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Cartas al Director, farsas electorales

Cartas al Director

Palabras tan ciertas y tan olvidadas por la sociedad nicaragüense son esas que dijo esa mujer. A veces se nos olvida de dónde venimos, quiénes somos, qué tenemos realmente y qué aparentamos tener.

“Yo también soy pobre”   
Estas fueron las palabras que una señora estando en un bus me dijo. Considerando que las realidades son tan similares entre quienes abordamos un bus urbano en la ciudad de Managua, no será difícil comprender por qué ella dijo: “Yo también soy pobre”.

A eso de las 6:40 tomé el autobús. Increíblemente, en esta ocasión no esperé tanto tiempo porque encontré un bus sumamente lleno, pero con un hueco donde alcanzaba yo. Dicho hueco no fue fácil de abrir, dado que ya habían subido varios y faltaban tres hombres más. A quienes el conductor les marcó el pasaje y les mandó que entraran por la puerta de atrás.

Habiendo subido ya al bus, una señora que tenía alrededor de 50 años y a la que veo todas las mañanas corriendo de un lado a otro para ver si alcanza en un bus, se dirigió a mí diciendo: “Si no fuera por mí, no hubieras alcanzado”. “Gracias”, le respondí mientras le sonreía como muestra de mi gratitud.

Luego miró a un hombre, quien aparentemente se molestó con ella porque lo empujó para que yo lograra alcanzar y me dijo: “Él se molesta porque lo empujé, pero yo también soy pobre y sé lo que es andar en bus y no tener posibilidades de ir cómodamente en un carro. Por eso tengo consideración con los que están allí abajo intentando entrar”.

Palabras tan ciertas y tan olvidadas por la sociedad nicaragüense son esas que dijo esa mujer. A veces se nos olvida de dónde venimos, quiénes somos, qué tenemos realmente y qué aparentamos tener.

Esa señora fue sumamente sincera al decir: “Yo también soy pobre”, porque pese a que andamos vestidos, quizás desayunados, tenemos trabajo, estudio, etc.; no tenemos acceso a otro medio de transporte que no sea ese por el que pagamos 2.50.
Susan Guillén.   

 

Accidentes de tránsito    
Estamos en una etapa de la vida en que se han vuelto epidemia de muerte los accidentes de tránsito, en la que la mayoría de los casos mueren jóvenes, o niños y estos a su vez resultan ser motorizados.

La tragedia ocurrida en León en donde una joven madre pierde a sus dos niños por irresponsabilidad, tanto de ella como del conductor, siempre por la desesperación de llegar temprano, porque les agarró la tarde.

Otros accidentes fatales ocurridos se dan por falta de mantenimiento al vehículo.

Se ha comprobado que el casco que es obligatorio portarlo para los motoristas no es garantía de vida, porque aun con el puesto mueren debajo de las llantas del vehículo.

Las muertes que provocan los conductores borrachos son las que más duelen y las más condenadas, por eso se debe aumentar la pena de cárcel para estos asesinos.

Igual sucede cuando un conductor con un timón de camión o bus que conduce, y protegido a más de un metro de altura invade carril contrario principalmente en curva, jugando a la lotería pero sin perder él nunca, se va de frente y a toda velocidad contra el vehículo que es emboscado llevando de este modo devastación a una o varias familias que no esperaba una tragedia de esa magnitud. Esto es una muerte premeditada, no debe tratarse como homicidio, es asesinato.

El conductor que con el cuento que se le descompuso el vehículo se quedó en la carretera y no instala las señales luminosas de advertencia comete crimen premeditado.

Sin duda que los sentimientos se llenan de rabia y exigir todo el peso de la ley no es suficiente, si condenan al conductor a cuatro años de cárcel va a salir mucho antes porque padece de enfermedades, tiene buen comportamiento y cualquier cosa para disminuir la pena.

La irresponsabilidad también proviene de la víctima cuando causa un accidente o se mata por no darle mantenimiento al vehículo.

La temeridad, natural de los jóvenes, el peligro es su aventura, si causan daño o muerte se dan a la fuga, no enfrentan con temeridad las consecuencias de sus actos a no ser que muera en su irresponsabilidad. Un amigo que participo de esos “juegos” dice que se iban a una loma en bicicleta o moto y se dejaban venir cuesta abajo, si no venía vehículo se salvaba y si venía morían o quedaban parapléjicos.

Cuando el Gobierno ha utilizado jóvenes como pandilleros junto a la Policía en agresiones a ciudadanos demócratas, estos jóvenes creen que tienen siempre ese respaldo, estos se vuelven temerarios y algunos abusan de su suerte hasta que son víctimas de sus propios actos, muchos utilizan como arma de ataque la motocicleta y el casco como disfraz.
Alejandro Calero Dávila.    

 

Lucha por la dignidad   
Estupefacta ha quedado parte de la ciudadanía con dos dedos de frente al leer el artículo de todo un señor catedrático que establece como prioridad cultural la lucha contra la liberación sexual y el derecho a la diversidad y, en su apasionada soflama, mete en el mismo saco al Gobierno nacional, a los gobiernos extranjeros, a las transnacionales y a los movimientos por la igualdad de género.

Discrepemos, brevemente, sugiriéndole que la prioridad real es la lucha por la dignidad de los seres humanos, en pie de igualdad y oportunidades.

Superado este escollo, parece injusto comparar un sistema que tolera la diversidad folclórica del diente al labio, a la vez que obliga a parir a las niñas violadas o niega una segunda oportunidad a los niños abandonados cancelando las adopciones, con los genuinos movimientos de género que pelean por la vida y honra de las mujeres y por el derecho inalienable a la diversidad sexual.

Liberación es una palabra hermosa a la que solo pueden temer quienes se hallan instalados en la inseguridad o el fanatismo.

Y por favor, absténgase de mencionar la Ley 779, ya puro papel mojado, tras un reglamento derogatorio alentado, precisamente, por los enemigos de la libertad: mediación, buen hombre, mediación, es el nuevo pasaporte para la defunción.

Clase de valores decimonónicos los que este académico estará insuflando a sus educandos. No quisiera tener veinte años y estar bajo su égida.
Javier Amor.  

 

Error ortográfico en caricatura    
Con el debido respeto me tomo la libertad de hacer una pequeña observación.

Las caricaturas son un reflejo real del ambiente del país, pero encontré un error de ortografía.

En el Azote Lírico, edición del 19 de marzo de 2017, cuyo personaje es Ernesto Cardenal, en la segunda columna, verso #10 está escrito “Ya ha su edad” cuando debe ser “Ya a su edad”.
Erwin A. Aguilar. New Orleans, Louisiana.    

Néstor Avendaño no desiste de acusación    
En la página 6 de la edición del Diario LA PRENSA del viernes 17 de marzo de 2017 apareció publicada la falsa noticia “Avendaño desiste de acusación”, porque lo que expresé en mi Carta Abierta al poder judicial es que desisto de pedir justicia ante ese poder del Estado debido a que “los servidores públicos encargados de impartirla y asegurarla me la han denegado”. Desistir de pedir justicia en mi país no significa desistir de mi acusación.

Nunca he desistido, ni desisto ni desistiré de mi acusación contra Eduardo Montealegre por sus graves injurias y calumnias, ya que él “es el ejemplo nacional con mayor notoriedad pública y transparencia para demostrar la violación de los derechos humanos y la impunidad en nuestro país”.
Néstor Avendaño Castellón. Economista.

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