No ha sido por casualidad que inmediatamente después de que las violaciones del régimen orteguista a la libertad de expresión fueron denunciadas en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se desencadenó —o mejor dicho se reinició— una fuerte campaña para denigrar a LA PRENSA.
Los ataques contra este Diario se han centrado y personalizado en dos de sus principales exponentes periodísticos: el jefe de redacción, Eduardo Enríquez y el caricaturista Manuel Guillén, quienes gozan de la confianza de esta casa y merecen nuestra plena solidaridad.
Actualmente, en Nicaragua no se mata físicamente a periodistas —como ocurre en otros países de la región— y tampoco hay una censura de prensa oficial, como había en tiempos del régimen somocista y la dictadura sandinista de los años ochenta. Ahora se utiliza el sistema “refinado”, pero perverso, de atacar la credibilidad de los medios independientes, algo que por lo general no lo hacen directamente los gobernantes y sus operadores oficiales, sino personas que son o aparentan ser ajenas al Gobierno. Y se cuidan de no atacar a los medios independientes por las denuncias que publican de los abusos del poder, sino por supuestas mentiras que publican, o por también supuestas manipulaciones de los hechos y la información, e incluso por los errores que inevitablemente se cometen en el trabajo informativo, los cuales reconocemos autocríticamente y siempre tratamos de corregir y no repetir.
Pero si bien en Nicaragua no se elimina físicamente a periodistas, se quiere matar su credibilidad y ensuciar su reputación profesional presentándolos como mentirosos, como enemigos de la buena situación económica del país, como socavadores de la estabilidad nacional y críticos ciegos que no reconocen las buenas obras del Gobierno.
Expertos estadounidenses que han estudiado el impacto de los ataques sistemáticos que algunos gobiernos lanzan contra la prensa, estiman que a la larga y si no se les enfrenta debidamente, pueden terminar dañando la credibilidad del periodismo independiente.
A su vez, el periodista y escritor español Juan Arias ha advertido que “es curioso que todos los caudillos populistas de izquierda o derecha, presentan una misma obsesión por el pueblo y la misma pretensión de controlar la información que les gustaría controlar”. Ciertamente, ese es el patrón de conducta de todos los gobernantes de la alianza Alba en América Latina.
Como hemos dicho muchas veces, LA PRENSA, a lo largo de sus más de 90 años de existencia ha soportado ataques de toda clase, desde los intentos de socavar su credibilidad y prestigio hasta el asesinato de su Director Mártir, el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
Pero LA PRENSA ha sobrevivido a esos ataques y más bien se ha fortalecido, gracias a la entereza de sus periodistas y la confianza de sus lectores. Y ahora, a pesar de los ataques malévolos del orteguismo oficial y oficioso, seguimos y seguiremos buscando la verdad y la justicia para bien de todos los nicaragüenses que aspiran a la libertad, la democracia y el progreso económico y social.