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Nicaragua: realidades arcaicas, desafíos contemporáneos

El país está experimentando el bono demográfico y de género. Esto representa una oportunidad extraordinaria para el desarrollo pero no se está aprovechando.

El país está experimentando la fase de la transición demográfica en la cual, debido al bono demográfico y de género, se produce el mayor crecimiento de la fuerza de trabajo como porcentaje de la población total. Esto representa una oportunidad extraordinaria para el desarrollo.

Si este crecimiento de la fuerza de trabajo fuese absorbido por la generación de empleos de alta productividad, la productividad promedio del país se incrementaría. Dado que la tasa de crecimiento económico es igual a la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo más la tasa de crecimiento de la productividad promedio, dicho crecimiento alcanzaría tasas extraordinarias.

Sin embargo, debido a que las actividades más modernas y de mayor productividad se caracterizan por economías de escala que, en un mercado interno muy pequeño, conducen al predominio de pocas grandes empresas que generan relativamente poco empleo, poseen limitados encadenamientos internos y/o son muy intensivas en capital, resultan incapaces de absorber a la mayor parte de esta fuerza de trabajo.

De hecho, la creciente fuerza de trabajo está siendo absorbida predominantemente por actividades precarias e informales, de muy baja productividad, que representan, esencialmente, actividades de sobrevivencia de la población.

Es así que, en el siglo XXI, nos encontramos con un panorama de algún modo similar al descrito por Germán Romero Vargas en su obra sobre “las estructuras sociales de Nicaragua en el siglo XVIII”. En ella muestra que, para entonces, la mayor parte de la población ya estaba representada por la población ladina, o de “sangre mezclada”, principalmente mulata, que sobrevivía desarrollando prácticamente cualquier actividad económica a su alcance.

Pero a estas alturas el país está enfrentando desafíos contemporáneos bastante extremos, y ya no tiene dos siglos de tiempo por delante. Entre otras cosas, el país ha iniciado el tránsito a la fase de envejecimiento de su población.

Dentro de 30 años, el país exhibirá el mismo grado de envejecimiento que el que muestra hoy Japón, el país más envejecido del planeta. Si la fuerza de trabajo nicaragüense sigue siendo absorbida, de manera predominante, por empleos de muy baja productividad e ingresos, la declinante población en edad de trabajar nicaragüense encontrará dificultades cada vez más grandes para sostenerse a sí misma y a la vez sostener, de manera digna, al número en rápida expansión de adultos mayores, y sus gastos de salud.

Por otra parte, la frontera agrícola comenzó a agotarse. El crecimiento agropecuario que durante tanto tiempo descansó en la expansión de la superficie, a costa de la frontera agrícola, está llegando a su fin. Este avance se está traduciendo en la destrucción de los recursos naturales remanentes en áreas protegidas y tierras de las comunidades indígenas, y dando lugar a graves conflictos interétnicos. Después, ya no existirá más frontera agrícola sobre la cual avanzar.

En un contexto generalizado de sobreutilización y degradación de los suelos, ello pone en cuestión el modelo de crecimiento extensivo que predominó durante varios siglos. El cambio climático también afectará drásticamente las superficies potencialmente aptas para unos u otros cultivos, y sus rendimientos, y afectará la disponibilidad de agua.

La sobreexplotación de los acuíferos del Pacífico, en donde se concentra la población y la mayor demanda de agua para riego, junto a las sequías recurrentes y la deforestación impiden que estos se recarguen adecuadamente, y el crecimiento de la población y de la demanda de agua para riego y otros usos harán cada vez más difícil que estos acuíferos, que además están siendo contaminados, puedan seguir respondiendo a una demanda incrementada.

La población seguirá creciendo y la demanda de agua para consumo humano, para riego y otros usos, también. La principal reserva estratégica de agua para responder a estas demandas está representada por el lago Cocibolca. Los esfuerzos que debería empeñar el país, desde ahora, para poder enfrentar con algunas posibilidades de éxito estos desafíos, serían de una magnitud extraordinaria. Sin embargo, nuestro país parece incapaz siquiera de comenzar a discutir estos desafíos y las vías para hacerles frente.

(*)Economía
[email protected]

Economía Adolfo Acevedo Vogl Economía y Desarrollo archivo

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