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La Prensa

Accidentes de tránsito y educación

Sigue, al parecer  imparable, la ola  de accidentes de tránsito y con ella la  discusión acerca de qué es necesario hacer para detenerla, o al menos para reducir su frecuencia y consecuencias mortales.
En el transcurso de la discusión y mientras los accidentes —incluyendo los funestos— siguen ocurriendo todos los días, se mencionan diversas propuestas de solución, desde incrementar las multas y aumentar las penas de cárcel por causar muerte  por conducción irresponsable, hasta mejorar la educación vial de conductores y peatones.

El magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Solís Cerda, ha puesto a consideración pública la alternativa de castigar con  penas de más años de prisión  a quienes causan muertes por conducir de manera temeraria. Es una propuesta interesante y digna de ser considerada. El objetivo de las penas por delitos de tránsito, lo mismo que las multas por infracciones y faltas menores,  no es tanto castigar a los infractores y culpables como advertir y  prevenir. Por lo tanto entre más severos sean los castigos mayor podría ser la disuasión.

Habría que hacer un estudio técnico para comprobarlo, pero es posible que si las multas no fueran tan fuertes como ya son ahora,   ocurrirían todavía más accidentes de tránsito con sus consecuencias de distinta  gravedad.
Si las penas que se imponen a quienes causan la muerte de otras personas por conducción irresponsable fuesen más drásticas, posiblemente muchos conductores reflexionarían antes de manejar sus vehículos a cien kilómetros por hora,  o más;  lo pensarían  antes de  aventajar en tramos de carreteras donde es prohibido o peligroso hacerlo,  o de  conducir en estado de ebriedad.

Reducir el límite de velocidad y cuidar que la regla sea respetada es una de las principales medidas que se aplican  en otros países para disminuir los accidentes. Por ejemplo, en un Manual de Seguridad Vial de Noruega se indica que “si un límite de velocidad se reduce en 10 kilómetros por hora, la velocidad media del tráfico se reducirá de 2 a 4 kilómetros por hora y esto reducirá a su vez los accidentes entre un 10 y 15 por ciento”.

El problema de la desmesurada cantidad de accidentes de tránsito se debe enfrentar y se puede resolver sobre todo con una verdadera educación y vigilancia. Pero no es tanto  educación vial la  que hace falta.  La verdad es que el conductor que irrespeta la luz roja en el semáforo no lo hace por desconocimiento, sino porque es irresponsable, porque le falta  educación y no tiene  cultura de ciudadano. Y lo mismo se puede decir del que maneja a exceso de velocidad, aventaja donde y cuando no debería hacerlo o conduce estando borracho.

En el fondo del  problema de la desmedida accidentalidad de tránsito, como prácticamente de todos los problemas  que  perjudican y  preocupan a la gente, está  la falta de una educación basada en los valores del respeto al derecho y la vida de los demás, de acatamiento de las leyes y disposiciones para la seguridad individual y pública.
En la educación, y en la falta de ella, se puede encontrar el principio y el fin de todos los problemas  sociales que sufre Nicaragua.

Editorial accidentes CSJ educación tránsito archivo
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