La liberalización de las normas sexuales es hoy la primera línea de lucha cultural. Nuestra sociedad está sintiendo los efectos de la inversión de valores morales, como la destrucción de la familia. Pero son pocos los que están conscientes de que detrás (de la ideología) se esconde una estrategia de la élite del poder. El mensaje que intenta transmitir este gobierno ilegítimo es la desregulación de las normas de conducta moral, lo que conduce a la destrucción de la cultura. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 dice que la familia es el núcleo de la sociedad y que para permitir su existencia, es necesaria una regulación moral. Pero hoy con todas las agresiones que los niños reciben a través de los medios de comunicación mediática de la familia en el poder, hace difícil que puedan convertirse en adultos maduros, capaces de asumir la responsabilidad de ser madres y padres. El concepto de “género” presupone que cualquier orientación sexual es equivalente y debe ser aceptada por la sociedad.
El objetivo es la superación de la “heterosexualidad forzada” y la creación de un hombre nuevo, que se permita la libertad de elegir y disfrutar su identidad sexual, con independencia de su sexo biológico. Cualquier persona que se opone a esto, se les discrimina rotulándolos como “homofóbico”. Se trata de un ataque mundial contra el orden de la creación y, así, a toda la humanidad. Esto destruye las bases de la familia, entregando al déspota de turno a la persona que ya no es capaz de reconocer si es hombre o mujer.
La diferencia decisiva se produjo con la Revolución Cultural de los setenta. Promovida por estudiantes, la rebelión se basó en tres impulsos: los jóvenes se sintieron atraídos por las teorías marxistas de Cuba; en segundo lugar estuvo el feminismo radical, que buscaba liberar a las mujeres de la “esclavitud de la maternidad” (estas son las palabras utilizadas por Simone de Beauvoir); el tercer impulso fue el de la “liberación sexual”. Las palabras de moda en este sentido fueron: Cuando tu sexualidad sea “liberada”, habrás derrumbado cualquier tipo de condicionamiento moral, entonces se podrá construir una sociedad libre de la opresión. El núcleo de esa revolución: la desregulación de las normas morales sobre la sexualidad.
La revolución sexual global está promovida por las élites en el poder. También a toda una impenetrable red de otras organizaciones ocultas: las que forman parte de los grupos industriales globalizados, las grandes fundaciones como la Rockefeller y Guggenheim, la gente muy rica como Bill y Melinda Gates, Ted Turner, el presidente Donald Trump, o las organizaciones no gubernamentales como la Federación Internacional de Planificación de la Familia (Planned Parenthood Federation) y la Unión Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA).
Todos estos individuos trabajan en los niveles superiores de la sociedad disponiendo para ello de enormes recursos económicos. Y todos tienen un interés común: reducir el crecimiento de la población en este planeta. El aborto, el control de la natalidad, la destrucción de la familia: todo esto sirve para el propósito de crear un nuevo orden mundial. No es casualidad en Nicaragua la ilegítima Ley 779. Los jueces de violencia, los fiscales, medicina legal, la Policía y medios de comunicación son financiados por las organizaciones ocultas. ¿Cuántas familias fueron separadas? ¿Cuántos hombres sufrieron y sufren cárcel por una falsa denuncia? ¿Cuántos niños son huérfanos de padres vivos? Nuestro niños varones tienen un estigma, el proyecto de Dios se llama familia, hombre y mujer.
El autor es catedrático universitario.
