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Estadio Nacional de Futbol

El Estadio Nacional tuvo una de las mejores entradas de su historia, sobretodo, la noche de un partido único. la prensa/ jader flores. LA PRENSA/JADER FLORES

Once mil en el Estadio Nacional de Futbol

En el campo eran 11, pero afuera era el sueño de todos de avanzar a la Copa Oro. Las caras pintadas fueron el reflejo de una identidad que florece con los colores de la Azul y Blanco. Las sonrisas, el sinónimo de la esperanza.

En el campo eran 11, pero afuera era el sueño de todos de avanzar a la Copa Oro. Las caras pintadas fueron el reflejo de una identidad que florece con los colores de la Azul y Blanco. Las sonrisas, el sinónimo de la esperanza. La pasión, el motor que no dejaba a nadie tranquilo.

Este martes el Estadio Nacional de Futbol fue un hervidero. Jugó la Selección contra Haití y hubo desborde por las bandas y también en las gradas, que comenzaron a llenarse desde las 4:00 de la tarde.

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Fue el acompañamiento de una fanaticada que sufrió al ver por televisión a sus guerreros perder en Haití en el juego de ida, pero contrario a lo que se pensaba, que el resultado adverso los alejaría del estadio, tuvo otro efecto, originó el seguimiento a una planilla que juega con calidad y con algo más: corazón.

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Fueron once mil almas aferrándose a las graderías. La bandera azul y blanco vivió el milagro de la multiplicación, acompañó el siseo del viento, mientras en el terreno los jugadores y el director técnico Henry Duarte trataban de hablar con hechos. Los mensajes, una muestra de apoyo en medio de la incertidumbre, cobraron vida en cartulinas, como el de un aficionado que escribió: “Sergio Ramos es la cabeza del Madrid, pero vos, Juan Barrera, sos orgullo de mi país. Yo sí creo en la Azul y Blanco, y en la remontada”.

Otro mensaje de aliento a la Selección ponía el dedo en el alma de todos, que colgaba como en un hilito. “Nací para amarte más allá de la razón”.

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Aparte del comercio, que se desempeñaba a todo pulmón intentando vaciar canastas y termos, el hambre aquí no fue de comida, fue de gloria, de restitución, de conseguir una alegría en un país donde raras veces se ven caras felices. Ese papel tan difícil ha quedado en manos del deporte.

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Juntamente con la identidad futbolística de esta Selección, la barra no se ha quedado atrás. Las formas de manifestaciones son variadas ahora: globos, pitoretas, rostro mitad azul y mitad blanco, los cintillos en las cabezas, las banderas agitándose, y las luces de focos azules y blancos bañando el campo, pero sobre todo, esa luz invisible, la que no se vio en medio de la noche. La luz de la esperanza.

Nicaragua detuvo el cronómetro y la cambió por el acompañamiento a 11 guerreros insaciables durante 90 minutos. Se respiró futbol y eso intangible, ya desde las gradas se agradece, como se hizo anoche.

GRAN  RESPALDO
11 mil personas, al menos, asistieron anoche al Estadio Nacional de futbol para respaldar a la Selección Nacional de Futbol de Nicaragua, en el encuentro contra Haití.

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