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Ser cristianos fieles

Durante esta Semana Santa que iniciaremos, vamos a compartir con más intensidad nuestra fe: son días especiales en los que la figura de Cristo, fiel al amor hasta el extremo

Pasó rápido el tiempo de Cuaresma, ha sido un compartir juntos el camino hacia la Pascua, el paso liberador: del pecado a la fidelidad, del caos a la esperanza, de la muerte a la vida, de la desconfianza a la fe, de la ceguera a la luz, de la cruz y la muerte a la vida y resurrección.

Durante esta Semana Santa que iniciaremos, vamos a compartir con más intensidad nuestra fe: son días especiales en los que la figura de Cristo, fiel al amor hasta el extremo, hasta la cruz, es para nosotros todo un símbolo de lo que debe ser nuestra vida: fidelidad permanente y hasta el extremo a nuestro Dios, a nosotros mismos y a los demás.

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Son días especiales en los que la figura de Cristo se nos presenta compartiendo con nosotros: no solo la vida, sino también la muerte. No solo los momentos agradables, sino también los amargos. No solo el triunfo, como su entrada en Jerusalén con palmas y olivos, sino también el fracaso, como fue la cruz.

Jesús ha compartido con nosotros su vida intachablemente, siendo fiel, asumiendo todo lo que es nuestra vida: luces y sombras, momentos llenos de alegría y otros de profunda tristeza, momentos llenos de compañía y otros momentos llenos de soledad. Momentos cercanos desde el inicio hasta el final con María su madre y que en la cruz será nuestra también.

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La Semana Santa que hoy iniciamos es un tiempo propicio, no solo para la oración, para la asistencia de los ritos sagrados o procesiones.

Es un tiempo sagrado para que la fe en Jesús nos lleve más a una mayor fidelidad a Dios y a los hermanos. La Semana Santa no la podemos reducir a un solo recuerdo del ayer, de lo que ocurrió hace más de dos mil años con Jesús.

La Semana Santa nos invita a vivir en permanente fidelidad al estilo de Jesús, en los momentos fáciles de la vida (nuestros Domingos de Ramos) y en los momentos en los que nos jugamos la misma vida (nuestros Viernes Santos).

La fidelidad debe ser el valor característico de todo cristiano, no solo en los Domingos de Ramos de nuestros días, sino también en nuestros Viernes Santos, como fue el valor característico siempre en la vida de Jesús: fiel en las duras y en las maduras, fiel hasta la misma cruz, siempre fiel. La fidelidad es cosa de valientes.

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