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¿Qué tan engañado lo tienen?

La prestigiosa Harvard Business Review, en su edición marzo-abril 2017, publica el artículo Bursting the CEO Bubble o Reventando la Burbuja del CEO (traducción libre), de Hal Gregersen, que estimo debería ser de lectura imperativa por todos aquellos gerentes generales o CEO’s

La prestigiosa Harvard Business Review, en su edición marzo-abril 2017, publica el artículo Bursting the CEO Bubble o Reventando la Burbuja del CEO (traducción libre), de Hal Gregersen, que estimo debería ser de lectura imperativa por todos aquellos gerentes generales o CEO’s a como glamurosamente ahora algunos gustan autodenominarse.

No pretendo hacer un resumen de ese formidable artículo, sino solamente apoyar su contundente idea central, que las gerencias generales —debido a su estatus y autoridad— con frecuencia desconocen detalles específicos, a veces legítimamente críticos, de la marcha del negocio, fenómeno provocado por los diversos rituales, liturgias y otras parafernalias asociadas con el poder interno, pero sobre todo, por el temor de los subordinados a llevarle malas noticias; otras veces, simplemente por incomodidad de parte de sus gerencias de más confianza, en discrepar de los puntos de vista de aquel, retando sus supuestos, planes o estrategias.

El estudio que dio origen a ese útil artículo, está basado en entrevistas directas a más de doscientos ejecutivos principales, cuyos testimonios y experiencias dejan expuesta una verdad inquietante para usted señor-a gerente general: tenga cuidado con sus colaboradores, que la mayoría de las veces, lo engañan, porque le ocultan o plantean las situaciones en colores pastel, más que en los útiles blanco y negro, por lo que usted enfrentará tarde o temprano, problemas de perspectiva por ese flujo de información manipulada, masajeada, o bien, totalmente inexistente, sobre todo cuando ya es tarde para tomar una acción oportuna y correcta.

No obstante, no hay nada más humano y comprensible que el temor y la resistencia de los colaboradores a ganarse un conflicto, sobre todo, con quien determina los ascensos, promociones y bonificaciones.

Este encapsulamiento ritual genera un vicioso rezago en la toma de decisiones, lo que obligará eventualmente a que la organización entera se vea ahora en necesidad de maniobrar de emergencia, con alto riesgo que la decisión sea radicalmente equivocada o con pocas probabilidades de éxito, ya que como conductas precursoras, hubo una resistencia marcada a presentarle al tomador de decisiones aquella información desfavorable, por temor a ser rechazados como razonamientos a contravía de su supuesta sabiduría e infalibilidad estratégica.

¿Qué hay que hacer entonces? Gregersen aconseja a los CEOs que bajen de su remoto Olimpo, que visiten el campo, que promuevan conscientemente en todo su personal la práctica de preguntar, de discrepar, de cuestionar, de sentirse cómodos con lo incómodo: ¿Si estuvieras en mis zapatos, por cuáles cosas crees que yo debiera preocuparme más? ¿Qué cambios harías si pudieras ejecutarlos personalmente? ¿Qué información sabes o sospechas que yo no conozco pero que me sería útil saberla?

Recomienda también efectuar “giras de escucha” para que el CEO interactúe directamente con el personal de campo, advirtiendo que entre más solo lo haga, mejor, puesto que frecuentemente estas visitas son tan montadas, que hasta podrían superar las tramoyas de la obra de teatro más elaborada, evitando alcanzar la mayor efectividad en recibir retroalimentación del personal ejecutando las operaciones.

Algunos ejecutivos de empresas globales, consideran estos fenómenos conductuales como el reto número uno a ser superado por ellos mismos, ya que “siempre habrá personas que le dirán las cosas que ellos piensan que usted desea escuchar, mientras que otros estarán con temor —a veces pánico legítimo— de decirle las cosas que ellos creen que usted no quiere escuchar”. Nada extraño, pura naturaleza humana.

Esa conducta ilustra lo que ocurre en algunas empresas contemporáneas, cuando los puestos allegados a las gerencias generales, les escogen y dosifican quirúrgicamente la información a ser conocida, a veces, con resultados catastróficos.

¿Qué tan engañado lo tienen? (*) El autor es director ejecutivo de Cambio Cultural Consultores

Economía Competitividad Empresarial archivo

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