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Roberto Sansón Caldera

El honor de entregar…

Recientemente entregué la presidencia de AmCham luego de tener el honor de haber servido por dos años a esta gran cámara. Me siento muy complacido de haber entregado la institución en las mismas condiciones como yo la recibí, limpia, y en orden. Y es que no hay nada más cierto, que al ocupar una posición como la Presidencia de AmCham, que es más importante como uno sale, que como uno entra. Nadie es indispensable y es clave para el buen manejo de la institución la alternancia en la presidencia y que nuevos liderazgos se hagan cargo cada cierto tiempo. En un país con tan poca tradición democrática como el nuestro, es muy importante que los empresarios seamos el ejemplo de lo que queremos reflejar en nuestra sociedad, es importante que guiemos a nuestro país. Y en ese sentido creo que AmCham es un gran ejemplo de cómo se deben hacer las cosas. Esta elección fue un buen ejemplo: una asamblea de socios muy concurrida y en orden, un informe claro de rendición de cuentas de parte del presidente, unas finanzas sanas y bien manejadas, y todo verificado y auditado por una firma independiente elegida por los mismos socios. “Cuentas claras, mantiene amistades” dice un viejo refrán…

Una persona a quien aprecio mucho suele decir que “las cosas se dicen en vida”, refiriéndose a que uno siempre tiene que comunicarse con sus seres cercanos. En el caso de una cámara estos son sus socios, y AmCham tiene un equipo de divulgación muy fuerte sobre el quehacer de la cámara: entre la revista Business, AmCham TV, los medios electrónicos e incluso una aplicación móvil, AmCham está siempre comunicándose. Está siempre diciendo las cosas, y esa transparencia a veces cae mal, pero es parte del ADN de AmCham. Todo lo que sucede en la cámara se comunica y se discute, fruto de dos pilares también de la operatividad de AmCham: el trabajo en equipo y la descentralización. Nada de lo que hace AmCham y que se trabajó en el período 2015-2016, se habría logrado sin el apoyo incuestionable de mi Junta Directiva, donde todos trabajamos en equipo, cada quien en sus funciones y con su debida cuota de poder, sin centralización y sin más burocracia que la necesaria (un reducido pero muy eficiente grupo de profesionales es quien dirige AmCham). Pero sobre todo compartiendo la responsabilidad con toda la Junta Directiva elegida por la asamblea de socios. No me imagino un presidente que pueda dirigir AmCham él solo, al día siguiente se volvería loco. La descentralización del poder en AmCham es más evidente si contamos con los comités de trabajo, que son la columna vertebral de la cámara, estos llevan a un nivel el compromiso de servir, de estos comités han surgido eventos, capacitaciones, ferias de empleo, programas de educación e incluso programas sociales. Estos programas ya no dependen solo de la Junta Directiva o el presidente para existir, sino de la voluntad de los socios de la cámara de participar en ellos. AmCham se ha vuelto una máquina muy eficiente de trabajo y de apoyo a sus asociados, y lo más loable es que todo es basado en un trabajo voluntario.

Por último, si pensamos que todo esto está basado en una sólida tradición de respeto a la institución de los expresidentes, quienes como directores de honor continúan apoyando con su experiencia y sabiduría a la administración de turno. Es realmente un equipo formidable, trabajando —no en favor de un grupo particular— sino de todo el sector privado nicaragüense. Con 43 años de tradición, es un orgullo pertenecer a AmCham. Por su ilustre pasado y su brillante futuro creo que AmCham es una increíble organización a la cual pertenecer y por la que invito a los jóvenes talentos y profesionales de Nicaragua, hombres y mujeres empresarios de verdad, a que se incorporen a AmCham y ojalá tengan una experiencia tan enriquecedora como ha sido mi experiencia personal. Ha sido todo un honor servir a AmCham, pero sobre todo ha sido un honor entregar el cargo a una nueva administración.

El autor es expresidente de AmCham.   

Opinión Amcham Nicaragua archivo
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