Cintas
Jorge Boccanera
A María Agustina, mi madre
Aros para bordar, un costurero, toda
la vida un hilo. Enhebra olores en la cocina, zurce
palabras desgarradas.
Su nostalgia es de lino.
Nunca se nace, siempre
vamos cosidos a una madre:
Y calados, botones, bastidores, vivos para la orilla
de la lengua y encajes en la risa.
Junto a la rosa triste del alfiletero: mi madre.
El camino lo alumbran las hebras de una estrella,
un viento de algodón, resplandor de abalorios.
Y en cada cosa que levantó el mundo;
la aguja y el dedal.
Puertas
Jorge Boccanera
A Francisco Ruiz Udiel
¿La compañía de nadie te devolvía ninguno? ¿Por qué abriste esa puerta? ¿Era un buitre el aire empantanado? ¿Los anhelos en el extremo de su arpón? ¿Quién trenzaba orfandad con dedos que dicen adiós? ¿La soledad que te saqueaba? ¿Nadie vio?
¿Por qué abriste esa puerta?
¿Para qué muerte estamos trabajando? ¿Hubo lágrimas sujetas por cadenas? ¿Rechinaban allí? ¿Nadie las escuchaba? ¿Qué pedías? ¿Que alguien te recibiera en su andar, en su estar? ¿Por qué abriste esa puerta?
¿Desayunaste esa mañana?
Monólogo del necio
Jorge Boccanera
¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta.
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.
Eso se come. Gula del vacío.