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León Núñez

Nuevos estudios sobre la vacuna

Fueron los analistas políticos de Acoyapa los que elaboraron la teoría de la vacuna. Y fueron ellos los que descubrieron que es Daniel Ortega  el que inyecta la vacuna, y que  lo hace con tan buena mano que el vacunado ni siente el pinchazo. Es más, cuando un político, desesperado por la vacuna, ve que Daniel se dirige a él con jeringa en mano para vacunarlo, ese político entra en éxtasis, se siente en estado ingrávido, flotando en la felicidad.

Se trata de una vacuna que tiene una irresistible dosis  de  convencimiento —es una cautivante “melodía numismática”— que según el doctor Mauricio Mendieta, miembro de la peña “Sierras de Paz”, inmuniza “melódicamente” contra la pobreza y el desempleo.

Quiero aclarar que es cierto, pero parcialmente, lo que dice el doctor Mendieta. Y digo parcialmente porque la inmunización de la vacuna de Ortega es más amplia que la “inmunización melódica”, pues ya se sabe que Daniel tiene vacunados —por poner un solo ejemplo— a políticos que están acusados penalmente. ¿Y cómo los vacuna? La respuesta es sencilla: los vacuna mediante la orden de que sus juicios permanezcan indefinidamente engavetados. Nadie puede tener  duda de que esta  “espada de Damocles” es una de las vacunas más efectivas contra la rabia.

Los analistas políticos de Acoyapa desean aclarar que los sandinistas no tienen nada que ver con la vacuna. Ellos están en su línea, lógicamente siguen a Daniel, quien va a defender su permanencia en el poder, como lo he dicho muchas veces,  hasta que “cuelgue los tenis”. La vacuna está referida únicamente a los políticos antidanielistas que la inmunización los convirtió en danielistas.

Quizás por el descrédito de la clase política en general y en particular por el descrédito de la oposición política los analistas políticos de Acoyapa han descubierto que en Nicaragua la gente tiene la  percepción —equivocada o no— de que todos los políticos opositores que no son de Daniel andan buscando su vacuna. Y quiero precisar que no me refiero a los políticos opositores que pertenecen a Daniel, pues estos  ya están vacunados y que lo que hacen es vivir simplemente  buscando su refuerzo. Me refiero a los políticos opositores que no han sido vacunados, es decir, que todavía no son de Daniel.

En honor a la verdad quiero manifestar que los analistas políticos de mi pueblo creen que hay opositores que no aceptarían dejarse vacunar por Daniel, pero que son personas, salvo excepciones, menores de cincuenta años, y hablo solo de opositores en el sentido de que son personas que no están de acuerdo con el gobierno de Ortega. No hablo de políticos opositores. Los opositores a que me refiero no pertenecen a partidos políticos ni a movimientos relacionados con estos partidos.

Es interesante señalar que los analistas políticos acoyapinos estuvieron discutiendo sobre la figura del político opositor que no anda buscando vacuna alguna, que tiene una cara de invacunable, pero que si Daniel lo vacunara aceptaría a “regañadientes” la inmunización. Esta clase de políticos tiene un lenguaje opositor muy de Montesquieu, muy de “estado de derecho”, muy “constitucionalista”… Es un lenguaje que le encanta a Daniel, porque este sabe que al pueblo, que anda ocupado buscando la comida, le importa un pito la Constitución, que ni siquiera conoce.

También mis paisanos hablaron de los políticos opositores que andan buscando la vacuna y de los políticos opositores que están a punto de ser vacunados. Es cierto que no es lo mismo el que anda buscando la vacuna que el que está a punto de ser vacunado. En ambos casos el lenguaje no es igual, pero es algo parecido. Yo, por ejemplo, distingo bien el lenguaje del que anda buscando la vacuna del lenguaje del que está a punto de ser vacunado, que es casi  idéntico, en este último caso, al lenguaje del que ya tiene su vacuna.

Los analistas políticos de Acoyapa que dieron a conocer la teoría de la vacuna piensan reformularla buscando que, por medio de  un lenguaje a definir, el pueblo pueda identificar quien es el político ya vacunado, quien es el político opositor que aceptaría a “regañadientes” ser inmunizado, quien anda buscando la vacuna y quien está a punto de ser vacunado.

El autor es abogado.

Opinión Daniel Ortega Gobierno Nicaragua archivo
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