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Cartas al Director, farsas electorales

Cartas al Director

Las mujeres somos parte de la historia, somos parte del hombre. No hay que ser feministas para entender que el rol que cumplimos dentro de la sociedad va más allá de ser madres o esposas

Mujer, némesis del hombre
Las relaciones hombre-mujer siempre han sido complicadas. Desde la Sagrada Biblia, en Génesis 3,  Yavé Dios condena a la mujer por haber hecho pecar al hombre, multiplicando los dolores de su preñez, a parir con dolor y buscar con ardor a su marido, quien la dominará. Desde este momento, por ley divina la mujer queda sometida al hombre.

Al hombre por haber escuchado a la mujer y comer la fruta del árbol prohibido Dios   lo castigó a trabajar la tierra y ganar el pan con el sudor de su rostro hasta el día que vuelva a la tierra hecho polvo.  Por este hecho no creo que el hombre se sintiese muy contento.

Esta cita bíblica constituye,  quizás, la primera división del trabajo. Los hombres salían a realizar los trabajos más arduos como cazar y cultivar la tierra, mientras la mujer se dedicaba a la recolección. Los hombres se dedicaban a las actividades directamente relacionadas con la fuerza y debido a esto se va dando la diferencia física entre los dos géneros.

Durante la edad media las cosas se ponen aún más duras para la mujer,  ya que el mundo se consolidó como un todo en donde los hombres eran el centro, los únicos que tenían la posibilidad de conocer y entender la verdad revelada por Dios. De esta forma los hombres llegan a poseer un arma poderosa, el conocimiento que relegan a la mujer a una posición en la cual era más valioso un animal de carga, la mujer era vista como esclava o simple  objeto de reproducción.

Con la industrialización  se vislumbra un nuevo panorama que le da a la mujer una pequeña posibilidad de acercarse al trabajo como forma de ayudar en el sustento de su hogar y la coyuntura de la Primera Guerra Mundial obligó a las mujeres a salir de sus casas con el consentimiento de sus esposos y padres.  Los hombres iban a la guerra y las mujeres debían encargarse de las tareas que antes eran exclusivas de los hombres, esta situación se acentuó más durante la Segunda Guerra Mundial. Obedeciendo a esta necesidad las mujeres empiezan a ser visibles bajo el exhaustivo ojo del hombre.

Ha sido una verdadera lucha, en especial para las mujeres, el entender que el hombre no es el centro del mundo y que no deben vernos como sus “enemigas”, como sus némesis, como me lo comentaba un amigo hace pocos días.

Las mujeres somos parte de la historia, somos parte del hombre.   No hay que ser feministas para entender que el rol que cumplimos dentro de la sociedad va más allá de ser madres o esposas (sin menosprecio de esta hermosa e importante tarea), somos ejes y engranajes de esta gran maquinaria llamada sociedad.
Nimia Serena Pérez Bermúdez.

 

Mujeres de coraje
Fue agradable para mí leer una prosa en el Festival de Granada.  Me inspiraron algunas mujeres y su lucha por un mundo mejor; mencioné entre otras a Rafaela Herrera, Lilian Tintori, Conchita Palacios, Francisca Ramírez y Gioconda Belli. Revivió mi inspiración el merecido y justo reconocimiento a la doctora Vilma Núñez como “mujer de coraje”. El pergamino lo entregó la embajadora de Estados Unidos, Laura Dogu. Rosario Murillo vio esto con odio y envidia y redactó una nota de protesta denunciándolo como un acto hostil, falta de respeto e injerencismo político contra el Gobierno y el pueblo de Nicaragua. Rosario no firmó la nota, obligó a sus empleadas a firmar aunque no les gustara y les diera vergüenza hacer el ridículo. La calle está dura.

El Parlamento Europeo y la doctora Núñez señalan directamente a Daniel Ortega como el violador de los derechos humanos, el último acto hostil donde se involucró a la Embajada americana fue cuando llegó Gustavo Porras al frente de las turbas orteguistas a sitiar la sede diplomática para lanzar bombas caseras y morteros poniendo en peligro a todo el personal diplomático,  incluido el embajador Robert Callahan,  quien curiosamente nunca protestó el abusivo ataque a su territorio. En cambio Ortega reconoció el “acto heroico” de Porras y hoy es el presidente de la Asamblea Nacional.

Desempolvando la historia, recordemos que el orteguismo inventó el Cenidh para defender a sus partidarios y desaparecer a la CPDH. Pusieron al frente del Cenidh  a la doctora Núñez, pero ella no tomó bandera partidaria y comenzó a defender a la población contra los que siempre han sido violadores de los derechos humanos.

Inventaron la Iglesia popular para destruir a la Iglesia católica, hoy ni el sacerdote Ernesto Cardenal apoya al dictador y la Procuraduría de los Derechos Humanos es ciega, sorda y muda y avala las violaciones de la dictadura Ortega-Murillo.

Expreso mi solidaridad con doña Vilma. Si ella no habla, “las piedras hablarán”,  como dice la Biblia. En esta lucha del bien contra el mal, siempre se impone la luz a las tinieblas, Dios está con nosotros. Imaginemos que estas sufridas empleadas de Rosario firmaran un documento felicitando al Cenidh y a doña Vilma por su reconocimiento internacional como “mujer de coraje”… La doctora Vilma Núñez y su organización en estos momentos estarían tan desprestigiadas y devaluadas como lo está la pareja que designó el Consejo Supremo Electoral para que nos desgobernara.
Leopoldo Villalta López.

 

Silencio externo sobre problemas de Nicaragua
Con gran admiración sigo muy de cerca las tan esperadas entrevistas y publicaciones del señor Andrés Oppenheimer, las que me parecen, a la par de muy profesionales, atinadas.

Pero veo con una tristeza indecible cómo los medios de comunicación internacionales nos han abandonado como individuos o población nicaragüense. Los nicaragüenses al igual que  los cubanos y venezolanos vivimos bajo la bota brutal y tiránica de otra dictadura izquierdosa y tan feroz y criminal como cualquier otra con la que se le quiera comparar. Aquí todo es arbitrario y nadie, internacionalmente hablando, le da cobertura a tales atropellos, los excesos que a diario cometen los  gobiernos de Cuba y Venezuela y que son noticia en los medios internaciones, los de Nicaragua ni siquiera son mencionados.

La periodista Samanta Lugo, creo que asignada por CNN en Español a Nicaragua,  nunca o casi nunca pasa una noticia de aquí y si lo hace tal información no engloba todos los hechos de la noticia transmitida. Es triste y desesperante.

Desde el 2004 el fraude electoral ha sido una constante en cada elección sin excepción ninguna, pero a la prensa internacional nada le llama la atención; la oposición ha sido desarticulada por el régimen, ya hay presos y perseguidos políticos pero eso no les llama la atención. Todas nuestras libertades están reducidas a menos que nada, somos reos en nuestro propio país pues quien levanta la voz es objeto de persecución, de viles amenazas y montajes con drogas y otras falsas acusaciones para encarcelarnos, pero eso no le llama la atención. Los pocos medios de comunicación como el Diario La Prensa, Radio Corporación y Confidencial viven bajo una especie de psicosis colectiva, incluso, yo mismo le tengo pánico al régimen.

La única justificación que encuentro para ello es que por ser Nicaragua el segundo país más pobre del hemisferio, que por no tener los grandes yacimientos petroleros de Venezuela, que por no rayar ningún índice de importancia regional y menos global, no se nos da cobertura a nuestras desgracias. Creo que nos miran menos que parias.
César Augusto Bravo Vargas.

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