Leo Santa Cruz volvió este sábado a la primera fila del boxeo mundial. ¡Qué bien que utilizó ese jab! Su estrategia, basada en la delimitación de la larga y mediana distancia, le dio fruto ante un Carl Frampton que no pudo romper el cerco defensivo, que buscó el combate en corto sin tener resultados, permitiendo que la balanza se inclinara del lado del mexicano.
Santa Cruz se sentó en el trono real, se echó al hombro el cinturón pluma (126 libras) de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y rompió la virginidad al récord de Frampton (23-1, 14 KOs).
Después de perder en medio del asombro en julio del 2016, la revancha de este sábado en el MGM Grand en Las Vegas, Nevada, llenó de confianza otra vez a “El Terremoto”, quien pudo contar con su padre en la esquina, tras superar una batalla inicial contra el cáncer.
Luego de doce asaltos parejos, tan nivelados como el horizonte, Santa Cruz obtuvo una decisión mayoritaria (115-113, 115-113 y 114-114) sobre Frampton, habiendo saciado los dos a las 10, 085 almas congregadas para atestiguar la naciente y dura rivalidad entre México e Irlanda, por lo que no es descabellado pensar ahora que habrá una tercera parte.
El jab de Santa Cruz fue tan certero y contundente como el lengüetazo de un camaleón. Daba en la cara de Frampton tan seguido, como gota de agua que cae sobre la piedra, hasta que logró romper el esquema contrario, le funcionó el ajuste y le valió el diseño previo.
En realidad se vieron pocos destellos, momentos relampagueantes, pero en sí, todo fue definido por la inteligencia, por esa capacidad de Leo para reacomodarse en el que siempre ha sido su sistema de ataque y no caer en la tentación.
La medición de los golpes lanzados, revela que Santa Cruz desenfundó 884 “bombazos”, incluyendo más de 400 jabs. Frampton esta vez se fue congelando de a poco, tiró cerca de 600, pero de estos solo conectó el 22 por ciento, lo que demuestra cuán inefectivo fue.