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A pesar que existe una veda que protege a los garrobos y las iguanas, estas se comercializan en los mercados de la capital. LA PRENSA/C.VALLE

Zoocriaderos aportarían a la conservación de las iguanas en Nicaragua

Los zoocriaderos son una alternativa para conservar la iguana o el garrobo, ambos amenazados por la caza indiscriminada. No obstante, la inversión asciende a más de mil dólares

Manchas tornasoles cubren su cuerpo que acaba en una cola larga. Moracho, Cola Chata es una especie de iguana que está clasificada “en peligro”, y que en el 2013 se contaban alrededor de 1,250 individuos en el país, según la Lista Roja de Especies en alto riesgo.

Ante dicha situación, la implementación de zoocriaderos es una buena opción para la  recuperación de iguanas y garrobos, que son comercializados, incluso, en el tiempo de veda aseguró el oficial de industrias extractivas del Centro Humboldt, Jurgen Guevara.

Uno de los ejemplos más concretos, que bien podría multiplicarse en el país, es el zoocriadero de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan-Managua). Este contó con el apoyo del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena), explicó el biólogo César Otero, quien fue su fundador.

El proyecto dio sus primeros pasos en 1996 con un inventario de 80 iguanas, mismas que se multiplicaron hasta contabilizar tres mil en un momento determinado. Surgió para fines educativos y no comerciales, de tal forma, que los estudiantes pudieran desarrollar estudios sobre la especie, en especial, para monografías.

Para administrar un zoocriadero se debe aprender la técnica, advierte el biólogo Otero. En su caso, él estuvo detrás de la iniciativa durante catorce años, tiempo en el que se garantizó la incubación de los huevos y se hacían control de temperatura y humedad. A la vez, también se velaba por proveer la comida a las iguanas. Este ejemplo se replicó en otras zonas del país, como Jinotega y Boaco.

En el zoocriadero también se logró tener iguanas, garrobos y tortugas; cada uno de ellos por separado. Cabe destacar que para el desarrollo del proyecto, la inversión inicial fue cerca de tres mil dólares solo para infraestructura, dijo Otero.

Para Guevara, la conservación de la especie se puede hacer perfectamente. “Esta es una muy buena opción (zoocriadero) porque es como que estés criando otro tipo de especie (…) como que tengas una crianza de ganado, de ovejas, de gallinas”, pero siempre velando por su conservación.

De acuerdo con el V Informe Nacional de Biodiversidad del año 2014, emitido por el Marena, en Nicaragua existen 179 especies de reptiles, que equivale al 0.87 por ciento del total nacional, y en el caso de las aves, se contabilizan 754 que conforman el 3.68 por ciento a nivel de país.

Tasas desperdiciadas

La ausencia de estadísticas actualizadas que reflejen el estado de los animales en riesgo es una constante, tal como se repite en otros campos. Para Guevara, el país no ha advertido las tasas de aprovechamiento de estos animales, tal como Brasil o Colombia lo ha hecho.

Es decir, “vos tenés que dejar crecer la población-de iguanas- hasta cierto punto y cuando tenés una población de especies bien manejada, vos podés extraer, hasta cierto punto, parte de esa población para suplir las necesidades sin llegar al punto crítico en el que la especie pueda llegar al peligro de extinción”, explicó Guevara.

Asimismo, Otero y Guevara explicaron que la promoción de zoocriaderos podría aportar a la disminución de incendios forestales, debido a que los cazadores prenden fuego para obtener el animal, y poder comercializarlo, hecho que es más común en la época seca del año.

Los zoocriaderos son sitios donde se reproduce una especie en cautiverio bajo un óptimo manejo, es decir, se cuida del estado de salud, condición alimenticia y reproducción con el fin de comercializar la especie y ayudar a liberar la presión sobre sus similares silvestres, definió el biólogo Allan Gutiérrez.

 

 

 

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