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Obstáculos contra la pobreza

Hay que ponerle un alto a la corrupción. Esta debe ser permanentemente denunciada por todos; medios de comunicación, periodistas, políticos, partidos políticos, sociedad civil y ciudadanos

La corrupción en todas sus modalidades y la falta de educación representan los dos grandes obstáculos que son necesarios vencer, para incidir de manera significativa y determinante en la lucha contra la pobreza y avanzar hacia un país más desarrollado.

Es lamentable que nuestra historia esté plagada no solamente por actos típicos de corrupción, sino también, por la corrupción característica de algunos gobernantes que llegando al poder han actuado como si fueran dueños de Nicaragua, visualizando al país como un territorio feudal, y de la manera más descarada disponen y se apropian impunemente de bienes del Estado, y del dinero del erario que nos pertenece a todos los nicaragüenses.

Gran parte de los funcionarios que acompañan al gobernante de turno, aceptan un cargo de responsabilidad con el criterio que dicho nombramiento representa una oportunidad para servirse y enriquecerse, y no para servir a la población, utilizando como fuente de ingreso parte del presupuesto asignado, o mediante “coimas” en los proyectos propios a realizar del cargo que desempeñan.
Hay que ponerle un alto a la corrupción. Esta debe ser permanentemente denunciada por todos; medios de comunicación, periodistas, políticos, partidos políticos, sociedad civil y ciudadanos. Están corrompiendo sin ninguna compasión ni misericordia a la sociedad en su conjunto. De continuar con esta alarmante corrupción, transformarán  y dejarán a Nicaragua  sobre un gran pantano séptico.

Así como es necesario vencer a la corrupción para avanzar hacia el desarrollo, también es obligatorio transformar la ineficiente educación existente. Tanto la educación que se imparte en las escuelas en sus niveles de educación preescolar, primaria y secundaria, como la superior de algunas universidades, son absolutamente deficientes.

Nuestra educación formal es extremadamente deficiente debido a la falta de capacitación de los profesores, y a la poca exigencia a los alumnos en los conocimientos impartidos. Hace algunos años únicamente pasaban de grado en los colegios y Universidades los que sabían, actualmente en algunos colegios y universidades los que pagan pasan, existiendo además la aberración educativa de que también pasan aunque no sepan nada, aquellos que tienen una reconocida simpatía política determinada.

Existen actualmente en el país 54 Universidades, siendo su población estudiantil de aproximadamente 160 mil estudiantes. ¿Cuántas de estas Universidades tienen un pensum académico calificado? Tienen los graduados una sólida formación profesional?

¿Qué porcentaje de ellos trabajan efectivamente en la disciplina profesional estudiada? ¿Tiene el país la capacidad de brindar a estos profesionales suficientes puestos de trabajo, o terminan laborando en algo contrario a lo estudiado?

Se deberían evaluar estas 54 Universidades y cerrar las que no cumplan con los estándares mundialmente aceptables, y revisar el 6% que se asigna del presupuesto nacional a las Universidades por medio del Consejo Nacional de Universidades (CNU), que supuestamente es la institución rectora de la educación superior, pero que en la práctica es el brazo universitario del frente sandinista.

Este 6 % que recibe el CNU representa un poco más de 75 millones de dólares y lo impulsó el frente sandinista con sentido político no académico, con el propósito de utilizar a la población estudiantil como punta de lanza en contra de los gobiernos no sandinistas. Qué casualidad que ante la deficiente enseñanza universitaria o cualquier otra causa, ahora que son gobierno no hay ninguna protesta estudiantil.

Si estos politiqueros del sandinismo pensaran como nación, lo correcto sería invertir ese 6 % en la educación formal de primaria y secundaria, y en la creación de institutos técnicos vocacionales, que es lo que más necesita el país, preparando técnicos y mano de obra calificada en las diferentes disciplinas, y asignando una pequeña partida a las universidades que efectivamente cumplan con estándares curriculares aceptables para funcionar como universidades. La educación superior la han convertido en un negocio más, y el Ministerio de Educación como órgano rector que debería regular la misma, ha sido complaciente, incompetente y tolerante con esta lamentable realidad.

No existe país alguno que haya logrado desarrollarse sobre la base de la ignorancia. La instrucción decía Benito Juárez, “es la base de la prosperidad de un pueblo”.

El autor es médico.

Columna del día corrupción Nicaragua pobreza archivo

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