. 1,29), “El Hijo de Dios” (Jn. 1,34). Como diciendo: a este es a quien tenemos que seguir.

Juan el Bautista era un auténtico líder, que satisfecho señala el camino. Y cuando Juan desaparece para dar paso a Jesús, sus discípulos se molestaron y le dijeron: “Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, y de quien tú diste testimonio, resulta que ese está bautizando y todos acuden a él” (Jn. 3,26). Pero Juan les contestó: “Ustedes saben lo que yo les dije: yo no soy el Cristo, sino el enviado que lo va anunciando” (Jn. 3,27-28)… “Conviene que él crezca y yo disminuya” (Jn. 3,30). ¡Juan no se creyó el imprescindible!

Qué gran lección la que nos da Juan el Bautista a todos nosotros hoy.

En nuestro mundo político, social, económico y religioso, necesitamos hoy mucha gente como Juan el Bautista: gente que sepa estar en su sitio. Gente que tenga plena conciencia de cuál es su misión y la lleve a cabo.

Nadie en el mundo político, social económico o religioso puede creerse el imprescindible y el insustituible, aunque muchos se creen “los imprescindibles”. La tentación de sentirnos los imprescindibles, los únicos, la llevamos innata todos y fácilmente podemos caer en ella.

O abrimos paso a las nuevas generaciones para que renueven nuestras instituciones y den dinamismo al progreso humano, social y religioso, o nos quedamos dormidos en el pasado. O nos abrimos hoy al mañana, o el mañana nos dejará olvidados y sin futuro. Cerrarle el paso al otro, a la renovación, es cerrarle el paso al avance, a la vida y al dinamismo de la historia.

Juan el Bautista fue un gran líder, no se embriagó con los aplausos, supo dar paso a Jesús y se dio cuenta de que su misión no era cerrarle el camino a Jesús sino abrirle el camino a la salvación que a todos traía.

Religión y Fe cristiandad Fe gente con personalidad archivo

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