14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
agua
Joaquín Absalón Pastora

Aquel Wilfredo

El doctor León Núñez ha escrito sobre el doctor Wilfredo Navarro. Su apreciación motiva la inquietud de aludirlo. Durante el decenio 1980-90 el PLI dio muestras de impetuosa renovación. En ese lapso el doctor Virgilio Godoy fue el protagonista. Bajo su presidencia una nueva generación prendió la acción desde que sonreía la claridad del alba. Uno de los miembros más diligentes fue Wilfredo sobre quien rasgueo por ser una figura pública, contemporáneo en las andanzas partidarias.

Me consta que el prospecto fue llevado al PLI por el ideólogo Octavio Alvarado. Supe que antes había ocupado espacios en el servicio público para los cuales mostró dedicación. Impartidor de justicia en los tribunales laborales somocistas. Lo traté plenamente a través de su función en el PLI donde en poco tiempo y gracias a sus cualidades llegó a ser presidente nacional y el delfín de Godoy, quien se sintió impresionado no solo de su dinamia sino de su intrépida oratoria luciendo el estilo bravío que debía ser atuendo en la boca radical. Expuestas las cualidades fue reflector de atracción ante la sed de la llanura de escuchar un “chagüite”, una pieza que puede convencer en su momento pero que en el fondo es la crema oral de la mentira.

En ocasión en que Virgilio y Arnoldo concertaron una propuesta de “unidad liberal”, el actual parlamentario emocionó también al entonces alcalde municipal, cargo que le sirvió para ser la antesala de la Presidencia de la República. El delfín había tomado vuelo al mismo tiempo que Julia Mena se le metió en el torbellino de la competencia. Los dos rivalizaron en el manejo del discurso agresivo, solaz de la línea. En la recta de las dilucidaciones Mena resultó ser la alcaldesa sandinista de Granada. Antes había escalado las más altas posiciones llegando a ser la vicepresidenta de Nicaragua en sustitución de Godoy. Fue evidente el apoyo que le dio el MRS en la Asamblea Nacional. Wilfredo se sintió tan deprimido que una vez la acusó de vender la dignidad del PLI al sandinismo llegando la disputa a los extremos de hacer la acusación en el Comité Ejecutivo Nacional en una sesión conmovida por las lágrimas del exponente. Recordé una frase de Aristóteles traducida en el ensayo de Raymond Bayer: “El macho es más hermoso cuando llora”. Al compás de los ojos humedecidos nunca olvidaría el sufrimiento que le había causado la caída ante la vida de uno de sus hermanos victimizado por el sandinismo, razón por la cual seguiría firme en su posición antifrentista. En ese periodo de combustión interna quién iba calcular en la métrica infinita del tiempo que los dos terminarían izando la bandera roja y negra.

Creo que Wilfredo confirmó en la órbita final que fue un excelente vendedor del producto que él supo administrar en la vitrina de la policromía, una estrella pragmática en el mercadeo de las conveniencias.

Cuando le dio la espalda a Virgilio le pregunté a este qué era en el fondo, me contestó “que no era liberal sino wilfredista”. Volví a la antigüedad de Plotino: “El hombre es esencialmente individualista, se ama a sí mismo”.

No protesto. Respeto el criterio del amigo a quien aconsejo la sencillez racional de la ecuanimidad. Eso no prohíbe el derecho que tiene el espectador de reír en el carnaval trágico de la política criolla.

El autor es periodista.

Opinión PLI Virgilio Godoy Wilfredo Navarro archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí