Recientemente publiqué una caricatura sobre la pelea en la que al “Chocolate” González lo despojan de su título, haciendo una analogía con la frustración que muchos nicaragüenses sentimos al saber que nos han robado nuestro derecho a elegir libremente a quienes nos gobiernan. En dicha caricatura, se lee en la calzoneta del boxeador: “La Sangre de ‘mi cristo’ no tuvo poder”, parodiando el uso y manipulación de esta frase del evangelio por parte de muchas personas que profesan ser cristianos. Otro de los boxeadores afectos del régimen de Ortega, inició un linchamiento mediático en las redes sociales, maldiciéndome y tildándome de blasfemo, ateo y cosas por el estilo. El Canal 100% Noticias pidió mi reacción, que gustosamente accedí a dar. Otros opinadores han seguido atizando el odio contra mi persona y trabajo, alterando malintencionadamente lo que dije, llamando a la vez a una condena de todos los creyentes y exigiendo que pida perdón a Cristo y a ellos, sus supuestos seguidores.
A Jesús, a quien rendí mi vida hace muchos años, ya le pedí perdón por mis pecados y transgresiones, ese día que tuvo la misericordia de regalarme fe en su palabra y esa pasión de búsqueda de su sana doctrina. A los que con odio me condenan, falsean mis palabras y me mal interpretan, les ofrezco una humilde explicación.
La caricatura no pretendía suscitar un debate religioso ni ofender la fe de nadie en particular, y aunque quise enfocarme en el reiterado robo de las elecciones, de paso, como creyente, critiqué la manipulación que se hace de la Palabra de Dios, a vista y paciencia de hombres y mujeres que conocen las Sagradas Escrituras, se dicen cristianos y no alzan su voz.
La frase “la sangre de Cristo” es usada muchas veces en el Nuevo Testamento, y es la expresión de la muerte sacrificial y la obra completa de expiación de Jesús. Para los cristianos, Jesús literalmente se desangró en la cruz, derramando su sangre y muriendo en nuestro lugar como pecadores. La Sangre de Cristo es preciosa y poderosa porque tiene el poder de expiar un número infinito de pecados cometidos por un también infinito número de gente a través de los siglos, y todos aquellos que ponen su fe en esa sangre serán salvados.
En ningún momento, en la Biblia, Jesús o sus discípulos enseñaron a invocar la Sangre de Cristo, como un acto de magia o a llevar la frase para tener protección divina. No hay un solo pasaje que enseñe sobre eso.
Esa sangre fue derramada para limpiarnos de pecados y confirmar el Nuevo Pacto (Testamento), nunca nadie en la Escritura invocó a la Sangre de Cristo para que lo protegiera o para reprender.
Para los cristianos que creemos y amamos la palabra de Dios, por lo que no se nos ocurre convertirla en fetiche ni superchería, esa preciosa sangre nos trajo redención, reconciliación y paz con Dios. Y no es la falsa paz del mundo de hombres que se dicen cristianos y se llenan la boca de odio contra sus semejantes, es la paz que solo Jesús nos da con su sacrificio. En nombre de esa paz, de corazón, bendigo a los que me maldicen.
“Y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20).
El autor es caricaturista del Diario La Prensa.