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Venezuela

Ejemplos de verdaderos sacerdotes

Hoy el capitalismo salvaje del que nos habló el santo padre Juan Pablo II, el consumismo y la globalización, nos han absorbido a todos, y algunos ministros de Cristo no han escapado al dinamismo y evolución de estos fenómenos

Los representantes de Cristo en el mundo son millones de millones, y entre los que representan a la religión católica, otros muchos millones.

En esta religión los que llevan la palabra de Cristo por todo el mundo son los sacerdotes católicos, ejerciendo su ministerio en parroquias, iglesias, capillas, etc. Es necesario comprender lo que lleva implícito la palabra sacerdote, mucho estudio, fe inquebrantable en Dios, en Cristo y su madre María.

El ministro que representa a Cristo en esta vida debe transmitir amor, esperanza, consuelo a los afligidos, paz espiritual, mística, ética, estoicismo para el dolor, sacrificio, períodos de ayuno, penitencia, etc.

Quien entiende el misterio de La Trinidad, la muerte y resurrección de Jesús, los mandamientos de la Ley de Dios, los enemigos del alma, los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, ese es un ser especial que entiende que lo material y terrenal no es todo en este mundo.

El verdadero ministro de Cristo, es el que ha entendido qué es el espíritu, el alma y la fe que se tiene en el Creador del mundo. Y que esta fe tiene más valor que un cofre lleno de monedas de oro o billetes verdes.

He ahí el enigma de quien ha dejado su familia por la Legión de Cristo.  Ha cambiado su lujoso traje mundano por la sotana, la estola, el crucifijo. Ha despreciado grandes viandas o banquetes por períodos de ayuno, ha dejado el placer por la meditación, la ambición por el sacrificio, y seguir las honrosas sendas que conducen a Cristo.

Nicaragua, país donde un gran porcentaje de sus habitantes profesan la religión de Cristo, y los católicos forman un número considerable. Y esto se ha basado en el ejemplo que los sacerdotes han dado a sus feligreses a través del tiempo, a pesar de obstáculos y ataques indirectos y directos que han sufrido algunos de los que ejercen este ministerio.

Cabe mencionar y recordar a grandes sacerdotes de épocas pasadas.

Los ministros que predicaban la doctrina de Cristo, entraban y salían de los templos con halo de santidad. Ingresaban y salían de colegios donde impartían la enseñanza del catecismo, raíces griegas y latinas y la celebración eucarística.

Así era el sacerdote de esa época: permanecía lejos del mundanal ruido y cerca de sus fieles impartiendo los sacramentos de la Santa Madre Iglesia. A este representante de Cristo en la tierra no le interesaba el lujo, cumplía las obras de misericordia y la prédica sobre los mandamientos de la ley de Dios.

Ahí estaba el sacerdote de la sotana raída en Azarías H. Pallais, en Corinto; Benito Oyanguren, en León; padre José María Fabretto, en San José de Cusmapa, Somoto y Estelí; Odorico D’Andrea, en San Rafael del Norte; padre José Nieborowski, en Boaco, y otros muchos cuyo empeño fue predicar el mensaje del Evangelio  y la doctrina de Cristo, celebrar la eucaristía, ayudar a desvalidos, enseñar al que no sabe, etc.

Estos sacerdotes llevaban la doctrina de Cristo a los más apartados rincones del país, utilizando el medio de transporte más rústico. En esa época en la Iglesia católica se organizaban las misiones hacia caseríos, comarcas y municipios apartados para llevar el bautismo, confirmación, confesión, comunión, matrimonio y extremaunción.

Ahí mismo los feligreses entendían y aprendían que las virtudes teologales son fe, esperanza y caridad. Y que existen pecados veniales y capitales.

El humilde sacerdote de sotana raída de aquella época no escatimaba tiempo para ejercer su sagrado ministerio sin distingos de clases sociales. Hoy el capitalismo salvaje del que nos habló el santo padre Juan Pablo II, el consumismo y la globalización, nos han absorbido a todos, y algunos ministros de Cristo no han escapado al dinamismo y evolución de estos fenómenos, donde la participación en política partidaria es parte del aprovechamiento, tanto de ministros religiosos como funcionarios políticos.

En aquella época, muchos sacerdotes de sotana descolorida murieron rodeados de un gran capital: el de la humildad, la generosidad y la sólida convicción de que la verdadera fe en Cristo nos hace reconocer que El murió para salvar a la Humanidad.

Ellos son ejemplos de verdaderos sacerdotes.

 El autor es médico.

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