En LA PRENSA del 31 de marzo, Ana Margarita Vijil, presidente del MRS, escribió un artículo que divulga las convicciones y principios de esa agrupación política. Desafortunadamente, en él descubre la pobreza ideológica de este movimiento. Escribe la señora Vijil: “Somos un país de emprendedores”.
Vijil se equivoca. Mayoritariamente somos un país de pobres, de emigrantes, de desempleados y de trabajadores mal pagados, con baja productividad laboral, incorporados en buena parte en actividades económicas sin valor agregado, dentro de una economía atrasada, basada en la extracción de recursos naturales, en la cual, la población empobrecida sobrevive precariamente gracias a las remesas de la diáspora.
Continúa la señora Vijil: desde su fundación, el MRS proclamó su aspiración a una economía democrática. Vemos como un imperativo abrir oportunidades al emprendimiento para que el país prospere.
¿Qué es una economía democrática? Toda economía integra los esfuerzos de todos los sectores de la sociedad. Pero, usualmente lo hace en beneficio de unos pocos y en detrimento de las mayorías.
Un país no prospera solo con el emprendimiento. El hombre que no dispone de otro bien más que de su capacidad de trabajo ni es emprendedor ni tiene oportunidad de serlo. Ni un país puede pretender que cada habitante se convierta en emprendedor. Un partido que se dirige únicamente a los emprendedores, y olvida olímpicamente a los trabajadores, desposeídos de todo bien, tiene una visión profundamente distorsionada de la sociedad y discrimina a los marginados, ignorándolos.
Más que confiar la prosperidad al emprendimiento, corresponde señalar un plan de desarrollo de las fuerzas productivas, de desarrollo humano, de oportunidades a los sectores marginados, de reducción de las desigualdades. El desarrollo de las fuerzas productivas requiere un plan económico y este no es posible si los trabajadores no intervienen decisivamente, desde el Estado, para orientar el uso eficiente de los factores productivos, y si no derrotan a los sectores opuestos al mismo, empezando por Ortega.
Advierte la señora Vijil: para impulsar el emprendimiento, consideramos esencial:
a) Un compromiso de toda la sociedad. Lo más precioso que tenemos son nuestras capacidades.
La sociedad entera nunca hace compromisos. Si así fuese, no habría partidos políticos ni contradicciones. Lo que ocurre, normalmente, es que la ideología de las clases dominantes se impone hegemónicamente a la sociedad.
Lo más precioso no son nuestras capacidades, eso es demagogia, tonta y cursi. Nuestras capacidades, al retroceder más de cuarenta años, son muy escasas, apenas superamos —en promedio— el analfabetismo (36.3 por ciento de los pobres es analfabeta). Primero, hay que eliminar las trabas a las capacidades económicas existentes y, luego, desarrollar planificadamente las capacidades humanas, con adquisición de conocimiento y tecnología.
Continúa Vijil: b) Reglas claras y transparentes para poder hacer negocios. Eso implica restablecer el Estado de Derecho.
¿El problema con el orteguismo —para el MRS— es que afecta los negocios? Restablecer el Estado de Derecho no tiene por objeto hacer negocios, sino, darle a los ciudadanos condiciones favorables para luchar por sus reivindicaciones sociales. Las dictaduras, por supuesto, permiten hacer negocios.
Insiste Vijil: c) Fortalecer el papel del sector público en la promoción de la actividad económica.
El Estado, esencialmente, no debe promover la actividad económica, sino, el bienestar social, que pasa por orientar la economía hacia la productividad creciente, y a una creciente distribución más igualitaria de la riqueza.
Nuevamente Vijil: d) También damos la bienvenida a la inversión extranjera, con reglas claras.
Un plan de desarrollo determina la naturaleza de la inversión que debe atraer. Y sopesa la relación entre los incentivos que esa inversión demanda, y los beneficios que ella pueda aportar.
Finaliza Vijil: e) Los emprendedores necesitan un clima estable de negocios, que requiere democracia y elecciones limpias. Creemos en una discusión seria sobre un modelo de desarrollo para erradicar la pobreza.
¿Es un diálogo con Ortega o, simplemente, el MRS salta sobre la realidad actual? Ningún partido político serio salta sobre la realidad. Del resto, ningún plan de desarrollo se elabora por consenso, discutiendo (y menos aún, con la dictadura). La sociedad avanza conflictivamente, por luchas sociales. Una prosperidad que nos alcance a todos no se logra sin un plan, sin derrotar los intereses que se le oponen.
El autor es ingeniero eléctrico.