Después de dos semanas, Justo Rivas parece un bateador en plena efervescencia y no alguien que se prepara para despedirse del beisbol.
Rivas inició bateando de 13-8 (.667) con tres jonrones y seis remolques en el primer fin de semana. Luego agregó de 11-8 (.727) con dos trancazos y cinco empujadas.
De modo que con .667 de promedio (24-16) Justo es el cañón más humeante. Eso es admirable si se considera que tiene 37 años y ha dicho que está en su campaña final.
También ha anotado 17 carreras, mientras recibe 8 bases y colecciona cuatro dobles entre sus hits. Y pese a que nadie espera que vuele tan alto, parece dirigirse a un adiós con todas las de ley.
En las Grandes Ligas, David Ortiz tuvo su mejor campaña en muchos años en el 2016, en su despedida. Guardando distancias, a lo mejor Rivas desea salir dejando la mejor imagen posible.
¿Qué hará Rivas? Quizá deba decir primero, que ya ha construido una respetable carrera. Sus 153 jonrones son la décima mejor cifra en la historia del beisbol nica.
Pero verlo solo como jonronero sería privarlo del reconocimiento que merece. Ha sido jugador completo. Tras Ramón Padilla, fue el mejor brazo del país, con un gran guante y buen alcance.
A Justo lo afectaron temporadas de calendarios cortos como la del 2005, cuando se jugaron 42 partidos, pero aun así disparó 14 jonrones, a un promedio de 0.3 toletazos por partido. Eso es terrible.
En el 2008, coleccionó 17 tablazos en 53 juegos. Quizá ahí nos perdimos a un hombre de 30 o más jonrones con los calendarios de ahora, que son de 104 desafíos.
Aun así, Rivas tiene cifras para resistir comparaciones con artilleros de cualquier época, incluso con Norman Cardoze, el mejor jugador que ha producido Masaya.