Aunque para muchos el sector agropecuario se caracteriza por no pagar impuestos, representantes de las Bolsas Agropecuarias aseguran que haber pasado de aportar al Fisco unos treinta millones de córdobas al inicio de la década del 2000, a cerca de 750 millones el año pasado, es una muestra de que este mecanismo sigue aportando a la formalización de esta actividad que se caracteriza por su dispersión.
No obstante admiten que aún hay mucho por hacer, ya que se calcula que más del cuarenta por ciento de la producción comercializable del país aún no pasa por este mecanismo.
“Las estadísticas de la Dirección General de Ingresos (DGI) dicen que en 2001 ellos recaudaban 31 millones de córdobas del sector agropecuario. Nosotros calculamos que por las transacciones de todas las bolsas que existen en el país el Fisco debió haber captado en 2016 unos 750 millones de córdobas. Ese ha sido el crecimiento en 18 años”, dice el gerente general de la Bolsa Agropecuaria de Nicaragua (Bagsa), Luis Arévalo Peugnet.
El Fisco obtiene dicho aporte a través de la retención definitiva que se hace a productores individuales, empresas o cooperativas que realizan transacciones anuales menores o iguales a cuarenta millones de córdobas. Dependiendo del producto la retención oscila entre el uno y dos por ciento del Impuesto sobre la Renta (IR) de rentas de actividades económicas. Adicionalmente, al registrar dicha transacción, el contribuyente queda exento del pago de los impuestos municipales.
Este beneficio solo se aplica a transacciones anuales menores o iguales a cuarenta millones de córdobas. Las que superan este monto deben tributar por el mecanismo general. Además, se excluyen de este régimen las actividades de exportación e importación de productos.
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Lo hacen por una comisión
El mecanismo funciona desde hace casi dos décadas, ya que la primera Bolsa Agropecuaria del país —Bagsa— se fundó en 1993, pero fue hasta cinco años más tarde que comenzó a operar. Actualmente funcionan cinco, tres de ellas realizan transacciones generales: Bagsa, Bolsa Agroindustrial Upanic (Bolsagro), Bolsa Nacional Agropecuaria (Bolnasa) y dos gremiales: Bolsa Pecuaria SA (Bopecsa) y Bolsa de Leche SA (Bolechesa).
Para los representantes de las bolsas este avance hacia la formalización ha sido posible porque el perfil de los corredores de bolsa es muy distinto al de los cobradores de impuestos de la Dirección General de Ingresos (DGI).
“El corredor de bolsa es un vendedor que por una pequeña comisión va a convencer al productor, es un convencedor, no es un arrogante cobrador de impuestos. Además con la bolsa la DGI tiene una organización gratuita que le está haciendo la labor. Y si al Fisco, por ejemplo, le pagan el dos por ciento de retención definitiva por la transacción, al corredor le pagan el 0.10 por ciento de comisión, entonces la DGI gana cuarenta veces más que el corredor que realiza la gestión”, explica Arévalo.
Además, consideran muy complejo determinar qué porcentaje de los 261,321 productores que registró el Cuarto Censo Nacional Agropecuario (Cenagro, 2011) hacen uso de los beneficios fiscales que les otorga la ley al comercializar su producción en bolsa. Pero calculan que cada cliente, empresa o cooperativa que registra una transacción puede representar hasta a cien productores, ya que principalmente los más chiquitos no “llegan solos” a concretar la negociación, sino a través de terceros.
“El tema es complejo porque una cooperativa puede tener cincuenta socios o puede tener hasta dos mil, entonces es difícil determinar, pero calculo que al menos el cincuenta por ciento de la producción nacional comercializable ya se transa por Bagsa y por las otras bolsas puede pasar al menos el veinte por ciento y eso debe provenir al menos de unos cien mil productores”, sostiene Arévalo.
Un cliente representa a
muchos productores
Felipe Argüello, gerente general de Bolsagro, añade que en productos como el café, el frijol, la leche y hasta el ganado muchos pequeños productores que no tienen capacidad de llevar su producto a los centros de comercialización, lo entregan a un acopiador que al final es quien formaliza la operación.
“Entonces resulta difícil porque no llegas a conocer a todos, pero ellos están ahí atrás de las operaciones”, sostiene Argüello.
Por su parte, Jorge Medina, gerente de operaciones de Bolnasa, considera que si al menos el noventa por ciento de la producción nacional proviene de los pequeños y medianos productores, que en muchos casos llegan a los comercializadores, procesadores o exportadores, estos le transfieren el beneficio al pequeño que por diversas circunstancias no lo puede obtener por su cuenta.
El gerente de Bagsa añade que con base en las cifras del Banco Central de Nicaragua se puede calcular que la producción comercializable ronda los 1,800 millones de dólares, de los que dicha empresa comercializó el año pasado 772 millones de dólares, que obviamente proviene principalmente de los pequeños y medianos productores, ya que son la mayoría en el país.
“En nuestro caso calculamos que al menos cien mil productores están involucrados directa o indirectamente en las transacciones de bolsa”, sostiene Arévalo.
La mitad de la producción
Medina, en cambio, calcula que la producción nacional comercializable puede alcanzar los dos mil millones de dólares de los cuales, según el Banco Central, el 54 por ciento ya está dentro del mercado formal.
“Eso significaría que más de mil millones se transaron en bolsa el año pasado. Bagsa dice que anduvo cerca de los ochocientos millones de dólares, nosotros en Bolnasa por los doscientos millones de dólares y el resto le correspondería a Bolsagro ya que las transacciones de las otras dos bolsas no son significativas”, afirma Medina.
Argüello, de Bolsagro, considera que los resultados demuestran que este esquema ha sido exitoso para el Estado y para la sociedad en general porque permite formalizar a un productor que de otra forma no podrían ingresar al sistema de contribuyentes.
Los tres representantes de las bolsas agropecuarias coinciden en que es necesario seguir haciendo trabajo de campo y labor de convencimiento para atraer a la bolsa a los productores que aún no ingresan al sistema y esa otra parte de la producción que aún no se comercializa por esta vía. Pero también consideran indispensable ampliar la lista de productos transables que estableció la Ley 822, Ley de Concertación Tributaria, ya que esta limita la cobertura del sistema.
Para Arévalo y Argüello sería indispensable incluir en ella algunos productos como pollos vivos, huevos, vegetales, la producción acuícola en general, así como las frutas frescas y procesadas, entre otros.
No debería haber lista
Medina, por su parte, cree que ni siquiera debería existir una lista, sino aglutinar en las alícuotas establecidas todos los bienes que correspondan a cada uno.
“Por ejemplo, a como está establecido el uno por ciento para el arroz y la leche, el 1.5 por ciento para los bienes primarios del sector agropecuario y ahí deberían entrar todos sin excepción, todos los que salen del campo, incluida la madera. Y el dos por ciento los demás bienes del sector que no necesariamente salen del campo, pero se necesitan para fomentarlo, como son los fertilizantes, agroquímicos, sacos, alimentos para el ganado y otros similares”, detalla Medina.
Además, coinciden en que de no abrirse completamente la lista “como debería ser” al menos se deben incluir los productos más importantes.
“Al final la idea tiene que ser seguir atrayendo al sistema a todo el agro. Aunque al productor de subsistencia, que son muchos, no se le podrá sacar de la informalidad porque ahí hay autoconsumo y un intercambio quizás más vecinal en las transacciones comerciales que realiza con el poquito excedente que le queda de su cosecha, pero al resto hay que seguir insertándolo en el sistema”, concluye Argüello
A detalle
Actualmente entre las tres Bolsas Agropecuarias que aglutinan las transacciones del país cuentan con casi cien puestos de bolsa distribuidos en todo el territorio.
La lista de productos transables incluye en la alícuota del uno por ciento el arroz y leche cruda.
En la de producción primaria a la que se le retiene el 1.5 por ciento: semolina, puntilla y payana de arroz, caña de azúcar, maíz, harina de maíz, frijol, sorgo, soya, maní y ajonjolí sin procesar, trigo, harina de trigo y afrecho, café sin procesar, semilla para siembra, verduras sin procesar, achiote, cacao, canela, plantas ornamentales, miel de abejas, semilla de jícaro, semilla de calabaza, semilla de marañón, chía, linaza, tamarindo, melón, sandía, mandarina y queso artesanal.
En la alícuota del dos por ciento: alimento para ganado, aves de corral y animales de acuicultura, cualquiera que sea su presentación. Agroquímicos, fertilizantes, sacos para uso agrícola, grasa animal y ganado en pie.
Pocos concentran
Aunque la lista de productos transables es amplia y los representantes de las Bolsas Agropecuarias llevan varios años pidiendo que esta se amplíe, son pocos los productos que concentran el total de transacciones. Entre ellos está el arroz oro y granza, la leche cruda, el café sin procesar, el ganado en pie, los granos básicos y las verduras sin procesar. Otro beneficio que según las bolsas otorgan a los productores son los análisis de laboratorio que realizan.