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Julio César Castillo Ortiz

Orar es hablar con nuestro Padre

Existe una historia que es necesario citar para que reflexionemos sobre la oración como el medio asignado por Dios para mantenerse en comunicación con sus hijos. Se dice que un niño se iba acercando a la carroza  de un emperador romano, cuando uno de los centuriones quiso impedírselo, diciéndole: “No se acerque a la carroza del emperador”. El niño muy tranquilamente le explicó: “Tu emperador es mi Padre”.

Esta pequeña historia podemos compararla con la relación entre Dios y nosotros. Él no quiere que sus hijos intentemos usar  palabras rebuscadas o títulos honoríficos para conversar con Él. Porque cuando oramos genuinamente y rogamos al Espíritu Santo que sea Él quien nos muestre la forma adecuada para orar, Él mismo nos llevará a hablar con confianza al Señor y decirle como Jesús,  “Abba”, que significa papito.

Al trono de la gracia no podemos acercarnos con protocolo, desconfianza y temor. En los tiempos de Jesús, los judíos se referían a Dios como Elohim, Shadai, Elyon, pero cuando Jesús enseñó a orar a sus discípulos, comenzó la oración con “Abba”, Padre. Esto evidencia cómo se complace nuestro padre celestial cuando lo buscamos con el amor de ser hijos suyos.

¿Dónde se encuentra el trono de la gracia en el cual podamos acercarnos con confianza a nuestro Padre? Uno de los privilegios más grandes y especiales dados por Dios a la humanidad es la oportunidad de comunicarnos con Él al instante, sin previa cita, en cualquier lugar y ante cualquier circunstancia. Aunque nos encontremos en una isla perdida en pleno océano, sin ningún tipo de acceso a la civilización, allí nuestra oración perfectamente es escuchada por el Señor. No existe un lugar en esta tierra donde Dios no pueda escuchar el clamor de sus hijos.

Un ejemplo bíblico del alcance ilimitado de la oración, es el caso de Pablo y Silas, quienes se encontraban atados de los pies en el calabozo de una cárcel, y aun en esas condiciones, ellos no se privaron de entonar himnos y alabanzas al Señor, y su oración fue escuchada; esa misma noche Dios provocó un terremoto, en el cual ambos salieron ilesos y pudieron salir de aquella cruel situación, Hechos 16:22.

Mantengamos presente en nuestro corazón que es por la fe en nuestro Señor Jesucristo que hoy nosotros tenemos acceso, por medio de la oración, al trono del Padre, pues Jesús vino a la tierra para reconciliar con Dios a una humanidad sumergida en el abismo del pecado, la cual solo tiene oportunidad de acercarse al Padre cuando acepta de corazón que Jesús entregó su vida por ella, y que Él es el puente que nos acerca al Padre, nos da de su Gracia, para ser llamados hijos suyos.

La oración es el medio más poderoso para mantener nuestra relación con Dios. Cuando oramos estamos ingresando al trono de la gracia para agradecer a nuestro Padre por su amor y misericordia, oramos por el cumplimiento de su voluntad en nuestra vida, para que derrame sobre nuestra vida sus bendiciones y nos mantenga alejados del mal. Lo cierto es que cuando llegamos a tener fe en el poder de la oración como el medio que Dios nos dejó para hablar con Él, las promesas y señales milagrosas llegan a nuestra vida.
El autor es presidente de la Asociación Cristiana Jesús está Vivo.

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