Al menos tres millones de dólares dejarán de percibir los productores de sorgo en el actual ciclo agrícola, ya que la producción se redujo en unos trescientos mil quintales, debido a que la siembra fue tardía en espera del establecimiento de la temporada lluviosa. Además, parte del área sembrada fue afectada por la plaga de pulgón amarillo.
“El factor clima es preponderante en este cultivo, por esperar las lluvias la gente sembró fuera del período óptimo, que es entre el 15 y el 31 de agosto, algunos el 15 de septiembre todavía estaban sembrando, entonces los rendimientos se cayeron y la cosecha se redujo en al menos 40 por ciento”, detalla Francisco Vargas, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Sorgo (Anprosor).
Según Vargas, en ciclos anteriores el sector había alcanzado rendimientos de entre sesenta y 62 quintales por manzana y en el ciclo actual fueron muy pocos los que alcanzaron volúmenes similares. La mayoría obtuvo entre treinta y 35 quintales por manzana.
Eso redujo la cosecha que se estimaba en más de un millón de quintales a solamente unos 800,000 mil quintales, que serán entregados a la industria local. Es decir se redujo en al menos 300,000 quintales que de haberse vendido a unos diez dólares por quintal habrán generado unos tres millones de dólares.
Además, no se alcanzó la meta de sembrar las 35,000 manzanas de sorgo rojo industrial que contempla el Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio para el ciclo agrícola 2016-2017. Según Vargas, la semilla disponible solo permitió sembrar unas 22,000 manzanas, de las cuales unas trescientas se perdieron por la plaga de pulgón amarillo.
“La realidad es que la proyección era sembrar 35,000 manzanas y si el invierno se hubiera visto notablemente normal se habría conseguido semilla para sembrar más, pero la gente prefirió abandonar un poco el sorgo y probar con otros cultivos que tenían mejor precio entre ellos el maní y la caña”, sostiene Vargas.
Adicionalmente la situación se agravó porque el precio del sorgo local tiene que competir con el del maíz amarillo que se produce en Estados Unidos y que además de recibir subsidio, entra al país sin pagar arancel. “Entonces, la gran industria avícola local que compra nuestra cosecha para alimentar a las aves prefiere importar ese maíz que es más barato”, explica Vargas.
Vargas dice que el sorgo solo se podrá seguir produciendo si se consiguen otros nichos de mercado, entre ellos la elaboración de alimento para ganado y cerdos o el abastecimiento a los pequeños avicultores. O almacenar la cosecha para esperar mejores precios, ya sea en infraestructura propia o comprando dicho servicio a la Empresa Nicaragüense de Alimentos Básicos (Enabas).
Vargas dice que en el caso de que se revise el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos el sorgo sería beneficiado ya que el maíz amarillo tendría que pagar impuestos para su ingreso al país.
Usar transgénicos
El vicepresidente de la Unión Nacional de Productores Agropecuarios de Nicaragua (Upanic), Martín Argüello, considera que otra de las salidas es que se acelere el proceso de validación de semillas genéticamente modificadas para migrar a cultivos alternativos como la soya y el maíz amarillo, ya que producidos localmente podrían competir con las importaciones que se realizan actualmente desde Estados Unidos, Brasil o Argentina.
“Las pruebas de validación en campo para la soya podrían estar listas para el próximo ciclo. También tendremos que ver cómo estará el mercado para el ajonjolí que podría ser otra opción que se puede considerar”, sostiene Argüello.
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