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El infortunio de Fortunatus Nwachukwu

El conflicto en el Caribe no es por creencias religiosos, sino, por las formas de propiedad de la tierra. El discurso del nuncio debió ser: Yo diré al papa Francisco que ustedes necesitan justicia para conservar la paz

El problema humano en el Caribe nicaragüense tiene implicaciones desastrosas para la unidad de nuestra nación. La autonomía regional, como forma de convivencia entre pueblos con diferentes culturas en Nicaragua, que incluyen distintos conceptos ancestrales sobre la propiedad de la tierra, sobre el vínculo con la naturaleza, sobre arte e idioma, tiene profundas raíces históricas que hacen necesario un equilibrio sutil basado en el respeto mutuo a las distintas costumbres y formas productivas.

Este equilibrio ha sido alterado unilateralmente por colonos que invaden las tierras indígenas y destruyen las reservas forestales sin el menor miramiento por los daños ambientales que provocan al país. Y, más grave aún, que desarrollan una violencia militar contra las comunidades indígenas, ya que provistos de AK-47 atacan a los habitantes de las zonas autónomas, que apelando a la Constitución de la República invocan sus derechos legales incluidos en tratados nacionales e internacionales sobre las tierras de sus ancestros.

Sin embargo, es la falta de Estado de derecho en el país, como consecuencia del régimen absolutista que inevitablemente socava la institucionalidad del Estado nacional, la que tiene consecuencias en un nivel creciente de anarquía e impunidad destructiva, que termina por fragmentar las bases legales de la convivencia pacífica en el Caribe nicaragüense.

La indiferencia del gobierno orteguista sobre el drama humano que se vive en las comunidades del Caribe no hace más que agravar el conflicto, que no solo puede desembocar en una guerra fratricida, sino que puede inducir a que la autonomía pisoteada impunemente suscite un grito desesperado separatista que resquebraje la unidad nacional, por negligencia y complicidad de Ortega. En tal sentido, el parlamento europeo emitió una condena severa al gobierno orteguista por apañar la agresión evidente que sufren los pueblos indígenas.

En este contexto, cuando debe prevalecer la solidaridad y la prudencia para atender las denuncias justas de las comunidades indígenas, actuó desafortunadamente el nuncio Fortunatus Nwachukwu, sin el menor tacto político, y con exhortaciones infantiles que ponen de manifiesto su falta absoluta de comprensión y de empatía con la tragedia que sufren los pueblos aborígenes. ¿Qué dijo a los miskitos el nuncio?

He leído distintas cartas que se presentan acá de no a la convivencia pacífica. ¿Ustedes quieren que yo vaya a decir al papa Francisco que en Nicaragua los católicos cristianos no quieren convivencia pacífica con otros cristianos católicos?

Yo voy a decir al santo padre que ustedes los miskitos católicos quieren quedar excluidos, como miskitos, y no quieren convivencia pacífica con otros católicos simplemente porque no son miskitos. Yo estoy diciendo, tenemos que aplicar la justicia, pero la tenemos que buscar por los medios pacíficos.

El conflicto en el Caribe no es por creencias religiosos, sino, por las formas de propiedad de la tierra. El discurso del nuncio debió ser: Yo diré al papa Francisco que ustedes necesitan justicia para conservar la paz.

Que yo los acompaño en su urgente clamor por justicia. Y que cuando los colonos los ataquen con armas de guerra, yo estaré aquí con ustedes defendiendo sus vidas y sus tierras, y exigiendo al gobierno de Ortega que actúe conforme a la Constitución y a las leyes que amparan sus derechos.

Pero, el nuncio hizo lo contrario, culpó a los miskitos, perseguidos y atacados, de intolerancia.

El nuncio predicó la convivencia pacífica entre agresor y agredido. De modo, que a sus ojos las víctimas se vuelven intolerantes y violentos desde una falsa contradicción religiosa, introducida a contrapelo por un extranjero que ignora olímpicamente nuestra realidad. Y que ve la religión como manipulación de la conciencia de pertenencia a una nación autónoma.

Las comunidades marginadas del Caribe deben ser integradas a la liberación que ofrecen los avances tecnológicos, pero, a partir de la propia experiencia con las oportunidades de desarrollo humano que ofrecería un gobierno democrático, de naturaleza progresista, que realice los cambios estructurales requeridos en la producción y en la distribución equitativa de la riqueza.

La convivencia pacífica no es efecto de la pasividad, como predica Fortunatus Nwachukwu, sino que es resultado del respeto a sus derechos y conquistas. La pasividad frente a la agresión significa humillación, desplazamiento, muerte, y conduce a la pérdida de la condición humana.

El autor es ingeniero eléctrico

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COMENTARIOS

  1. patricia
    Hace 7 años

    La Mosquitia fue un territorio independiente y estuvo en un tiempo bajo la figura de un protectorado y asi fue hasta que se dio la anexion en 1860 y luego en 1894 la invasion de Zelaya a la Reserva de la Mosquitia, reserva creada precisamente por el tratado de 1860 (Tratado de Managua). El estado de Nicaragua no ha respetado los acuerdos de anexion y lo que eso significa y ahora con la autonomia y la demarcacion de las tierras de la antigua mosquitia ahora se quiere tomar acciones de recupere en territorios indigenas y afrodescendientes y esto pone en tension las condiciones que hoy vivimos y el estado de Nicaragua y la iglesia Catolica debe respetar .esto

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