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Guillermo E. Miranda

Maduro vs. Trump

La fotografía en que aparece el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump,  acompañado de su vicepresidente, del senador Marco Rubio y Lilliam Tintori, esposa de Leopoldo López, definió la posición del nuevo inquilino de la Casa Blanca en sus relaciones futuras con el Gobierno de Venezuela.

La reacción de Nicolás Maduro a dicha fotografía y comentarios del presidente Trump no se hizo esperar y a la solicitud de excarcelación de Leopoldo, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, respondió mandando a ratificar la condena de catorce años que lo tiene en prisión desde hace tres.

A mi juicio el desafío de Maduro obligará a Trump a ir más allá de lo que la diplomacia y las relaciones entre países puedan esperarse. Por lo que sin importar cuánto dure esta controversia entre ambos gobernantes, solo puede tener un final y después de un análisis a la personalidad del presidente Trump, me atrevo a decirles que el futuro del señor Maduro y sus allegados no me luce muy halagüeño. Pues además de representar un gobierno corrupto, violador de los derechos humanos de su pueblo y conculcador de sus derechos políticos, cometió la insensatez de retar al hombre que hoy ostenta el título de presidente del país más poderoso sobre la tierra, cuya personalidad no le permitirá dormir en paz hasta no ver de rodillas a un despreciable  dictadorzuelo que en franca decadencia tuvo la osadía de retar su liderazgo.

¿Qué opciones puede intentar el gobierno Ortega–Murillo para evadir el bulto después de ver lo que está sucediendo con Venezuela? A mi juicio cuatro. La primera,  que ya comenzaron a implementar. Desgraciadamente haciendo uso de los tontos útiles, los codiciosos y los recoge migajas que caen del festín del dictador, esta fauna la encontraron entre infiltrados en la iniciativa privada, partidos políticos y uno que otro que a nivel personal jura estar arrepentido de haber sido alguna vez “opositor” y hoy son apologistas vergonzantes del matrimonio que nos desgobierna.

La segunda opción a la que también ya le echaron mano, es mediatizar las ansias de cambio que tenemos los nicaragüenses, escudándose en los posibles acuerdos con la Organización de Estados Americanos (OEA) sin importarles el costo político que pagará su secretario general, creyendo que esto pueda reducir las posibles consecuencias de la corrupción y falta de derechos que sufrimos desde hace una década, el día que la administración Trump dirija sus baterías contra ellos.

Una tercera, podría ser que se aconsejen y se den cuenta que los tiempos de los dictadores de izquierda y derecha terminaron y permitan una transición a la democracia sin mayores sacrificios ni traumas para nuestro pueblo.

Esta  opción tiene el inconveniente que los aduladores de la pareja presidencial comenzarán a decirles “no te vas, te quedás”, son los únicos capaces de dirigir esta nación, son el huracán de la paz y otras sandeces con el único propósito de seguir lamiendo la bota que les permite medrar alrededor del poder. Estos últimos no tienen color político ni vergüenza y los mismos se encuentran vestidos de rojo que de verde o rosado chicha y son los que más daño le han hecho a nuestra democracia.
La cuarta opción, que es la que escogió Maduro y que en su momento también escogieron Somoza, Gadafi y otros, no hace falta predecirla ya que muy pronto seremos testigos del final de los verdugos de la patria de Bolívar.

El autor es analista político.

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