14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Róger Mendieta, FSLN
La Prensa

La oposición ante el reto electoral

En ningún  país democrático  hay incertidumbre entre los partidos de la oposición,    para participar en las elecciones. De hecho, la única incertidumbre electoral en un país democrático —como por ejemplo Costa Rica y Honduras, para mencionar solo a los vecinos en el sur y el norte  de Nicaragua—, es  qué   partido  y cuales candidatos ganarán las elecciones,  sobre todo cuando la competencia es reñida.

Pero en Nicaragua  no hay  elecciones libres y transparentes,  sino farsas electorales. Precisamente porque el 6 de noviembre del año pasado no habría elecciones verdaderas, el secretario  general de la OEA, Luis Almagro,  se sintió obligado a intervenir  desde antes de que se consumara la farsa electoral. No hizo nada por impedirla,  pero   se ofreció para servir de intermediario y tratar de que las siguientes elecciones en Nicaragua, que serán las municipales de noviembre de este año, tengan un mínimo de confianza en virtud de  algunas pequeñas reformas y sobre todo por la observación electoral de la misma OEA.

De manera que  el secretario general de la OEA por lo menos le  pudo arrancar un pelo al lobo orteguista, como dijimos en un comentario sobre el Memorándum de Entendimiento que firmó con el Gobierno de Nicaragua.

Ortega se tuvo que   tragar    los insultos que había lanzado contra la OEA y sus  observadores electorales  y suscribió el Memorándum de Entendimiento con su secretario general. Pero no porque quiera adecentar su   sistema electoral, sino porque pretende   evitar que el Congreso de los Estados Unidos apruebe la “Nica Act”,  o cualquier otra ley que lo vaya a  sancionar  por sus atropellos a la democracia.

Sin embargo,   la intervención de la OEA ha abierto una pequeña brecha  que las fuerzas democráticas del país podrían —o deberían— aprovechar  en la larga y penosa  lucha por la   restauración de la democracia. O al menos para no   quedar  limitadas a hacer  llamados  a la movilización de una ciudadanía que por ahora  no quiere movilizarse.

Pero no toda la oposición tiene la posibilidad de aprovechar la pequeña apertura lograda por la OEA. Esto solo  lo puede hacer el nuevo partido liberal  Ciudadanos por la Libertad (CxL), que está a punto de obtener su personalidad jurídica. Los otros sectores de la oposición:  Frente Amplio por la Democracia (FAD), Movimiento Unidad con Dignidad y otros grupos dispersos, no pueden  participar en las elecciones, aunque quieran, porque no tienen la personería jurídica que es  indispensable para eso.

En esta situación,  el grupo opositor  que tenga   personalidad jurídica y pueda   competir en los comicios, debería invitar  a los excluidos a formar una   amplia alianza electoral,  democrática  y pluralista,  que les  permita  a todos enfrentar al orteguismo en mejores condiciones.

Eso se podría lograr  si los líderes opositores se despojan de  resentimientos, prejuicios,    desconfianzas y  celos de liderazgo  político.  La unidad opositora o la alianza de los diversos sectores democráticos   debería estar por encima de todo eso, porque    es indispensable para poder enfrentar con mejor posibilidad de éxito a la dictadura.

De otra manera el régimen orteguista seguirá consolidándose y los opositores terminarán uniéndose en la cárcel, como dijo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal en una ocasión,  cuando se luchaba contra el somocismo.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí