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Cocaína

Cocaína en Nicaragua

Esta es la historia de la cocaína, una droga que Nicaragua no produce pero sí la sufre y sirve de lugar de paso en su tráfico hacia el norte

Marcos (nombre ficticio) apenas alcanza a contestar con pocas palabras y bastante recelo algunas de las preguntas que le hago. Naturalmente, desde que se convirtió en vendedor de cocaína, conocido en el mundo de la droga como “dealer”, no confía en desconocidos. Tiene 12 años en el negocio. Hace un tiempo estuvo preso por vender el codiciado polvo blanco y ahora debe ser más cuidadoso; no habla del tema con nadie y no acepta nuevos compradores, a menos que sea por recomendación de su clientela más fija y leal.

—¿Y a qué tipo de gente le vende cocaína usted? —pregunto a través del teléfono.

—Ingenieros, arquitectos… solo gente pesada —contesta irónico.

Por su costo en Nicaragua la cocaína es conocida como la droga de los ricos. Allá, a principios de la década de los noventa, cuando aún era bastante escasa en el país, un gramo costaba unos 100 dólares; hoy el gramo puede comprarse por unos 500 córdobas. Aunque cara, la cocaína es consumida por todas las clases sociales; la cuestión es que si alguien la consigue por un precio extrañamente barato, lo que podría inhalar más bien es una porción mínima de cocaína mezclada con talco, aspirinas, sal, ceniza, harina, veneno e incluso vidrio molido. Sí, vidrio, para darle peso a la mezcla.

Es normal que los proveedores de la apodada “dama blanca” la adulteren para obtener más producto e incrementar sus ganancias. De hecho, cuando la droga sale de los laboratorios clandestinos, por ejemplo, de Colombia, que es el país con mayor producción de cocaína en el mundo, tiene altos niveles de pureza, pero cuando llega a los países de destino, los traficantes, proveedores y “dealers” le agregan más y más ingredientes. Finalmente, lo que llega a las calles es una mezcla bastante más dañina que la cocaína misma.

Aunque, si de pureza hablamos, mejor vayámonos al génesis de la cocaína: la hoja de la planta de coca. Aproximadamente 2,500 años antes de Cristo, los antiguos incas que habitaban en los Andes, masticaban la hoja de coca para soportar las largas jornadas de trabajo con escasez de oxígeno en las alturas de las montañas. También les quitaba la sensación de hambre, sed, dolor y cansancio. Pero poco después de que el químico alemán Albert Niemann extrajo por primera vez de la hoja de coca un alcaloide llamado cocaína en 1860, el producto empezó a popularizarse en el mundo.

La cocaína fue aclamada por los grandes zares de Rusia, príncipes, papas e inhalada incluso por el psicoanalista alemán Sigmund Freud, quien posteriormente se convirtió en adicto. Un libro publicado por el criminólogo alemán Wolf Kemper indica también que durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis produjeron una droga a base de cocaína para dársela a sus soldados durante los combates, por el efecto enérgico que provocaba en ellos.

En Roberto (nombre ficticio) la cocaína tuvo el mismo efecto la primera vez que la consumió en una fiesta organizada por sus amigos. Se sentía hiperactivo y con la energía suficiente para salir
corriendo.

En la cima del mundo

Roberto (nombre ficticio) ha consumido cocaína inhalada y fumada con marihuana.
Roberto (nombre ficticio) ha consumido cocaína inhalada y fumada con marihuana. LAPRENSA/Lissa Villagra

En una megafiesta, a un amigo de Roberto se le ocurrió que era buena idea verter una bolsa de cocaína en una botella de licor sin decirles a quienes estaban tomando. Llegó un momento en el que todos en el grupo se sentían alcoholizados pero extrañamente enérgicos. Hasta que el ocurrente amigo les confesó lo que había hecho.

Esa misma noche, alguien más le ofreció a Roberto, que entonces tenía 16 años, un poco de polvo blanco para que lo inhalara. Y lo hizo. Cinco minutos después sentía que podía correr toda una manzana. “No es tan molesta. Solo cuando está bajando por la garganta porque tiene un sabor como a químico, a pastilla”, dice.

 

 ¿Qué es la cocaína?

La cocaína es un alcaloide adictivo y tóxico, derivado de las hojas de la coca, de efectos narcóticos y euforizantes, que se utiliza en medicina como anestésico.

¿Cómo se hace?

El proceso inicia triturando las hojas de coca con sal y cemento o cal.
Después se le agregan sustancias como gasolina, ácido sulfúrico, sosa cáustica, etc. Al filtrar la mezcla constantemente se forma una pasta, la cual luego de pasar por un refinamiento para eliminar impurezas termina siendo cocaína base.
La cocaína base se disuelve en éter, acetona y ácido clorhídrico. Posteriormente se filtran los cristales que componen la cocaína y se secan con lámparas de calor, para terminar hechos polvo y comercializarse.

Aunque la cocaína es extraída de la hoja de coca, durante el proceso para que se convierta en polvo, en los laboratorios campesinos se le agregan sustancias como gasolina, sal, cal, cemento, sosa cáustica, permanganato potásico, ácido sulfúrico, etc. Eso, más todas las sustancias que luego le echan para adulterarla le dan el sabor a químico que Roberto recuerda. Pero lo mejor, fue la sensación de sentirse en la cima del mundo.

“Es algo extraño. Es euforia excesiva, inquietud, sensación de bienestar, sensación de que sos el mejor y de que todo lo que vas a hacer en ese momento te va a salir bien. Te quita la sensación del alcohol. Estás como esperando que llegue algo que no sabés si va a llegar”, explica. Al día siguiente Roberto se despertó con una “goma” bastante pesada, sin ganas de levantarse de la cama y con una tremenda sinusitis.

El neurólogo Fernando Chávez Hassan asegura que el shock después de que pasa el efecto de la cocaína no es tan importante como el shock del alcohol, la heroína, la morfina, etc. Además, explica que el uso medicinal de la cocaína es muy limitado, pero se usa para tratar el trastorno por déficit de atención, la obesidad, porque disminuye el apetito, hiperactividad, etc.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en Alemania, Hitler, además de ser consumidor de cocaína, daba a los soldados del Ejército nazi una droga a base de cocaína, con código D-IX. Las primeras pruebas las hicieron en los campos de concentración, con judíos. Después de darles la droga, cargaban sacos de 20 kilos y podían correr hasta 90 kilómetros sin parar con los sacos a tuto. Sin embargo, después de un día estaban al borde de un ataque.

Chávez Hassan explica que el cerebro puede sufrir daños potencialmente permanentes desde la primera vez que se inhala cocaína, como la epilepsia. “Podés tener una lesión permanente por daño vascular. La cocaína aumenta la frecuencia cardíaca, te aumenta la presión arterial y esos son factores de riesgo para una lesión por daño vascular”, explica.

Pero para el adicto crónico el escenario es peor. Trastornos del ánimo, en la función motora, dependencia, cambios cognitivos como en la memoria episódica, etc. “Esta es una de las razones por las que el paciente que es consumidor tiende a olvidar las cosas malas que hizo cuando había consumido cocaína”, dice Chávez Hassan.

Contrario a lo que Roberto sintió la primera vez que inhaló cocaína, Danilo Norori, un cantautor nicaragüense que logró superar la adicción a la cocaína, la que lo atrapó durante una década, sangró y sangró por la nariz al inhalar el polvo por primera vez.

Los años 90

Hasta los años 80 Danilo Norori solo consumía alcohol y marihuana. Era un músico que viajaba y la cocaína apareció en el mercado como una cosa más para probar y experimentar. “A ver, pasa eso”, dijo sin miedo cuando se la ofrecieron. En la noche llegó a su casa sangrando de la nariz, pero al día siguiente tampoco sintió ganas compulsivas de volver a probarla. El neurólogo explica que contrario a la creencia popular, la cocaína no tiene un gran potencial adictivo, porque este más bien depende de las dosis que la persona consuma y de la sensibilidad que tenga.

Sin embargo, la cocaína empezó a aparecer más y más dentro de sus círculos. Norori nunca tuvo que comprarla y ni siquiera la anduvo buscando. Sus amigos se la ofrecían y él simplemente no decía que no.
Pero durante un tiempo el cantautor estuvo trabajando en el Caribe nicaragüense e hizo amistades allá. Se puso en contacto con uno de ellos y él le mandó “un buen paquete” de los que aparecían en la Costa, pues era bastante común.

El experto en temas de seguridad Roberto Cajina asegura que el Caribe de Nicaragua es el lugar donde el Ejército realiza mayores incautaciones de cocaína. En 2015, la Fuerza Naval incautó 2,361 kilos con 350 gramos de cocaína.

Gracias a su posición geográfica en el corredor centroamericano, Nicaragua es una de las principales rutas de tránsito para la cocaína que fluye desde América del Sur hasta Norteamérica. Según datos de la International Narcotics and Law Enforcement Affairs, de Estados Unidos, “más del 80 por ciento del flujo principal de la cocaína introducida a los Estados Unidos transita a través del corredor México-Centro América. Nicaragua enfrenta capacidad de las fuerzas limitadas y regiones poco pobladas que son difíciles de controlar”.

Cocaína e historia nacional

 Irán-Contra
En la década de los ochenta, funcionarios del gobierno del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, organizaron una operación de venta de armas a Irán para financiar a la Contra Nicaragüense, la guerrilla que se oponía al Frente Sandinista de Liberación Nacional, el partido en el poder. La ayuda a la Contra Nicaragüense provenía de tres fuentes: la CIA, el tráfico de armas a Irán y el tráfico de drogas.

Pablo Escobar
Pablo Escobar y su séquito llegaron a Nicaragua en 1984 huyendo de la justicia colombiana, después del asesinato del ministro de Justicia de Colombia, Rodrigo Lara Bonilla. Escobar se puso en contacto con los guerrilleros colombianos del M-19 y estos con guerrilleros sandinistas. Algunos miembros de la Junta de Gobierno de Nicaragua estaban dispuestos a recibir a Escobar a cambio de una ayuda económica. Además, el capo podría usar algunas regiones de Nicaragua para continuar con el tráfico de cocaína. Los miembros del cártel de Medellín se quedaron en el país por más de dos meses.

El narcotráfico se intensificó a finales de los años 80 y principio de los años 90 por varios factores, según explica Danilo Norori: el boom del crack en los años 80 y por la apertura internacional que Nicaragua tuvo con la salida del Frente Sandinista en 1990. “Comenzaron a venir todos esos Miami boys y entró toda esa marimba de drogos”, cuenta.

“Me sentía Pablo Escobar”

De hecho, cuando Norori recibió su paquete de cocaína empezó a venderlo. Comercializó un poco y el resto terminó consumiéndolo. “Me hizo sentir importante porque era yo el que la tenía. Me dio poder desde el punto de vista de la narcocultura. Me alejé de la realidad. Me sentía Pablo Escobar”, cuenta ahora riendo Norori.

Pero en ese momento, la risa era lo que menos cabía en su vida. Su carácter cambió y se volvió agresivo,
alterado. Norori rondaba la treintena y su vida empezó a destruirse. Ya la marihuana y el alcohol pasaron a segundo plano e incluso aprendió a cocinar la cocaína para hacer crack. “Es mucho más potente, más adictivo y más desestructurante”, dice Norori. Y el neurólogo Fernando Chávez lo confirma. El crack es cocaína mezclada con bicarbonato que pasa por un proceso químico para convertirse en piedra. Es llamado también “coca de los pobres” por su bajo costo, pero Chávez explica que precisamente su precio, su acción inmediata y su potencia hacen que sea incluso más peligroso que la cocaína.

“El consumo de crack me hizo perder todo, me dobló”, dice Danilo Norori, mientras recuerda los peores años que vivió como adicto. Fueron 10 años los que pasó metido día y noche en los expendios del mercado Oriental, entre prostitutas, ladrones, basura y callejones de la muerte. Él antes tenía un taller de carpintería y terminó vendiendo todo para poder seguir consumiendo cocaína. “Robándole a la gente, porque me daban a hacer trabajos y nunca los hacía”, dice. Cuando ya no tenía dinero otros lo invitaban y eso alargó su “agonía”. Cuando el sol salía quería ir a su casa pero le daba vergüenza salir a las calles en el estado en el que se encontraba.

A Roberto nunca le ha tocado comprar cocaína porque siempre alguien le ofrece regalada, pero sí ha visto a amigos gastar más de 1,500 córdobas en una noche por unos cuantos gramos de cocaína.
Marcos vende unos cinco o 10 gramos al día, o sea unos cinco mil córdobas, de los cuales le quedan 2,000 de ganancia. La cocaína que él vende viene de Costa Rica, Jamaica y Colombia principalmente. Pero nadie nunca llega a su casa. Deben localizarlo por teléfono y él la llega a dejar hasta donde esté su cliente.

—¿Usted ha consumido cocaína? —pregunto a Marcos.

—Sí, claro.

—¿Y qué se siente?

—Pruébela para que vea. Se siente bien. Es buena… es buena —concluye.

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