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poemas falsos de Darío

El poeta Julio Valle Castillo da a conocer su libro La caligrafía y grafología de Rubén Darío. LAPRENSA/URIEL MOLINA

Descubren existencia de poemas falsos de Darío por medio de la caligrafía

El poema Excelsis, este es un texto antidariano y de falta de gracia poética. “Sigo ratificando la falsedad de la caligrafía atribuida a Rubén Darío”, advierte el poeta Julio Valle Castillo en su estudio La caligrafía y grafología de Rubén Darío.

Los poemas Bouquet, Excelsis y Maitines son manuscritos falsos de Rubén Darío y provocan dudas su autenticidad, advierte el poeta Julio Valle Castillo en su nueva investigación La caligrafía y grafología de Rubén Darío, un acucioso estudio que también revela el proceso creativo y escritural del Padre del Modernismo.

El primero, Bouquet, “no es un texto completo sino dos serventesios copiados (estrofa de cuatro versos de arte mayor) copiado por una mano ajena; si bien el fragmento corresponde al poema de Darío, su escritura adultera su originalidad”, señala Valle Castillo en su libro.

Asimismo dice que en el caso de Excelsis, este es un texto antidariano y de falta de gracia poética. “Sigo ratificando la falsedad de la caligrafía atribuida a Rubén Darío”, advierte Valle Castillo en su estudio.

El otro poema cuestionado es Maitines, este presenta una grafía más ilegible pero con tema confuso entre la variedad de poemas de Prosas Profanas.

Los versos de esta décima, observa Valle Castillo, son cojos, arrítmicos, de léxico precario y rimas pobres. “Esta una copia falsa de Rubén Darío donado por una señora salvadoreña”, comentó el poeta.

 

Compara originales

Estos poemas, compara Valle Castillo, difieren de los manuscritos originales, es decir de los escritos de puño y letra por el bardo, como Alma mía, Dafne, El coloquio de los centauros, A Phocas el Campesino.

“Fíjense en el tipo de letra de Darío, él se disminuía en algunos momentos de circunstancias de crisis, también veamos su firma con sangre, sus originales”, señala Valle Castillo.

En su estudio refiere que Darío tenía una firma rápida, que borraba y corregía sus textos constantemente en busca de la ansiada perfección.

Manuscritos en resguardo

Al respecto el libro La caligrafía y grafología de Rubén Darío, refiere Valle Castillo, da a conocer la firma del poeta en las diversas cartas que fueron publicadas a principio del siglo XX; así poemas de Darío para Nicaragua, como Pegaso, Marina y Helios.

Por igual el poema famoso Caracol en su primera versión el cual se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Harvard; también los obsequiados por el poeta español Juan Ramón Jiménez a la Biblioteca del Congreso en Washington.

Otro de los manuscritos en resguardo es el publicado en 1908, titulado A Margarita Debayle, este se conserva en el Museo Archivo Rubén Darío, en León, dice Valle Castillo.

En el libro también refiere que otros de los valiosos manuscritos de Darío se encuentran en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, en el periódico La Nación de Buenos Aires y en diversas colecciones personales, como los que se encuentran en la capilla de Alfonso Reyes, en México.

Y algunos de estos celebrados poemas, apunta en su investigación Valle Castillo, presentan los sellos de las instituciones que lo resguardan.

La exhaustiva investigación de Valle Castillo cierra sus páginas con el manuscrito Pax, que aparece en una columna de la Hispanic Society Of American, en este poema escrito por Darío durante su visita a Nueva York convocaba a la paz mundial en el contexto de la Primera Guerra Mundial.

Caligrafía revela el genio creador de Darío

Para el poeta Valle Castillo, su investigación revela aspectos sorprendentes del proceso creativo y escritural de Darío, e indica que muchos de los poemas son primeras versiones con correcciones y adiciones que perfeccionó el poeta tiempo después.

Al respecto observa que la primera caligrafía de Darío era muy fina, barroca, con volutas, “estas se ven en una carta a su madre Rosa Sarmiento y en otros fragmentos”, dice Valle Castillo.

Luego apunta que uno de esos primeros manuscritos con letra dibujada y poesía ocasional es el titulado Para el álbum de la señorita Josefa Dubón (1884). Para entonces Darío tenía tan solo 17 años. De esta época también se encuentra La fe, y fragmentos de los poemas de Azul.

Edición facsimilar de 1967

Asimismo recuerda que en ocasión del Centenario de Nacimiento de Darío en 1967, el estudioso dariano Fidel Coloma González publicó una edición facsimilar del libro Poemas y artículos en prosa (del 10 de julio de 1881).

En este libro Darío estructuraba sus obras con una secuencia cuidadosa, el poeta entonces contaba con solo 14 años.

El nuevo libro La caligrafía y grafología y Darío, es un trabajo de recopilación e investigación del poeta Julio Valle Castillo, y fue auspiciado por el Fondo Cultural Caruna, donde podrá ser adquirido, dijo el poeta.

Darío aprendió a leer en la Cartilla de Mantilla

Para el poeta Julio Valle Castillo es probable que Rubén Darío haya aprendido a leer desde los 4 años, y no 3 como popularmente se conoce.

Según Valle Castillo, el poeta vivió un año en León y dos en San Marcos de Colón, en Honduras, a su retorno le dio las primeras clases Bernarda Sarmiento con la Cartilla de Mantilla, que escribió el lingüista español Luis Felipe Mantilla.

Esta cartilla, que contenía además del abecedario nociones de urbanismo, también llamada de San Juan, se propagandizó por las Américas.

Al respecto el dariano Edgardo Buitrago cuenta que a Darío “le dijeron que había aprendido a leer a los 3 años”. El poeta aprendió rápido de tal manera que después a la maestra Jacoba Tellería le fue fácil enseñarle a leer.


Una caligrafía de Kalifa quisiera

“En 1897 Darío escribe el soneto Una caligrafía de Kalifa quisiera, y se ríe de él mismo”, señala Valle Castillo en su libro La caligrafía y grafología de Rubén Darío, y da a conocer el poema:

Una caligrafía de Kalifa quisiera
para escribirte un verso melodioso, que fuera
seda y oro de Oriente y gracia y pompa de Asia,
en honor de unos labios de Bagdad o Circasia.
O una caligrafía de monje medieval,
mayúscula de antifonario, o de misal,
miniaturas en fondo de azul, oro o violetas,
para escribirte mis prosas de profano poeta
en honor de la virgen —o no— de carne viva,
rosa, rosa rosada, trémula, sensitiva.
O femenina fruta, uva o fresca manzana,
que yo celebraría en mi prosa profana;
más mi caligrafía es pobre, sino tosca: Guarda,
pues lo quieres, estas patas de moscas.

(Marzo 1897)


 

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