Con la promesa de dar poder a los “hombres y mujeres olvidados”, Donald Trump fue investido este viernes 20 de enero como 45to presidente de los Estados Unidos para tomar el mando de una nación profundamente dividida e iniciar una era caracterizada por la imprevisibilidad. Su victoria da a los republicanos el control de la Casa Blanca por primera vez en ocho años.
Contemplando la multitud en el National Mall, el parque de los monumentos nacionales, Trump trazó un cuadro sombrío de la nación, afectada por la delincuencia, las fábricas cerradas y una conducción inoperante.
“Madres y niños atrapados en la pobreza en nuestras ciudades remotas; fabricas oxidadas dispersas como lápidas en el paisaje de nuestra nación; un sistema educativo, pleno de dinero, pero que deja a nuestros jóvenes y hermosos estudiantes privados de conocimiento; crimen, pandillas y drogas que se han llevado demasiadas vidas y le han robado a nuestro país demasiado potencial. Esta carnicería americana se detiene aquí y en este momento”, afirmó.
Orgullo nacional
Prometió alentar un “nuevo orgullo nacional”, traer empleos de regreso y “desarraigar totalmente” el terrorismo islámico. “De hoy en adelante, una nueva visión gobernará nuestra tierra. De hoy en adelante, será sólo Estados Unidos ante todo”, dijo Trump en un discurso de 16 minutos, eco de los mensajes principales de una insólita campaña presidencial.
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Trump prestó juramento ante el titular de la Corte Suprema, John Roberts, al recitar la fórmula de 35 palabras con la mano sobre dos Biblias, una utilizada por su familia y la otra utilizada en la juramentación del presidente Abraham Lincoln.
La altanera exestrella televisiva de gran jopo dorado y sin ninguna experiencia política, que sucedió en las riendas de la primera potencia mundial al demócrata Barack Obama, dijo que privilegiará siempre los intereses estadounidenses.
Reglas simples
Trump, que quiere deportar a millones de inmigrantes y construir un muro en los 3,200 kilómetros de frontera con México, también enumeró “dos reglas simples: compre estadounidense y contrate estadounidenses”.
“La ceremonia de hoy tiene un significado muy especial porque no estamos meramente transfiriendo el poder de un gobierno a otro, o de un partido a otro. Estamos transfiriendo el poder de Washington DC y devolviéndoselos a ustedes, la gente”, dijo Trump.
Lamentó que Estados Unidos “enriquezca a industrias extranjeras” y “subsidie ejércitos extranjeros”. “Hemos defendido las fronteras de otros países mientras nos hemos negado a defender las nuestras (…) Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestros productos, roban a nuestras empresas, y destruyen nuestros empleos”, sostuvo.
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La victoria de Trump, que dejó atónito al planeta, está anclada sobre todo en los votos de una clase trabajadora blanca que desconfía de los políticos tradicionales y que siente que la globalización le ha perjudicado, trasladando empleos a México o China.
Los aliados tradicionales de Estados Unidos observan al magnate inmobiliario neoyorquino con inquietud: tras una divisiva campaña, el republicano Trump, de 70 años, llega a la Casa Blanca con la menor popularidad de un nuevo presidente en cuatro décadas.