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Cartas al Director

Cartas al Director

El señor nuncio, por su parte, ha vivido en carne propia la guerra de Biafra en su país, Nigeria. Fue una guerra entre etnias, duró dos años y medio y más de dos millones de civiles murieron por hambre. Durante esa guerra murieron dos hermanos suyos.

Carta de monseñor David Zywiec
Fechada el 17 de febrero de 2017, recibimos ayer,  martes 21,   la siguiente carta de monseñor David Zywiec dirigida a nuestro director, ingeniero Jaime Chamorro Cardenal:

¡Paz y bien! En LA PRENSA  de hoy,  17 de febrero de 2017, aparece el artículo: “Papa Francisco llama a gobiernos a respetar indígenas”. Comienza el artículo con la frase:

“Mientras el nuncio apostólico en Nicaragua, Fortunatus Nwachukwu, intentó convencer a los comunitarios de Francia Sirpi, Caribe Norte, de la ‘convivencia pacífica’ con colones que han invadido sus tierras, causando muerte, desolación y desplazamiento, el papa Francisco pidió a los gobiernos respetar, valorar y consultar a los pueblos indígenas”.

Al leer esta frase, me da la impresión que se quiere comunicar un mensaje que el nuncio que representa al papa Francisco en Nicaragua, está en contradicción con el santo papa. O sea, la frase me comunica que mientras el papa va defendiendo los pueblos indígenas, el señor nuncio está animándolos a aceptar una muerte cruel sin defensa a manos de asesinos. Esto no refleja el monseñor Fortunatus Nwachukwu que yo conozco.

Durante los cuatro años que está sirviendo como nuncio apostólico, en tres ocasiones ha viajado por tierra de Managua a Waspam, sede de una parroquia del Vicariato  Apostólico de Bluefields en las orillas del río Coco. Cada vez ha subido el río Coco a visitar comunidades miskitas, dos veces hasta el pueblo de Siksa Yari, en la zona de los raudales casi en el departamento de Jinotega. (El año pasado un viaje de Siksa Yari  hasta Waspam —río abajo— ¡nos costó doce horas!) En todas las visitas el señor nuncio no solo celebraba la Eucaristía sino también tomó tiempo para escuchar y dialogar con adultos, jóvenes y niños, con autoridades civiles y las de la Iglesia, con hombres y mujeres, en breve no excluía a nadie que quiso encontrarse con él.

Para llegar a las comunidades miskitas en el río Coco, viajamos bajo el sol fuerte y bajo lluvia. En este último viaje a río Coco el nuncio salió de Managua el viernes por la mañana y regresó a Managua la noche de sábado de la semana siguiente, así dedicando nueve días enteros para visitar las comunidades indígenas y hacerlos sentir la cercanía del papa Francisco. Me siento orgulloso de tener un nuncio que practica lo que dice el papa Francisco del buen pastor: “Ir a la periferia” y “tener olor de oveja”. Es el primer nuncio que ha visitado comunidades miskitas de río Coco más allá de Waspam.

Pasemos a la frase “convivencia pacífica”, frase que sale en el artículo de LA PRENSA. Cuando nosotros llegamos a Francia Sirpi, una persona llevaba frente a nosotros una pancarta en que fue escrito claramente “No a la convivencia pacífica”. En esa zona de Francia  Zirpi y Tasba Raya “convivencia pacífica” implica dejar que los colonos roben impunes las tierras de la gente indígena. Así los comunitarios no tendrán donde sembrar, cosechar y mantener su familia con dignidad. También  implica no defenderse de  colonos armados que han atacado pueblos de esa zona. Y en el encuentro no se explicó al nuncio estas implicaciones de frase “convivencia pacífica”, desgraciadamente.

El señor nuncio, por su parte, ha vivido en carne propia la guerra de Biafra en su país, Nigeria. Fue una guerra entre etnias, duró dos años y medio y más de dos millones de civiles murieron por hambre. Durante esa guerra murieron dos hermanos suyos. Por eso, no quiere que ningún nicaragüense, sea indígena o sea mestizo, tenga que sufrir las consecuencias de una guerra étnica como él la vivió. Más bien desde su experiencia personal desea una “convivencia pacífica”, basada en lo que dice en Efesios capítulo 2, versos 11 al 22. Implica un respeto mutuo, diálogo y cumplimiento de las leyes justas. En la Moskitia, incluye saneamiento. De ninguna manera el nuncio abogaba por la muerte, humillación o injusticia. Así que había dos interpretaciones muy diferentes de la misma frase: “Convivencia pacífica” y esto causó descontento en la comunidad.

He conversado este tema ampliamente con monseñor Pablo Schmitz, el obispo del Vicariato Apostólico de Bluefields.  Lo expresado representa lo que los dos pensamos.

Como LA PRENSA tiene el lema “Al servicio de la verdad y la justicia” esperamos que tome a bien esta carta.
Su servidor y hermano en Cristo.

Monseñor David Zywiec, O.F.M.Cap, obispo auxiliar del Vicariato Apostólico de Bluefields.

 

Violencia y diálogo en el Caribe

En el Caribe de Nicaragua los miskitos, dueños de las tierras ancestrales fueron invadidos por colonos que llegaron a causar enormes daños a áreas protegidas, destruyeron extensiones de bosques para sembrar granos básicos o para convertirlas en potreros.

Nuestros miskitos gritaron en más de una ocasión demandando ayuda al Gobierno para no ser exterminados por sus mismos compatriotas, pero  el Gobierno no los escuchó.

El nuncio apostólico  que vino a representar a la Santa Sede, en más de una ocasión ha interferido en nuestros asuntos internos y en todos ha sido para que el Gobierno se fortalezca.  No pido que  él tome bando para el lado opuesto, simplemente digo que no tiene que inmiscuirse en nuestros asuntos internos, que por favor se dedique a orar por  los nicaragüenses que seguimos desangrándonos allá en el Caribe pringado de la  sangre de los miskitos  que poseen esa tierra desde  tiempos ancestrales, y perduraron aislados a la conquista española.

El problema se agravó y ahora unos nicaragüenses se enfrentan armados entre sí por mantener una tierra que es nicaragüense pero tiene dueños y esos son los miskitos, sin embargo los colonos no respetaron las leyes que protegen a estas tierras y en complicidad con otros miskitos traidores a sus ancestros, y notarios sinvergüenzas, entregaron a los colonos parte de esas tierras que no pueden ser vendidas.

Ahora se dice que para solucionar el problema se debe dialogar, sin embargo cuando los colonos llegaron no pidieron hablar con nadie. Existe daño a la Reserva de Bosawas y no hay culpables, los colonos quieren matar a los miskitos, llegaron hasta exterminar una familia, una madre miskita nicaragüense asesinado en su casa con su hijo, nadie pidió castigo para los asesinos y las autoridades ni siquiera los buscaron. ¿Serán los miskitos los invasores? Tal vez los colonos se dieron cuenta que los miskitos representaban un peligro y había que eliminarlos.

Según los miskitos recibieron la promesa del Gobierno de que en seis meses los colonos saldrían de sus tierras, eso sería bueno, pero no se dice de hacer justicia porque si de eso se tratara los colonos  estarían perdidos.

Mientras tanto por la zona central  y en el norte del país anda gente armada por estar en contra del Gobierno, sobre esto dicen los campesinos que gente extranjera ha llegado a comprar víveres que se han identificado como de las FARS de Colombia y que persiguen a los armados nicaragüenses.

Cierto o no esto es grave porque cuando nuestros campesinos hablan es porque saben algo.
A ningún extranjero se le permite involucrarse en los problemas internos de Nicaragua, pero he visto que solo cuando el extranjero maldice a los opositores nicaragüenses y se pronuncia a favor de  un tirano son bienvenidas esas palabras.
Alejandro Calero Dávila.

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