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La leyenda de Juturna

Juturna es hija del rey de Arcadia, Daunio, quien a su vez es hijo de Licaón, a quien Zeus castigó convirtiéndolo en lobo porque ofrecía sacrificios humanos a los dioses

En el artículo sobre Cástor y Pólux, los dioses gemelos llamados los Dióscuros (LA PRENSA, 18 de febrero de 2017) mencioné la fuente de Juturna de la ciudad de Roma.

Dije que, según la leyenda, después de la batalla de Regilia en la que los romanos defensores de la república pelearon contra el destronado rey Tarquino el Soberbio y sus aliados (los sabinos), los Dióscuros les ayudaron a ganar la batalla, después llevaron sus caballos a abrevar en esa fuente y allí mismo anunciaron que la república y la libertad de Roma habían sido salvadas.

En memoria de tan notable acontecimiento, en el mismo lugar de la fuente de Juturna fue erigido un templo para venerar a los Dióscuros, los dioses gemelos Cástor y Pólux, consagrados como protectores de la libertad de Roma.

Pero ¿quién era Juturna? El gran poeta latino Virgilio la menciona al final del XX Libro (última parte) de La Eneida en el que dice que era hermana de Turno, el rey de los Rútulos que poblaban el Lacio y libraron la guerra contra los troyanos encabezados por el príncipe Eneas, que emigraron a Italia después de la Guerra de Troya. En el combate final entre Turno y Eneas, Juno (Hera) manda a Juturna a intervenir a favor de su hermano, pero Eneas, protegido por su madre, Afrodita, mata a Turno, se alza con la victoria y se decide allí el destino de Italia.

Juturna es hija del rey de Arcadia, Daunio, quien a su vez es hijo de Licaón, a quien Zeus castigó convirtiéndolo en lobo porque ofrecía sacrificios humanos a los dioses.

Juturna se casa con Jano, el dios romano de las puertas y del comienzo y final de todas las cosas, cuyo templo en Roma en tiempos de guerra permanecía con las puertas abiertas, para que el dios pudiera salir a ayudar a los romanos, y durante los períodos de paz se mantenían cerradas.

De la unión de Jano con Juturna nace Fonto, el dios de las fuentes, las cascadas y los pozos en los que la gente se abastecía de agua. En honor de este dios se hacía cada año una gran fiesta llamada Fontinalia, durante la cual los pozos eran adornados con flores que también eran arrojadas a las fuentes. Durante la gran festividad se hacían libaciones de vino y aceite en honor de Fonto, para obtener sus favores y sobre todo que protegiera el agua que daba la vida.

Otra leyenda cuenta que, siendo Juturna más bella que las demás ninfas, Júpiter (Zeus para los griegos) se enamora de ella y quiere hacerla suya. Como casi siempre, Júpiter logra su propósito y al poseer a Juturna se da cuenta que es virgen. Halagado y agradecido, le concede la inmortalidad y la transforma en una fuente, la misma a la que llegan los Dióscuros para abrevar sus caballos y anunciar la victoria de la república romana sobre sus enemigos.

Con agua de la fuente de Juturna los romanos se purificaban antes de hacer los sacrificios a los dioses, sobre todo a Vesta, la hija de Saturno que era la diosa virgen del hogar. En los sacrificios que se hacían en honor de Vesta solo se podía usar agua de la fuente de Juturna y por eso los romanos solían llamarla “el agua virginal”.

A Juturna las mujeres le rendían un culto especial, particularmente las jóvenes vírgenes y las que estaban próximas a tener un parto. Las doncellas hacían sacrificios en honor a Juturna para que les ayudara a lograr un casamiento rápido, afortunado y feliz, mientras que las embarazadas le pedían su protección para que sus partos fueran favorables y los hijos nacieran sanos y hermosos.

Hay una leyenda más sobre Juturna, relacionada con el relato de Virgilio en La Eneida acerca de la participación de la ninfa en la pelea de Turno con Eneas. Según esta leyenda Juturna no pudo ayudar a su hermano porque una de las Furias (hijas de la oscuridad de la noche y divinidades malvadas de la venganza), distrae a Turno y espanta a Juturna que se cubre la cabeza con un velo azul. En ese mismo instante Eneas mata a su fiero enemigo.

Horrorizada y adolorida por la muerte de su hermano Juturna llora sin consuelo, se sumerge en las aguas del río Numico en las que muere, ahogada. Entonces Júpiter la premia convirtiéndola en fuente y dándole la inmortalidad.

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