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Henry Duarte, futbol

En menos de tres años Henry Duarte se ha ganado la simpatía de la creciente afición nicaragüense. Ahora, incluso, hay quienes debaten si el futbol tiene más seguidores que el beisbol. LA PRENSA / Archivo.

Henry Duarte, el tico tras la Selección de Nicaragua

Vendió chicles, papas fritas y lotería para sobrevivir. Escapó de casa para dedicarse al futbol. Ganó una beca para estudiar en Alemania. Hoy es uno de los entrenadores mejor calificados de América. Su nombre es Henry Duarte y dirige a la Azul y Blanco.

De pronto interrumpe la charla y envía un mensaje directo a sus jugadores, como si estuviese hablando con ellos en privado: “Yo tengo que pedirles disculpas. Yo a veces soy muy violento. Y en eso tengo que ser claro: soy sumamente duro”. Así es como le enseñaron a él. Así fue su papá. Así fueron sus entrenadores. Su fama del camerino la conocen muchos, y lo persigue incluso hasta la casa, dice su esposa. “A mí me preguntan que cómo hago yo con ese carácter”. Pero ese mal humor no existe para ella. Cuando llega a su hogar, rodeado del fresco clima caraceño de Dolores, Henry Duarte se sienta en el sofá junto a Yamileth, su compañera por más de 20 años, y le dedica todo su tiempo libre. “Mi pasión después del futbol es estar en mi casa, con ella”, confiesa Duarte. En ese espacio íntimo, la pareja abre una ventana para que echemos un vistazo a la vida del entrenador de la Selección Nacional de futbol. Un costarricense con un historial de lucha que hoy da sus mejores frutos.

Henry Froilán Duarte Molina comenzó a jugar futbol sobre polvosos campos de tierra en Guanacaste, la norteña provincia de Costa Rica. En aquel tiempo, con siete u ocho años, y cuando no estaba en las aulas, vendió tamales, empanadas, chicles y lotería en las calles para apoyar la economía de sus padres y de sus once hermanos.

Más adelante se iría a escondidas de su pueblo sin el permiso de su padre para colarse entre las filas del equipo más grande de su país. Después viviría una final de Copa de Alemania, se especializaría en pedagogía del futbol y sacaría una licencia envidiable. Y más tarde, en 2014, firmaría como seleccionador de Nicaragua.

El costarricense Henry Duarte admite su fama de ser duro con los jugadores que entrena. Aquí aparece gritándoles durante la Copa Centroamericana, en enero de 2017. LA PRENSA / Agencias.
El costarricense Henry Duarte admite su fama de ser duro con los jugadores que entrena. Aquí aparece gritándoles durante la Copa Centroamericana, en enero de 2017. LA PRENSA / Agencias

Cuando se apaga el futbol

Pero antes de hablar de entrenamientos y goles, apaguemos por un rato el futbol. Como todos, Henry Duarte no es ajeno al esparcimiento, y tiene particulares hobbies para olvidar las canchas.

“¡Es un gran bailarín! En San José bailamos bastante los fines de semana que estamos allá. Hasta tres horas seguidas”, cuenta Yamileth Ortega, pareja de salsa, merengue y otros ritmos tropicales del “profe”, como lo llaman Juan Barrera y demás jugadores de la Selección.

En Nicaragua el matrimonio vive en la nueva urbanización San Jacinto de Dolores, en el departamento de Carazo. También tienen una casa en la capital tica San José y una finca en el pueblito de Santa Rosa, Guanacaste, donde ambos nacieron.

“¡Esa es también toda una historia!”, exclama Duarte emocionado. “Porque ella era mi vecinita del barrio. La conozco desde que nació. Ella es del 64 y yo del 58”. Ya habrá tiempo de contar ese encuentro.

Cuando se avecina un fin de semana o cuando tienen varios días libres, el matrimonio acostumbra tomar su carro y viajar a Costa Rica. El paseo les toma apenas tres horas y media de Carazo a Santa Rosa, y duraría menos si no se detuvieran a sellar pasaportes en Peñas Blancas.

En la hacienda el futbol no existe. “Un familiar o amigos le llegan a preguntar algo de futbol pero Henry no sabe porque está en su finca, en otra cosa”, revela Yamileth.

También dice que si no están dándole de comer a sus vacas o paseando por la propiedad, se van a cantones vecinos para ver montadas de toros, una tradición tan típica de esa región como frecuente.

Otra afición que comparten es el ciclismo. Las mañanas de mayo son del Giro de Italia y las de julio las dedican al Tour de Francia. A veces Duarte se pierde una etapa por algún entrenamiento o reunión, pero apenas tiene un minuto llama a su esposa para saber quién ganó la jornada, cómo va la general o cómo le va al tico Adrey Amador, un ciclista de renombre.

Henry Duarte entrenó por tres años en Israel, y junto a su esposa Yamileth visitó países de Medio Oriente. LA PRENSA / Tomada del Facebook de Duarte.
Henry Duarte entrenó por tres años en Israel, y junto a su esposa Yamileth visitó países de Medio Oriente. LA PRENSA / Tomada del Facebook de Duarte

Venta, juego, amor, estudio

Hijo de Mateo Duarte y Yolanda Molina, Henry es el cuarto de 12 hermanos. Nació en un pueblito llamado Santa Rosa, ubicado a tres kilómetros de la visitada playa Tamarindo. Para el 5 de octubre de 1958, fecha de su nacimiento, el lugar tenía no más de 20 o 30 casas.

A los ocho años sus papás se mudaron a una ciudad más grande pero que no tiene un ápice de parecido con la de ahora: Liberia, capital guanacasteca. Su niñez allí fue pobre. Se vio obligado a vender chucherías en la calle. “Vendía tamales (nacatamales), empanadas, papas fritas, lotería, chicles”, recuerda.

Alternaba estudio con “mejengas” (como los ticos llaman las “perreras”) y venta; y, según cuenta, cumplía en todos los frentes. “Siempre fue buen estudiante y también era bueno con el balón”.

Duarte le exprimió ventajas al futbol desde pequeño. “Mis amigos me ayudaban a vender los productos y más gente me iba conociendo en el pueblo”. Los años pasaron y a los 17 el santarroseño era hábil. Un prospecto que llamó la atención del salvadoreño-tico Ricardo Saprissa Aymá, fundador del club con más seguidores de Costa Rica.

“En 1976 Ricardo Saprissa me vio en un partido de fogueo. Yo de estudiante de colegio jugaba en la Asociación Deportiva Guanacasteca, con la cantera. Le llamó la atención mi nivel y el presidente del Deportivo Saprissa me dijo que me fuera con él”. El entusiasmo que externa al hablar de futbol es notable y casi contagioso.

A sus 17 la situación familiar no había mejorado mucho y el joven Henry no tenía el dinero para financiarse el viaje de nueve horas a San José por las viejas calles a tramos de lastre, a tramos de polvo. Su mamá, quien le aconsejó siempre estudiar y enfocarse en lo académico, le dio su bendición, pero su padre se negó a secas. “Me fui clandestino, sin la venia de mi papá, para la capital”, cuenta. Se fue en el mismo bus del Saprissa. Empacó sus cosas y dio un paso a lo desconocido. Hacia su sueño. Eso sí, con la cabeza bien puesta sobre sus hombros.

Yolanda Duarte, la mamá de Henry, junto a familiares del entrenador. LA PRENSA / Cortesía.

“Mi papá tomaba mucho, era muy alegre. Fue futbolista, pero era así. Yo le hablé que yo quería seguir mi futuro y que no podía pretender llevar la vida que él tenía”.

Se atrevió a ponerle una condicionante al Saprissa: jugaría con ellos solo si lo matriculaban en la Universidad de Costa Rica (UCR) para estudiar Derecho. Le dijeron que sí. Pero don Ricardo Saprissa o se equivocó o se pasó de listo, porque lo inscribió en Educación Física.

“Creo que no se equivocó”, añade Duarte. “Yo le agradezco mucho a él. Quizás no hubiera sido un muy buen abogado”.

Jugó poco con el Saprissa porque obedeció a doña Yolanda, su madre. Se dedicó al estudio y en 1981 se graduó de Licenciado en Educación Física. Sus resultados fueron tan buenos que también ganó una beca para ir a la Alemania Federal, más precisamente a la prestigiada Escuela Superior de Deportes de Alemania, con sede en la antigua ciudad de Colonia.

Esos años fueron formativos en todos los campos para Duarte. Aprendió a vivir solo, a lavar, planchar, cocinar y amar. Su primer amor fue Aracely Arias. La conoció como su compañera de clases y se la llevó a Alemania. Su familia, en Guanacaste, no tenía teléfono, y la comunicación era epistolar y esporádica.

Primero Duarte no quería compartir el nombre de Aracely, pero al rato sí habló de ella con libertad, como si fuera una manera de normalizar esos episodios de su pasado que de una forma u otra fueron vitales para su futuro. Se casó con ella a los 21 años.

“No funcionó porque había muchísimas divergencias. Yo era un joven muy humilde y ella era radicalmente diferente. Éramos dos extremos. Pero ni yo me conocía ni conocía nada. Fue la primera compañera de mi vida”, dice.

La ruptura fue abrupta. Por esas discrepancias ella lo abandonó en Alemania y se mudó a Estados Unidos. A los pocos meses, le dijo que estaba embarazada. Karen, la primera de tres hijas del técnico de Nicaragua, nació en Norteamérica, y Duarte la conocería “ya grandecita”.

El trajín sentimental no truncó el enfoque del tico, y siguió estudiando y jugando como futbolista para el SC Fortuna Köln (Colonia en alemán). Este club hoy juega en la Tercera División del balompié teutón, pero en los ochenta vivió su momento más glorioso, y Duarte lo atestiguó de primera mano.

En 1983 el Fortuna Köln alcanzó la final de la Copa de Alemania, un torneo de eliminación directa que reúne a todos los equipos profesionales del país, desde los más desconocidos hasta los titanes como el Bayern de Múnich y el Borussia Dortmund. A este último, de hecho, el Fortuna lo destruyó con un 5-0 en semifinales, y se coló a una final inédita contra su rival de la misma ciudad: el 1.FC Köln, que salió campeón tras un apretado 1-0 con gol de Pierre Littbarski.

“Yo viví eso. No jugué en la final pero estuve en el banquillo. Fue linda la final en la misma ciudad, un momento inolvidable”, rememora el “profe”.

Henry Duarte Molina, entrenador de la Selección de Nicaragua. LA PRENSA / Uriel Molina.

“Al camino que va la Selección van a cambiar muchas cosas. La imagen que tiene Nicaragua en el contexto internacional no se la imaginan ni los propios nicaragüenses, ni remotamente. Hay respeto, hay estima”. Henry Duarte, entrenador de la Selección Nicaragüense de futbol.

La familia, “Yami” y la gloria

A los 26 años Duarte regresó a Costa Rica con una licencia de la UEFA (el máximo ente del deporte europeo) que permite entrenar a menores en todo el Viejo Continente, y con el título de máster en Pedagogía Deportiva. Un nivel académico notable por su edad. Fue momento para regresar a Liberia a ver a sus padres, y ocurrió un evento agridulce que todavía ata un nudo en su garganta.

“Un pasaje muy triste”, dice despacio. “Detrás del cementerio del pueblo me habían preparado una fiesta, en el salón comunal. Había marimbas y estaba todo el barrio. A mí me dolió porque cómo iban a gastar tanto. Estábamos mal de dinero, siempre”. El reflejo del orgullo de sus padres. Sobre todo de su madre.

“Mi mamá fue mi seguidora número uno. Eso lesionó a mis hermanos, ese favoritismo. Había una preferencia de mis padres hacia mí. Los mayores lo tomaron muy mal, les hirió mucho el orgullo”, revela Duarte.
Él no fue el único que alcanzó un alto nivel académico. Una de sus hermanas, Sandra, es compositora y profesora de música en la UCR.

Sus padres ya no están con él. Doña Yolanda falleció en 1992 y don Mateo en 2014. Ambos están enterrados en el cementerio de Liberia y reciben constantes visitas de su hijo experto en futbol.

Esta experticia la completó poco después del fallecimiento de su madre. En 1993 volvió a Alemania y en la misma escuela de Colonia sacó la Licencia UEFA Pro, que permite entrenar a cualquier equipo de Europa en primera división y en torneos de envergadura planetaria como la Champions League.

Estos logros Duarte ya los compartía con “Yami” Ortega Obando, su “vecinita” de Santa Rosa.
Después de la ruptura con Aracely Duarte tuvo otra hija, Erika, y luego se volvió a encontrar con Yamileth.

“Era divorciado de mi primera esposa y me reencontré con Yamileth, que para mi sorpresa también estaba divorciada y con dos hijos muy pequeños”, dice Duarte. Se juntaron ya maduros y vivieron por varios años en unión libre, hasta que se casaron hace poco. “Ella ha sido mi pilar en todo”, añade.

Durante la entrevista Henry Duarte, muy moreno, de rostro severo pero mirada amable, de complexión delgada y algo calvo, se interrumpe en algunas de sus respuestas para buscar el consenso de Yamileth. “¿Verdad, amor, que fue así? Ayudame, amor, ¿en qué año fue eso?” Juntos tienen una hija, María José, la tercera del entrenador.

A comienzos de los noventa, Duarte abandonó su extenso historial de entrenador de jovencitos y jugador de futbol y se dedicó tiempo completo a la dirección técnica de equipos profesionales. Su primera experiencia fue la Selección Sub-20 de Costa Rica, a la que clasificó a un mundial de jóvenes de la FIFA ganándole una vez a Nicaragua por 14 a 0.

—¿Ese tipo de resultados ya no se van a dar contra Nicaragua o sí? —le preguntamos.
—¡Son resultados que ya no se verán nunca más! —exclama en carcajadas—. Es más, ¡se lo prometo!

Después entrenó a su primer club, un grande del balompié costarricense: Cartaginés. En su historial también destaca Herediano y la lista se extiende con casi todos los conjuntos de su país, excepto por Alajuela y Saprissa.

En Guatemala dirigió al Zacapa y al Cobán Imperial, pero la pepita de oro de su currículum fue el Maccabi Netanya, de la Primera División de Israel. En 2007 Duarte se unió al equipo como entrenador asistente de Lothar Matthäus —legendario exjugador alemán que con 150 apariciones ostenta el récord de más partidos jugados para su país—, y a mediados del 2009 quedó como entrenador cuando Matthäus se marchó.

Ese año, bajo la dirección de Duarte, el Maccabi Netanya eliminó al Sliema Wanderers, de Malta, en fases previas de clasificación a la Champions League, pero perdió por feria de goles en la siguiente ronda contra el Galatasaray de Turquía, cuyo capitán era ni más ni menos que Arda Turan (actual jugador del Barcelona) y su entrenador Frank Rijkaard (entrenador ganador de la Champions con Barcelona en 2006).

Yamileth Ortega (i), esposa de Henry Duarte, y María José, hija de la pareja. LA PRENSA / Tomada del Facebook de Duarte.
Yamileth Ortega (i), esposa de Henry Duarte, y María José, hija de la pareja. LA PRENSA / Tomada del Facebook de Duarte.

 

El futuro de Duarte

El entrenador de Nicaragua está en negociaciones para renovar su contrato. Dice que le gustaría otro proceso mundialista con la Azul y Blanco.
“Yo estoy convencido de que Nicaragua va a clasificar a un mundial. Tal vez no conmigo, pero quiero sembrar una semilla”, revela el entrenador Duarte.
Después de ese período, que acabaría en 2021, le gustaría retirarse como técnico de futbol para dedicarle tiempo a proyectos personales.

El despertar de Nicaragua

2015 fue un año dorado en la historia del futbol nica. La victoria de 3-2 (3-0 al minuto 69) contra Jamaica en su fortín de Kingston evidenció un crecimiento sin precedentes de aficionados al futbol pinolero en un país culturalmente beisbolero. De esa vez hasta hoy, la Selección Nacional comandada por Henry Duarte desde 2014 no ha hecho sino acumular buenas presentaciones contra rivales que antes la goleaban.

Uno de los cronistas deportivos más reconocidos de Nicaragua, Edgar Tijerino, llamó esta mejoría en su columna “el factor Duarte”.

“Es la mano del tico, a ratos tan serio como una esfinge, manejándose con amabilidad pero con firmeza, exuberante de confianza en su capacidad y con habilidad para cambiar la mentalidad poco pretenciosa y hasta resignada de nuestros jugadores, la que ha transformado comportamiento y rendimiento, asegurando una mejoría fácilmente captable”, escribió Tijerino en 2015.

La mejoría que menciona fue otra vez visible en enero de 2017, durante la Copa Centroamericana. Nicaragua le ganó 3-1 a Belice, logró un empate histórico sin goles contra Costa Rica y perdió sus demás partidos “jugando bien”, según su técnico.

“Nicaragua le juega de igual a igual a Costa Rica, a El Salvador, a Panamá. ¡El Salvador terminó pidiendo la hora! Un equipo que ha ido a mundiales. Yo ya volví a ver nuestros partidos en frío y me digo: ‘¿Cómo puede ser que una selección que juega bien, que maneja los conceptos, que crea ocasiones, quede fuera?’ Pero el futbol tiene historia y la historia tiene su peso. Es el derecho de piso que todavía nos falta pagar”.

Traducidas las metáforas que suelen ser maridaje del deporte en la crónica periodística, el entrenador explica que a los jugadores nicas les falta fuerza mental. Cuando un delantero erra un “gol cantado”, según Duarte, es porque le falta haber estado más veces en esa situación. Porque en milisegundos piensa tanto en el valor de ese gol sinónimo de gloria, que lo termina fallando. Goles que en el entrenamiento anota sin problemas. Duarte seguirá con sus métodos “duros” para enmendar eso.

“Yo tuve un padre que fue muy duro conmigo. Mis mentores futbolísticos me entrenaron muy duro. Solamente cuando te enfrentás a esas situaciones demostrás si tenés el valor y el carácter para salir adelante. Tratando con rosas a todo el mundo la gente no entiende. A mí me gusta cómo los jugadores han ido respondiendo”, dice el experto, antes de contar una última anécdota.

Como es muy moreno y venía de Guanacaste —región que en el pasado perteneció a Nicaragua—, cuando Duarte llegó como jugador al Saprissa le llamaban “El Nica”.

“Mirá, nos cayó un nica en el equipo, ahí va el nica”, le decían sus compañeros.

“Yo nunca me sentí ofendido de que me dijeran así”, recuerda sonriente. “Y me siento muy honrado de ser el entrenador de Nicaragua”, agrega el tico.

Henry Duarte muestra su carnet de Licencia UEFA PRO que obtuvo en Alemania. LA PRENSA / Uriel Molina.
Henry Duarte muestra su carnet de Licencia UEFA PRO que obtuvo en Alemania. LA PRENSA / Uriel Molina.

 

Licencia UEFA PRO

Para obtener esta codiciada licencia primero se deben sacar la B (para entrenar a juveniles) y la A (entrenar a equipos de segunda en Europa).
Durante el año de internado de la PRO se lleva teoría durante cuatro meses, de lunes a sábado, con exámenes teóricos y prácticos. Luego se hace una práctica de un mes con club y siguen otros cuatro meses de teoría más algunas semanas de trabajo supervisado.
Al final, los entrenadores deben pasar una semana de exámenes con materias como:
Pedagogía, táctica, preparación física, psicología deportiva, práctica supervisada (entrenamiento con un grupo).
Y luego los aspirantes deben defender una tesis en una exposición de dos horas.
La tesis de Henry Duarte fue sobre el defensa líbero, un puesto futbolístico que se utiliza cada vez menos y que tuvo como principal abanderado al alemán Franz Beckenbauer.
En Costa Rica, Duarte es el único que tiene esa licencia y en América Latina, según dice, solo seis entrenadores la ostentan.

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COMENTARIOS

  1. Fermin
    Hace 7 años

    Nacido en Guanacaste, 100% COSTARRICENSE!

  2. Hace 7 años

    Bonita historia

  3. mario
    Hace 7 años

    y raices nicas deben de tener, pues ambos, él y su mujer son guanacastecos…o sea…

  4. La Voz del Ciudadano
    Hace 7 años

    Una historia interesante.

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