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Según cálculos realizados el año pasado por representantes del gabinete de producción, Nicaragua requiere de al menos trescientos mil jornaleros para recoger y procesar la cosecha de café. LA PRENSA/J.FLORES

La calidad les abre las puertas del mundo

Mientras los grandes cafetaleros llevan años en la búsqueda de opciones que les permitan seguir siendo rentables, un grupo de pequeños productores encontró en un concurso la puerta de entrada al mundo de los cafés especiales

Mientras los grandes cafetaleros llevan años en la búsqueda de opciones que les permitan seguir siendo rentables, un grupo de pequeños productores encontró en un concurso la puerta de entrada al mundo de los cafés especiales.

Ahí, en lugar de buscar la expansión de las áreas del cultivo en aras de elevar lo volúmenes de producción y por ende los ingresos se apuesta a producir en pequeñas parcelas un grano de calidad superior.

Asumir ese reto les ha permitido a muchos dejar de ser únicamente productores para convertirse en procesadores y exportadores de un café que además de triplicar el rendimiento promedio nacional —de 11 quintales por manzana—, se vende a precios superiores a los que paga el mercado internacional.

 

Así lo confirma Joaquín Augusto Lovo López, quien hace sesenta años comenzó a producir café en cinco manzanas que adquirió en la finca Bella Aurora, de Dipilto, Nueva Segovia.

Actualmente, junto a sus cuatro hijos continúa produciendo café en dicha finca, donde el área de cafetales ha crecido a cincuenta manzanas, de las que obtienen unos 1,100 quintales en cada cosecha. De ese total alrededor del 25 por ciento es café especial o de altura, como le llaman también.

“Hemos participado muchas veces en la Taza de la Excelencia y a Dios gracias siempre hemos tenido un lugar entre los ganadores y el año pasado ganamos el otro concurso, Los Cafés más Finos de Nicaragua (…) Y tenemos la dicha de que eso nos ha permitido abrir mercados en Estados Unidos, Inglaterra y próximamente en Australia”, detalla Luis Joaquín Lovo.

Procesar para garantizar calidad

Ellos procesan el café en su propio beneficio porque eso les garantiza “un estricto control de la calidad”, cuya demanda no deja de crecer, por lo que en este tipo de café podría estar el futuro del sector.

“Los cafés especiales van a seguir ocupando un lugar relevante dentro de la caficultura, porque a nivel mundial cada día se demanda más café de calidad porque las nuevas generaciones quieren tomar café de calidad”, dice Lovo y añade que lo continuarán produciendo siempre y cuando cuenten con las herramientas para controlar las plagas a las que las variedades se han vuelto susceptibles y en la medida en que se sigan encontrando variedades resistentes pero de gran calidad.

Récord los transformó

Otro ejemplo del salto que puede provocar la entrada al mundo de los cafés especiales es el de la familia Peralta, también de Nueva Segovia. Tras casi un siglo dedicados a la caficultura, en 2007 y después de varias participaciones en el certamen uno de sus miembros, Marcio Peralta Paguaga ganó el concurso e impuso un récord. En la subasta electrónica en la que se venden los lotes ganadores, el suyo alcanzó un precio de 47.06 dólares por libra, que equivaldría a 4,706 dólares por quintal.

“A partir de ese momento, la finca Las Golondrinas y su café se convirtieron en estrellas, todos la conocen y la verdad es que indistintamente del lugar que se obtenga a todos los ganadores les pasa lo mismo: se les abre una puerta hacia un mercado constante que está dispuesto a pagar un precio muy por encima de las fluctuaciones que establece el mercado que se rige por la bolsa”, sostiene Julio Peralta Salomón, gerente de comercialización de Peralta Coffees.

Según Peralta, este cambio ocurre porque el café especial que producen deja de ser una simple materia prima para convertirse en un producto que tiene “origen, identidad e historia”.

La calidad abre puertas

Antes del triunfo del 2007 los miembros de esta familia producían cada uno su café y lo vendían a las grandes exportadoras nacionales. Pero a partir de ese año decidieron juntarse y establecer sus propias instalaciones —beneficio húmedo y seco y laboratorios de catación— para procesar café que producen en las trescientas manzanas que en conjunto poseen las seis fincas de la familia. Además, establecieron sus propios mecanismos de exportación del grano, que ahora incluye también el café de otros productores.

“Ahora además de procesar lo que producen las seis fincas del grupo familiar (todas en su momento han participado y obtenido lugares entre los ganadores de la Taza de la Excelencia), también procesamos café de otros clientes, en su mayoría cooperativas y otros pequeños productores que han ganado o simplemente participado en el certamen”, dice Peralta.

Para Lovo es indudable que el evento “ha marcado un antes y un después en el sector” y que los beneficios no son exclusivos para el productor, sino que se extienden a las comunidades donde están las fincas, al municipio, al departamento y a la región en general.

Muestra de ello es que anteriormente todos los caficultores entregaban su producción a las dos grandes exportadoras que funcionan en el país. Pero ahora, según Peralta, en la zona de Nueva Segovia existe más de una decena de pequeñas empresas procesadoras y exportadoras “que se han enfocado en mantener la calidad del grano durante el procesamiento y en mercadearlo de manera efectiva, para aprovechar la oportunidad que brinda acceder a esos nichos de mercado”, dice Peralta.

Por su parte, Luis Emilio Valladares, quien ahora también es procesador y exportar, dice que esta ha sido una plataforma para promocionar su café y el de toda la región, y que además llegó en el momento justo para garantizar, a través de la apertura de este mercado, la sobrevivencia de la actividad.

Certifica calidad

Uno de los clientes de Peralta Coffees es Keyner Antonio Dávila Téllez, quien produce café especial en la finca La Renovación, de siete manzanas en la reserva natural Datanlí, cerro El Diablo, en Jinotega. En 2014 participó en el concurso y obtuvo en décimo puesto de la lista de ganadores. Y como a la mayoría, el evento le cambió la forma de producir y comercializar su café.

“Matagalpa y Jinotega se caracterizan por producir grandes volúmenes de café, pero no sabemos mucho de su calidad, por eso participé para conocer las características y calidad de mi café y también para acceder a ese mercado especial, porque como pequeño productor tengo que sacar el máximo provecho a lo poco que tengo”, expone.

 

Dávila, cuyos padres también son caficultores, recuerda que quedar entre los ganadores le permitió vender su café en la subasta electrónica en la que obtuvo 8.70 dólares por libra (870 dólares por quintal) cuando el precio del café tradicional no superaba los 150 dólares por quintal.

Eso lo impulsó a establecer otra parcela de seis manzanas de café en la zona de La Fundadora, que este año entrará en producción y con la que espera participar en las próximas ediciones del concurso.

Pese a que los lotes de café que participan en el evento son pequeños —en general los ganadores no superan los cincuenta quintales—, los altos precios que obtienen y asegurar los compradores permanentes les garantiza su rentabilidad. “Porque con los precios internacionales que se manejan a través de la bolsa la caficultura ya no es sostenible”, asegura Lovo.

Según Peralta, actualmente alrededor del cincuenta por ciento del café que se produce en Nueva Segovia y un volumen menor proveniente de Matagalpa y Jinotega se procesa y exporta en las pequeñas empresas que han surgido en Nueva Segovia.

Según el Cuarto Censo Nacional Agropecuario (Cenagro, 2011) de las 180,219 manzanas de cafetales que existen en el país, 25,045 se encuentran en ese departamento, es decir solo el 13.89 por ciento del total nacional.

¿Cómo se produce el café especial?

“En realidad no hacemos nada distinto de lo que deberían hacer todos los caficultores: tecnificar la finca para tener un cultivo sostenible tanto en la parte técnica como ambiental y social, porque el tiempo en que el productor sembraba la plantita y después solo se encargaba de limpiarla y cosechar, ya se acabó. Ahora si no se le dan todos los cuidados que requiere la plantación, no se obtiene café”, asegura Lovo.

Por su parte Dávila, quien también es agrónomo, considera que todo empieza con la elección de la semilla, elección en la que debe predominar el criterio de calidad por encima de la productividad, precocidad (tiempo de entrada en producción) y tolerancia a enfermedades.

Peralta, en cambio, considera un error buscar resistencia, porque variedades resistentes a unas enfermedades son vulnerables a otras, por lo que recomienda centrarse en el buen manejo y nutrición de las plantaciones.

Previo a la siembra deben realizarse los debidos análisis de suelo y el manejo adecuado de este, también llevar un estricto control de fechas y dosis de aplicación de insumos. Y finalmente cortar el grano en el momento indicado.

Estos cuidados deben continuar durante el proceso de fermentación, lavado y secado e incluso hasta el empaque, aseguran los productores.

Pero también se requieren condiciones medioambientales. Y aunque muchos atribuyen mucho peso a la altura de la zona, Dávila y Peralta consideran que aunque debe oscilar entre 1,100 y 1,200 metros sobre el nivel del mar, no es preponderante, ya que también se requiere que la zona registre precipitaciones mayores a dos mil milímetros anuales y temperatura de entre 21 y 22 grados centígrados.

Orden hace la diferencia

“La diferencia es el ordenamiento de las actividades agronómicas que se realizan en la finca. Por eso no es casualidad que la mayoría de productores de café especial tengan certificadas sus fincas con una o más normas”, dice Dávila.

Y aunque Lovo y Peralta prefieren seguir produciendo variedades arábigas tradicionales como el caturra, maracaturra, maragogipe y otras, Dávila recomienda híbridos de alto rendimiento que a la vez garantizan calidad.

Pese a estos beneficios, algunos productores aún no aprovechan al máximo las oportunidades que el mercado del café especial ofrece, según Peralta, porque quizás no hablan inglés o no tienen un correo electrónico para intercambiar con los posibles compradores en los breves momentos en que se logra tener contacto con ellos, pero son situaciones que se pueden resolver y de las que todos siguen aprendiendo en cada participación.

Mientras tanto, más pequeños productores se suman a esta actividad, de la que aún no existen estadísticas oficiales de las áreas de cultivo ni los volúmenes de producción, pero que según los involucrados, sigue en crecimiento.

Los grandes retos

Los principales retos que enfrentan los productores de cafés especiales son el cambio climático y la escasez de mano de obra, que en Nicaragua no se puede compensar con tecnificación como sí ocurre en Brasil, donde las plantaciones están en tierras planas.

“Entonces si no podemos sustituir la mano de obra, sobre todo para cortar el café, lo que tenemos que hacer es crear una fuerza laboral leal y eso implica crear las mejores condiciones, incluidas las salariales, para el trabajador para que la actividad se vuelva atractiva para el trabajador”, afirma Julio Peralta Salomón, gerente de comercialización Peralta Coffees.

En cuanto a las acciones para enfrentar las consecuencias del cambio climático considera que se debe fortalecer la atención a las plantaciones y seguir aprovechando las ventajas que aún ofrecen zonas aptas para el cultivo.

Costo de producción

Julio Peralta Salomón, gerente de comercialización de Peralta Coffees, dice que en Nueva Segovia los costos de producción del café especial superan los 170 dólares por quintal, mientras el precio internacional que fija la bolsa ronda los 145 dólares por quintal.

“Por tanto, si no tuviéramos esos nichos de mercado del café especial ya hubiéramos desaparecido”, asegura Peralta.

Por su parte Keyner Antonio Dávila Téllez, quien produce café especial en una finca en la reserva natural Datanlí, cerro El Diablo, en Jinotega, detalla que en su caso los costos de producción y procesamiento oscilan entre 120 y 140 dólares por quintal. Mientras que establecer una plantación y llevarla a la etapa de producción puede costar entre tres mil y cinco mil dólares con variedades tradicionales y entre tres mil dólares y 3,500 dólares cuando se utilizan híbridos precoces.

 

 

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