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En Letra Pequeña

Nunca antes la sociedad había estado tan observada como hoy. Hay mil ojos que todo lo ven, y así como el video puede servir para salvar o evidenciar una fechoría, también puede dañar vidas y reputaciones.

El poder del video

Un conductor de bus, desesperado por avanzar en una carretera congestionada, se las quiere pasar de listo y decide invadir el carril contrario. A pitazo limpio va apartando los vehículos que de repente se encuentran con esa mole avanzado contra la vía. Estas maniobras temerarias ocurren con tanta frecuencia que hubiese sido una más a pesar del peligro que representa, de no ser por un hecho que cambió todo: alguien filmó al bus en plena fechoría. Cuando vieron que se le estaba filmando, conductor y ayudante hicieron gestos obscenos y hasta intentaron agredir a quien grabó el video que finalmente resultó prueba irrefutable para el despido del conductor y su ayudante pocos días después, cuando se viralizó en las redes sociales.

Prueba de juicio

Otra vez el video fue protagonista determinante cuando un conductor de ruta se tiró el semáforo en rojo, chocó contra un carro que comenzaba avanzar con su luz verde y finalmente se estrelló contra un bloque de concreto. Una mujer murió y otras personas resultaron heridas. El conductor ya se declaró culpable de hecho. Providencialmente había una persona que grabó el momento con una cámara desde su carro. Sino la historia hubiese sido otra. Porque lo primero que hizo el busero fue alegar que el semáforo estaba en verde, y sin video probablemente hubiese podido presentar 10 testigos que confirmarían su versión. Y como suceden las cosas en Nicaragua, no es nada descabellado pensar que sin video es probable que el busero estuviese libre, y la primera víctima, el señor al que le chocó el carro, estuviese condenado por los daños y muertes ocasionados.

Policías

Cuando la población comenzó a grabar a los policías, los policías reaccionaron con agresividad. Acostumbrados como estaban algunos a violar los derechos de los ciudadanos con total impunidad, encontraron en el video un testigo incómodo. No pocos ciudadanos terminaron vapuleados o con sus huesos en la cárcel por grabar las acciones de los policías. “Acaso no sabe usted que está prohibido grabar a la autoridad”, se alcanza a oír en un viejo video poco antes de que el agente le arrebatara el celular de la mano a quien le grababa, sin que nadie pueda explicar cuál ley era esa que el policía aducía. Todo esto quedó aclarado cuando LA PRENSA consultó al entonces vocero de la Policía, comisionado Fernando Borge quien dijo: “Si están trabajando correctamente y no tienen nada que ocultar, porque el trabajo de la Policía en la calle es un trabajo público, no hay problema”.

Redes sociales

El poder del video, tampoco podemos ignorarlo, está en las redes sociales. Si el video es Clark Kent, con las redes sociales se convierte en Supermán. O… en un supervillano. ¿Qué habría sido del incidente de la muchacha periodista si no hubiese video? ¿O redes sociales? De comentarios de vecinos no habría pasado. Sin embargo, el video y las redes sociales transformaron el hecho en algo distinto. La atención pasó del accidente automovilístico a una discusión masiva sobre el periodismo amarillista, y evidenció la mezquindad de una sociedad dispuesta a linchar a una de las suyas en nombre de una moralidad que no practicamos en nuestras vidas. Porque hay una moralidad para redes sociales y otra para la vida que llevamos.

Denuncia

El video también es arma de protesta y denuncia. Cuando las turbas atacaron la protesta de jóvenes de OcupaINSS en junio del 2013, cuidaron muy especialmente de despojarlos de todas las computadoras, tabletas y celulares que tenían para evitar cualquier filmación. Sin embargo, un solo teléfono que sobrevivió pudo grabar por una rendija el momento en que los delincuentes empujan uno de los siete carros que nunca más aparecieron ayudados por policías. Hasta el día de hoy el Estado se ha comportado como si este crimen nunca sucedió. Pero, ahí está el video que lo desmiente.

52 ojos

Se supone que en Managua hay 52 intersecciones donde los semáforos tienen cámaras grabando.  Todo se controla en un centro de monitoreo con pantallas múltiples ubicado en la Alcaldía. Digo se supone porque este dispositivo solo fue presentado a los periodistas oficialistas. Se supone también que esas cámaras sirven para conocer el flujo de vehículos y así regular el tráfico desde los semáforos. Sin embargo, todos sabemos que en las calles de Managua suceden más cosas que vehículos pasando. Hay accidentes, robos, asaltos y protestas políticas que con toda seguridad estarán siendo observados por esos ojos que el Estado ha dispuesto.

Gran hermano

Nunca antes la sociedad había estado tan observada como hoy. Hay mil ojos que todo lo ven, y así como pueden servir para salvar o evidenciar una fechoría, también pueden dañar vidas y reputaciones. Los videos son Dios o Diablo. Madre o madrastra. Héroes o villanos. Porque así como hay ciudadanos registrando en videos las fechorías de los malechores, hay malechores vigilando en video la vida de los ciudadanos. El “gran hermano” que George Orwell imaginó en su novela “1984”.

Columna del día En Letra Pequeña Fabián Medina archivo

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COMENTARIOS

  1. Gustavo
    Hace 7 años

    Los que quemaron el antiguo cine Gonzalez fueron atrapados por video.

  2. Roberto Blanco
    Hace 7 años

    Buenísimo como siempre

  3. Leonel Marin
    Hace 7 años

    Lic. Medina lo felicito x su acertada columna. Es que no hay educacion vial. La mayoria de las caponeras y buseros conducen en estado de ebriedad. No respetan la luz roja y se la vuelan. Aqui en Carr. a Masaya he visto muchos accidentes debido a la ingesta del alcohol y de otras sustancias ilegales sicotropicas.

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