Los habitantes de la comunidad Tepalón, del municipio de Granada, han demandado a las autoridades del Ministerio de Educación la apertura de clases en la modalidad de secundaria, porque aseguran que los adolescentes han desertado porque se ven obligados a caminar cinco kilómetros para poder llegar hasta el colegio de Malacatoya.
Desde enero varias personas visitaron la delegación del Mined en Granada para hablar con las autoridades competentes sobre esta necesidad, pero aseguran que les dijeron que este tipo de proyectos son de largo plazo y para obtener respuesta se debe esperar.
Marta Fernández, líder de Tepalón, dijo a los medios que es un riesgo que las niños y adolescentes caminen hasta Malacatoya, donde hay un colegio de secundaria.
Con muy pocos recursos
Explicó que no tienen dinero para costear una bicicleta a los chavalos, tampoco para pagar el pasaje hasta allá y mucho menos quieren que a sus hijos les pase una desgracia en ese camino.
“Hay muchos peligros. Aquí se ha desatado mucha delincuencia y hasta los varones tienen peligro”, dijo la madre de familia.
Fernández hizo hincapié en que este poblado tiene 400 casas y un poco más de mil habitantes, por lo que es suficientemente poblado para que el Ministerio de Educación se preocupe por llevar educación secundaria y abran educación preescolar.
Pocos se van
Varias madres consultadas dijeron que de 20 muchachos que ya cursaron la primaria, solo cinco están estudiando en Malacatoya el primer año. Según explicaron, este problema tiene cuatro años y nadie ha dado respuesta.
Mary Téllez, de 15 años, dijo que estudió hasta tercer grado. Pidió que se abra la secundaria para tener la oportunidad de seguir los estudios cerca de su casa, porque asegura que para llegar hasta Malacatoya se debe cruzar un puente.
Escuela deteriorada
Lesbia Castillo, habitante del sector 5 de Tepalón, pidió además al Gobierno que mande a reparar la escuelita de primaria, porque nunca ha recibido mantenimiento y los pupitres y techo están dañados. Dijo que solo llega una maestra y solo hay segundo y tercer grado.
Los muchachos se ven obligados a trabajar al machete, donde les pagan una miseria y las chavalas se meten muy jovencitas a ser madres y de esa manera se les truncan sus derechos a desarrollarse”.
Milsa Toledo, de Tepalón.